La magistrada de la Corte Suprema de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, un ícono progresista, falleció el viernes a los 87 años de edad, dejando vacante un puesto de gran poder, lo que augura una intensa batalla política a menos de dos meses de las elecciones presidenciales.
Esta jueza progresista, decana de la institución, falleció rodeada de los suyos como consecuencia de un cáncer de páncreas que sufría hace años, anunció la más alta instancia judicial del país en un comunicado.
- Enferma y debilitada desde hace años
- esta defensora de la causa de las mujeres, de las minorías y del medio ambiente
- había sido hospitalizada en dos ocasiones en este verano boreal y su estado de salud era seguido muy de cerca por los demócratas
- que temen que el presidente republicano Donald Trump nombre rápidamente a un sucesor que incline más hacia la derecha la balanza de la institución judicial.
La reacción del presidente y su adversario
Trump, que estaba en un mitin en Minnesota cuando se dio a conocer la noticia de la muerte de la popular jueza, fue informado del fallecimiento por los periodistas.
«Ella tuvo una vida increíble», reaccionó inicialmente, sin dar detalles sobre sus intenciones. Posteriormente, en un comunicado la calificó de «titán del Derecho».
Su rival demócrata, Joe Biden, rindió honores a la «muy amada» magistrada, a la vez que llamó a no precipitarse a escoger su reemplazo.
«Los votantes deben escoger un presidente y el presidente debe proponer un juez al Senado», dijo Biden en una declaración a la prensa.
Según la radio NPR, este fue el último deseo de la magistrada, según su nieta Clara Spera. «Mi deseo más ferviente es no ser reemplazada hasta que un nuevo presidente haya prestado juramento», le dijo unos días antes de su muerte.
Extremadamente popular
Trump ya había declarado en agosto que no dudaría en designar a un magistrado a la Corte Suprema aunque las elecciones estuvieran muy cerca e incluso publicó después una lista de precandidatos:
- jueces conservadores, la mayoría de ellos opuestos al aborto y favorables al porte de armas.
De acuerdo con la Constitución, corresponde al Senado aprobar la elección del presidente.
Y su jefe, el republicano Mitch McConnell, ya hizo saber que organizaría una votación, a pesar de que se negó a hacer lo mismo en el caso de un magistrado propuesto por el expresidente Barack Obama en 2016, argumentando que era un año electoral.
Aunque los republicanos cuentan con una mayoría de 53 sobre 100 en la cámara alta, ciertos legisladores republicanos moderados, que enfrentan complicadas campañas de reelección, podrían no adherirse y cada lado desplegará todos los medios posibles para intentar convencerles.
«La batalla política va a ser enorme», porque si Trump logra su objetivo, «la Corte Suprema será la más conservadora en un siglo», predijo el profesor de derecho Carl Tobias.
Hoy, los cinco jueces conservadores de este organismo de nueve miembros no votan de manera unificada. Por el contrario, el cuarteto progresista, del cual «RBG», como se la apodaba, era la figura más conocida, a menudo votaba unido para defender el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo, de los homosexuales a casarse o de los inmigrantes.
Este tribunal tiene la última palabra sobre los temas que más dividen a la sociedad estadounidense: el aborto, los derechos de las minorías, el porte de armas o la pena de muerte.
«Pionera»
Nombrada en el tribunal superior en 1993 por el presidente demócrata Bill Clinton, Ruth Bader Ginsburg se había vuelto extremadamente popular a pesar de la seriedad de su cargo.
Sus opiniones reflejaban a menudo las aspiraciones de los más jóvenes y ella los había conquistado, hasta el punto de ganarse el sobrenombre de «Notorious RBG» en referencia al rapero Notorious BIG.
Las banderas del Congreso y de la Casa Blanca ondean ya a media asta y el viernes por la noche, varios centenares de personas, entre ellos muchos jóvenes, se reunieron espontáneamente delante de la fachada de la Corte Suprema para rendirle homenaje, depositando velas y flores.
«RBG representaba todo lo que debería impulsar a Estados Unidos, comenzando por el respeto del otro, independientemente de su sexo, su raza, su religión», dijo Erin Drumm, estudiante de 19 años.
Republicanos y demócratas también le rindieron homenaje. «Luchó hasta el final (…) con una fe inquebrantable en nuestra democracia y sus ideales», tuiteó Barack Obama.
«La jueza Ginsburg ha allanado el camino a numerosas mujeres, yo incluida», dijo en otro mensaje en Twitter la excandidata presidencial Hillary Clinton. «Hemos perdido una gigante en la historia del país», dijo a su vez Alexandria Ocasio-Cortez, representante del ala más hacia la izquierda de los demócratas.
Los homenajes también llegaron del lado republicano. Era una «campeona del derecho», según el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo; «una pionera, apasionada por sus causas», de acuerdo con el senador Lindsey Graham, cercano del presidente; y una jurista «admirada» e «influyente», según el fiscal general, Bill Barr.
La voz disonante fue el senador republicano Ted Cruz, quien figura en la lista de Trump de potenciales candidatos a la corte y reclamó de inmediato que el mandatario anuncie su reemplazo la semana próxima y que el Senado lo confirme antes de la elección presidencial.