La clase media se deteriora

GUSTAVO LEIVAServir a la Vida por Gustavo Leiva


Ese fue el titular que Prensa Libre utilizó para la impresión de sus periódicos del día Domingo 24 de Abril de 2016.

Los datos cubren un período de 12 años. Del año 2000 al 2012 y, como conclusión numérica, se reporta que Guatemala redujo su clase media en un 3.3 por ciento en estos años, y que, al mismo tiempo, la pobreza aumento un 6.8 por ciento. Son dos malas noticias.

Por otro lado se publican también los resultados que logró El Perú en estos mismos 12 años: se redujo la pobreza en un 26.3 por ciento, y su clase media aumento 19.1 por ciento. Son dos buenas noticias.

Hace años estábamos discutiendo un tema parecido, y uno de mis compañeros de mesa dijo que se pierde el sentido de la vida cuando no se puede poner nombre y apellidos a los porcentajes que arrojan las estadísticas. Es cierto. En la vida real, no es posible representar un 3.3 o un 6.8 por ciento. El conteo, cuando lo hacemos con gente de verdad, no puede tener puntos decimales. Siempre que hablamos de gente tenemos que hablar de número enteros. Pero hemos caído en la trampa de la fragmentación, y, por eso, nuestras ideas se quedan siempre a medias. No logran conectarse con el drama de vivir en un país donde no sentimos la realidad en la que estamos viviendo.

De mi lado, yo prefiero decir que la clase media, que en el año 2000, equivalía a 2 millones de guatemaltecos, al llegar el año 2012 se había reducido en 66 mil personas.

Igual para los cálculos de la pobreza. De los 7 millones de personas viviendo en la pobreza en el año 2000, al llegar el año 2012, aumentaron en 500 mil. O sea, ahora tenemos unos 7.5 millones de pobres.

Cuando la clase media no crece, se detiene la economía, no aumenta el consumo y la demanda de productos y servicios se contrae, y la falta de soluciones económicas se transforman en problemas sociales: la exclusión económica es la fuente de la violencia social. Cuando la clase media se deteriora es un problema económico pero que se factura socialmente como violencia.

Pero cuando lo que aumenta es la pobreza, la situación es al revés: estamos fallando del lado social, porque no estamos brindando las oportunidades para que la gente pueda incorporarse a un trabajo digno. Cuando es la pobreza la que aumenta, el problema no es económico, sino es social.

En el caso de los peruanos la situación es al revés que la que vivimos los guatemaltecos. En el Perú, la economía está generando mejores mercados aumentando la clase media, y los servicios sociales están reduciendo la brecha de la pobreza. Esa es la ecuación que permite crecer, desarrollarse y evolucionar como país.

Podríamos decir que El Perú va hacia delante y en la dirección correcta, mientras que nosotros, en Guatemala, nos estamos hundiendo. No logramos armar un tejido social que reduzca la pobreza, ni hemos podido establecer un sector empresarial que genere su propios mercados. En conclusión, vamos mal, vamos al revés.

En los sistemas naturales existe el nacimiento, el desarrollo y la transformación que se da antes de que el sistema, como tal, muera. Mientras que El Perú ha logrado encontrar el camino hacia su transformación y ha evitado su muerte, en Guatemala estamos sin salida porque no sabemos cómo transformarnos en un pueblo próspero. Estamos mal empresarial y socialmente hablando. Esos son nuestros dos grandes pecados. Pero el pecado mayor es no percatarse, y no ver que vamos rumbo al precipicio.

Alguien tiene que despertar y dar la voz de alarma. ¿Puede ser el gobierno el que despierte primero? No lo creo. Más que dormido, el gobierno está en coma y la manera como está organizado no le permite tener contacto con la realidad que vivimos en cada rincón del país.

¿Puede ser el sector empresarial que, en Guatemala asume el nombre de sector privado, el que despierte y de la voz de alarma? No lo creo. Más que dormido, el sector privado guatemalteco tradicional está vencido, no sabe qué hacer, no ha entendido los signos de la nueva era, y está perdido y sin rumbo ante los retos de la globalización.

¿Puede ser la sociedad civil, la que está organizándose a nivel local, la que despierte y sea la que se levante para echar a andar un nuevo país?

¡Sí! ¡Ese es el camino!

Si el año 2016 fue el que despertó nuestro conciencia, los próximos años serán para irnos transformando en un sistema capaz de auto-organizarse.

Más que dormido, el gobierno está en coma y la manera como está organizado no le permite tener contacto con la realidad que vivimos en cada rincón del país.

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