El 1 de abril de 1898 –hoy hace 123 años– nace una de las tradiciones más características del pensamiento universitario: la Huelga de Dolores. A lo largo del tiempo, lo que principió como método de protesta se transformó en una punzante crítica sociopolítica, enriquecida por símbolos que han trascendido a las generaciones.
Cultura-Crónica
El esqueleto de La Chabela –figura que este año cumple 100 años –aunque estará guardada–, representa los males socioeconómicos del país; La Chalana es el himno desafiante de los estudiantes frente a las autoridades; el No nos Tientes, es el periódico irreverente que dice las cosas sin tapujos; y para presentar la parodia nacional se realiza el Desfile Bufo, suspendido por segundo año consecutivo a causa de la pandemia.
Estos son los símbolos más destacados de la tradicional Huelga de Todos los Dolores del Pueblo de Guatemala, más conocida simplemente como Huelga de Dolores que, con algunas excepciones, se ha celebrado año con año desde el ya lejano 1898, cuando los sancarlistas se atrevieron a principiar una manera de expresión para criticar con sátira a los gobernantes o autoridades de turno, en demanda de mejores condiciones para la sociedad y el país.
La Huelga cumple 123 años, con una historia que se ha escrito con sangre y represión, pero también con valentía, creatividad y humor.
Historia de un sentir
La Huelga de Dolores nace el mismo año en que asume la presidencia Manuel Estrada Cabrera. Muy lejos estaban los universitarios de aquella época de saber que era el inicio de una dictadura que se prolongaría hasta 1920. Fueron los alumnos de las facultades de Medicina y Derecho quienes asumieron el liderazgo. Los reportes históricos mencionan como cabecillas del movimiento a los estudiantes Luis Gaitán, Francisco Asturias, Carlos Martínez, Guillermo Salazar y Luis Obregón, entre otros.
Fue el 1 de abril de 1898 cuando se registra la primera huelga jocosa y satírica, aunque aún no se le pone el mote de Desfile Bufo, como se le conoce en la actualidad; sin embargo, desde el principio era así. En los siguientes cinco años principia a consolidarse como tradición que trasciende más allá de los muros de la Universidad de San Carlos, pero la represión y autoritarismo del dictador la cortan abruptamente.
Hay que recordar que el ganador del Premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias fue un destacado huelguero; asimismo, escribe la novela El señor presidente precisamente inspirado en la dictadura de Estrada Cabrera.
No fue fácil que llegaran nuevos aires al país. Estrada Cabrera deja la Presidencia el 13 de abril de 1920. Estuvo detenido primero en la Academia Militar y luego en su residencia en Quetzaltenango, donde murió el 24 de septiembre de 1924.
1921
Volviendo a la Huelga de Dolores, esta resurgió con fuerza y más creatividad a partir de 1921, y es desde este momento que principian a gestarse y consolidarse algunos de sus símbolos mas reconocidos. Entre los mencionados emblemas, solamente el No nos Tientes existe desde los inicios, en el siglo XIX.
El periódico satírico
La sátira es un escrito que sirve para censurar a alguien, pero dicho de tal manera que se le pone en ridículo. Ese es el estilo que mantiene desde su primera edición el periódico oficial de La Huelga, que tiene fecha de 1 de abril de 1898. La redacción del primer ejemplar de este periódico corresponde al redactor Don Siempre Listo.
El editorial de la edición inicial se titula: Lo que nos proponemos, y en él se explica el ideario de aquel movimiento que apenas comenzaba ese año: Tentados estamos a desembuchar el pico, castigando con este formidable látigo que llaman opinión pública a muchos dos caras que merecen verdadera tunda, pero como Natura non facit saltus, nos contentamos hoy con dar la sierpe que se merecen algunos para seguir con los demás cuando las circunstancias lo permitan, se lee en aquel primer ejemplar, del No Nos tientes.
En varias ocasiones en las que, por razones de represión, no ha salido a la calle la Huelga de Dolores, sí ha sido publicado el No nos Tientes, que se ha mantenido como la voz de los universitarios y del pueblo.
El periódico ha mantenido cierto estilo a lo largo de la historia. El editorial suele ser serio y punzante, mientras que la sátira se encuentra en el resto de las páginas.
