La Esquina de Crónica: el ‘sin sentido’ del Parlacen

Los guatemaltecos votaron mayoritariamente en contra del Parlacen, aunque muy poco se ha hablado del tema.  La UNE, con 632,505 votos fue el partido que más sufragios captó a nivel nacional, mientras el voto nulo sumó 1.026,385, a lo que habría que sumar los 676,659 votos en blanco, lo que representa un altísimo 33.93% , es decir una de cada tres personas que se manifestaron opositores a este ente regional, al que no se le encuentra sentido.

El Parlacen nació a la vida política el 28 de octubre de 1991, pero en casi tres décadas no ha sido capaz de evolucionar lo suficiente como para tener una incidencia importante en la vida política, social, o económica de la región, y más bien se ha convertido en un elefante blanco que termina siendo una institución que no convence a la población en ninguno de los países representados.

Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana son los países que lo integran, con el rechazo de Costa Rica y Belice, que se han negado a participar, producto –precisamente– de la ineficiencia que tiene el Parlacen, incapaz de incidir hasta la fecha con alguna iniciativa de interés general.

Al no ser sus resoluciones vinculantes con los organismos legislativos de cada país, lo único que queda a este parlamento regional es la posibilidad de proponer, cosa que tampoco llevan a cabo con autoridad y determinación.  Más bien todo queda en tibias iniciativas que nunca han prosperado.

En la actualidad, se integra con 20 diputados por cada país, los que ganan un sueldo de US$5.000 mensuales, más un elevado presupuesto de operación que deben cubrir en partes iguales los países miembros.

Entre sus objetivos –tampoco cumplido–, está el de ejercer un liderazgo eficaz y democrático entre los distintos sectores regionales, que en el marco del desarrollo sostenible coadyuve a la construcción gradual y progresiva de la Unión Centroamericana y de República Dominicana, conformando una sociedad moderna, justa y solidaria, donde se garantice la paz y el respeto a los derechos humanos.

Sin embargo, no se puede decir que alguna de sus iniciativas haya incidido de manera directa con estos fines.

De hecho, ha tenido poca participación –por ejemplo–, en el caso de las migraciones hacia los Estados Unidos, tema en el que los países del Triángulo Norte se han venido plegando a la voluntad de Washington, que ha demandado legislación y acciones represivas en contra de quienes intenten migrar hacia el norte.

Cada cuatro años se abre el debate sobre la necesidad de su existencia.  En términos generales puede verse que existe un fuerte repudio popular hacia el Parlacen, aunque pocas veces el debate ha cobrado fuerza, más allá de Panamá, en donde se ha procesado ya la posibilidad de una salida del Organismo, pues se ha visto entrampada en las cortes la intención de denunciar el Tratado suscrito por los presidentes de la región en 1987.

El primer presidente del Parlacen fue el guatemalteco Roberto Carpio Nicolle, a quien han seguido cuatro connacionales, uno de ellos, Augusto Vela, dirigió el organismo en dos oportunidades.

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