La demanda global de petróleo no recuperará los niveles observados antes de la pandemia hasta 2023, según las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que advirtió de la posibilidad de que el mercado del crudo «nunca regrese a la normalidad» ante el impacto de los nuevos hábitos de trabajo y transporte, la creciente adopción del coche eléctrico y la transición energética.
Según las nuevas proyecciones a medio plazo de la agencia con sede en París, la demanda global de petróleo se situará en 2020 en 96,5 millones de barriles al día (mb/d), frente a los 91 mb/d estimados para 2020, con un desplome de casi 9 mb/d respecto de los 99,7 mb/d de 2019, un nivel de consumo que no se superará hasta 2023, cuando la AIE prevé una demanda de 101,2 mb/d.
No obstante, en ausencia de una intervención política más intensa y de cambios más profundos en los comportamientos de consumo, los impulsores de crecimiento a más largo plazo continuarán empujando al alza la demanda de petróleo en los próximos años, por lo que para 2026 la AIE prevé que el consumo mundial de petróleo alcance los 104,1 mb/d, lo que representaría un aumento de 4,4 mb/d desde los niveles de 2019.
«Se espera que todo este crecimiento de la demanda en relación con 2019 provenga de las economías emergentes y en desarrollo, respaldado por el aumento de la población y los ingresos», subraya la AIE, destacando que la demanda asiática de crudo seguirá aumentando con fuerza, mientras que «no se prevé que la demanda de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) vuelva a los niveles anteriores a la crisis».
En concreto, en el caso de la OCDE, la agencia advierte de que es posible de que nunca se recupere el nivel de consumo de petróleo de 47,7 mb/d previo a la pandemia, ya que para 2023 estima que será de unos 46,2 mb/d y para 2026, horizonte de sus proyecciones, será de 45,8 mb/d.
«La crisis de la Covid-19 provocó una caída histórica en la demanda mundial de petróleo, pero no necesariamente duradera», indicó Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, para quien sin la introducción de importantes cambios en las políticas de los gobiernos, así como en los comportamientos de consumo «la demanda mundial de petróleo aumentará cada año hasta 2026».
«Para que la demanda mundial de petróleo tocase techo en el corto plazo, se necesita una acción significativa e inmediata para mejorar los estándares de eficiencia de combustible, impulsar las ventas de vehículos eléctricos y frenar el uso de petróleo en el sector energético», explicó al apuntar que estas acciones, combinadas con un mayor teletrabajo, un mayor reciclaje y una reducción de los viajes de negocios, podrían reducir el uso de petróleo hasta en 5,6 mb/d para 2026, «lo que significaría que la demanda mundial de petróleo nunca volvería donde estaba antes de la pandemia».
En cualquier caso, en cuanto al consumo de gasolina, la AIE sí considera poco probable que la demanda regrese a los niveles de 2019, ya que las ganancias de eficiencia y el cambio a los vehículos eléctricos eclipsan el sólido crecimiento de la movilidad en los países en desarrollo, mientras que se prevé que los combustibles de aviación, los más afectados por la crisis, regresen lentamente a los niveles de 2019, que recuperarían para 2024, aunque el auge de las reuniones ‘online’ podría alterar permanentemente las tendencias de los viajes de negocios.
Desde el lado de suministro, la agencia calcula que para satisfacer el crecimiento de la demanda de petróleo hasta 2026 estimado en sus previsiones la oferta debe aumentar en 10 mb/d hasta 2026. En este sentido, la AIE espera que Oriente Próximo, liderado por Arabia Saudita, sea responsable de la mitad de ese aumento de la producción.
A este respecto, advierte de que los planes gubernamentales para acelerar la transición energética hacia un futuro más sostenible han creado un alto grado de incertidumbre que está poniendo a prueba la industria petrolera y recuerda que sigue siendo crucial invertir en el sector ‘upstream’ (exploración y producción) incluso durante una transición rápida, puesto que llevaría años cambiar las flotas de transporte globales de los motores de combustión interna a los vehículos eléctricos y otras alternativas bajas en carbono y sectores, como la aviación, el transporte marítimo y la petroquímica, seguirán dependiendo del petróleo durante algún tiempo.
«Cualquiera que sea la ruta de transición, la industria del petróleo y el gas tiene un papel importante que desempeñar y ninguna empresa de energía quedará sin verse afectada«, subraya en su informe, donde defiende que una transición eficaz y ordenada será fundamental, no solo para alcanzar los objetivos climáticos internacionales, sino también para evitar graves interrupciones del suministro y una volatilidad desestabilizadora de los precios.