«Somos los mismos y qué…»
Cuando la Huelga volvió en 1921, otro editorial anunciaba: Somos los mismos y qué, para destacar el valor de la Generación del 20, que se opuso a la tiranía de Estrada Cabrera. La Hemeroteca Nacional Clemente Marroquín Rojas ha logrado recopilar todos los números de esta peculiar publicación, única en su género a escala mundial.
Según el periodista y escritor David Vela, quien también fue huelguero, las mejores épocas del No nos Tientes se pueden situar entre 1920 y 1930 y de 1945 a 1962.
Esos años pueden ser considerados como la época de oro del No nos Tientes, porque reflejaban más la chispa y creatividad de los autores, escribió en El Imparcial.
En algunos de los gobiernos militares que se sucedieron en el siglo XX, el No nos Tientes debió ser impreso en la clandestinidad y su circulación, aunque era masiva y pública, era perseguida por las autoridades, que sin embargo muy poco pudieron hacer para impedir que llegara a manos de la ciudadanía, al menos capitalina.
Intelectuales
Entre quienes escribieron artículos en diferentes ediciones del No nos Tientes se puede mencionar a Miguel Ángel Asturias, José Barnoya, José Luis Balcárcel, Clemente Marroquín Rojas, Carlos Guzmán-Bockler y David Vela.
Una variante de este periódico, y que persiste hasta nuestros días, fue el surgimiento de los famosos Boletines, redactados con mucha creatividad y que suelen leerse desde semanas antes de la Huelga que, dicho sea de paso, tiene su nombre porque sale a las calles el Viernes de Dolores, último viernes antes de la Semana Santa.
Los Boletines son tan emblemáticos que Miguel Ángel Asturias transcribió uno en su novela Viernes de Dolores.
La cita que el famoso autor reproduce dice textualmente:
CONSIDERANDO: Que en la política somos lo que no somos y no somos lo que somos; eso sí, ni liberales con uñas o liberuñas, ni conservadores de mierda o conservamierdas.
CONSIDERANDO: Que si la consigna para ser todo un hombre, es tener un hijo, ya lo tenemos y va a ser diputado, porque es hijo de puta; sembrar un árbol (no el LIBRE CREZCA FECUNDO que le sembraron en el culo a Centroamérica); escribir un libro, más fácil plagiarlo si es de historia y uno es ministro de Educación
(vivas, aplausos, hurras interrumpían la voz del enmascarado que leía el decreto).
CONSIDERANDO: Que la guayaba presidencial es como el palo ensebado (palo para el pueblo y sebo de los sebones de las oficinas públicas), y que para subir hay que rasparse la talpetatera y neutralizar la acción del sebo con arena de la que enterró, soterró, despenó a Beatricita de la Cueva que andaba con don Pedro de Badacoz, por lo que solo daba coces, lo que fizo creer a los indios que el caballo y el jinete eran la misma persona.
CONSIDERANDO: ¡Que el animal más parecido al hombre es el militar! (Aquí fue el acabose… ¡Aplaudieron hasta los policías!)
La mujer de la Huelga
Otro ícono o símbolo de la Huelga de Dolores es La Chabela, que nace con el resurgimiento del Desfile Bufo en 1921.
La historia recoge que fue el estudiante de medicina Hernán Martínez Sobral –quien tenía dotes de pintor– el que hizo el primer dibujo de este esqueleto de mujer, que desde aquel año se ha convertido en el símbolo que abre el desfile el Viernes de Dolores.
Aquel año, para presentarla al público, los huelgueros estudiantes escribieron una frase que muestra su sentir y explica el significado del símbolo: Dios te salve por siempre, Chabela inmortal, pues en ti nuestra historia es verdadera.
Algunos indican que la calavera representa la violencia y represión que ha vivido el país durante los gobiernos dictatoriales, mientras que otros dicen que es un perfecto reflejo de los problemas socioeconómicos que hay en la sociedad guatemalteca.
En todo caso, es una manera también de salvar de la discriminación de la época a la mujer, y por eso sus rasgos femeninos y el nombre.
La Chabela es una mujer centenaria –1921/2021–, y por lo tanto llena de una sabiduría alimentada por el paso de los años y los desfiles por las calles citadinas.