Las relaciones de la CIA con militares guatemaltecos principiaron con el apoyo a la invasión de la Liberación (1954) y el derrocamiento del presidente Jacobo Árbenz Guzmán. La sombra del comunismo en la región era una obsesión de Washington. En 1959, el triunfo de la Revolución Cubana y el giro ideológico que toma Fidel Castro hacen que principien las conspiraciones para derrocarlo. Guatemala aparece en el escenario.
Es el año de 1960. Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) libran la Guerra Fría y Washington trata de impedir la expansión comunista en el hemisferio, en donde considera que Fidel Castro y Cuba se han convertido en puente de entrada.
La CIA presenta informes que alarman al presidente Dwigth Eisenhower sobre la situación cubana y el avance comunista. No tarda en dar luz verde a los planes y operaciones que se proponen para intentar, por medio de una invasión contrarrevolucionaria organizada y apoyada por la agencia de inteligencia estadounidense. Es el 17 de marzo.
El presidente de Guatemala, Miguel Ydígoras Fuentes, era considerado como un buen aliado y amigo, razón por la cual se hacen los primeros contactos extraoficiales, y el mandatario guatemalteco designa a su amigo, asesor y estrecho colaborador, el empresario Roberto Alejos Arzú, para que sea el contacto e intermediario en las conversaciones para que Guatemala apoye la iniciativa de Eisenhower. La familia Alejos Arzú es muy influyente, al extremo que el embajador ante Washington es Carlos, hermano del negociador oficial.
La CIA designa a Jacob D. Esterline y Robert K. Davis como los contactos operativos. El primero es un viejo conocido de Guatemala, pues fue el oficial principal de la operación contra Árbenz. Ellos tienen las primeras reuniones con Ydígoras y Alejos los días 30 y 31 de mayo de 1960, según documentos desclasificados por la agencia de inteligencia.
En esas reuniones se hacen planes para usar una parte de la finca Helvetia, propiedad del empresario. Debe ser el lugar de entrenamiento y comunicaciones de la operación, que tiene como nominalmente responsable a la organización cubana en el exilio llamada Frente Revolucionario Democrático (FRD). El presidente guatemalteco es informado de que dos personajes, Antonio Varona y Justo Carrillo, estarán a cargo.
A pesar del secretismo que rodea estas conversaciones y la preparación de las operaciones, documentos secretos obtenidos por la CIA —que también han sido desclasificados—, demuestran que las fuerzas armadas revolucionarias de Cuba seguían con atención todos los movimientos y conocían lo que se llevaba a cabo en Guatemala.
En un documento secreto, el Ejército Rebelde informa al ministerio de la Defensa de Cuba que se ha construido una pista de aterrizaje y que se ha levantado un campamento en la finca Helvetia; además, describe con lujo de detalle todos los movimientos que se realizan. Es larga la explicación, pero en uno de sus párrafos destaca: En la finca Helvetia, municipio de El Palmar, departamento de Quetzaltenango, pero accesible por el municipio de San Sebastián, departamento de Retalhuleu, en el lugar llamado cerro Nil, a orillas del río Nimá, fue instalada una estación de radar. Además, últimamente se instaló otro radar en la base central de la Fuerza Aérea guatemalteca, en el aeropuerto La Aurora en ciudad Guatemala, y en la base del aeropuerto de San José, en la costa del Pacífico.
El documento habla de varios campamentos de entrenamiento, del uso de fuego real en las prácticas, de la llegada de aviones B-26, algunos de propulsión y aviones Globmaster de transporte. Y añade, los vuelos se realizan por la noche.
Como puede verse, no había tal secreto en la operación por la magnitud de la misma. Esta es una de las causas que posteriormente provocará un levantamiento militar que da pié para que se inicie el movimiento insurgente guerrillero en el país.
En las montañas de la finca de Alejos Arzú se ha construido ya la Base Trax, en la que practican los radio-operadores que participarán en la operación final. Al frente de los entrenamiento de los combatientes está el coronel Napoleón Valeriano, quien utiliza el sobrenombre de Coronel Vallejo, un excombatiente filipino con gran experiencia en la lucha guerrillera, lo que permite suponer que tras la invasión se pensaba mantener una guerra de largo plazo en las montañas cubanas.
La mayoría de contra revolucionarios que participaron en el rápido plan de entrenamiento en diferentes puntos, eran estudiantes que estaban saliendo de Cuba precipitadamente, descontentos con el régimen castrista. Así forman la llamada Brigada 2506, que pronto está lista para entrar en acción.
Agitado cotarro político-militar
El presidente Ydígoras comparte con sus principales colaboradores que la historia de la asistencia al FRD debe permanecer alejada de las noticias de portada de los periódicos. Cuando se le pregunta sobre el tema, se limita a responder que seguramente hay que expulsar a algunos pro-Batista del país, los mismo que a unos cuanto pro-Castro.
La vigilancia y movimiento de fuerzas armadas en la Helvetia no pasan desapercibidos para la población lugareña. En la capital, en tanto, se procede a una campaña de desinformación por parte del Gobierno, que constantemente da a conocer esfuerzos revolucionarios cubanos por introducirse en el país con fines de promover la insurgencia comunista.
Mientras la revolución cubana se ha fortalecido y su proyección internacional crece, su agencia de inteligencia informa a Castro que más de veinte de estos campamentos pronto se establecieron en distintos lugares de Guatemala, llegando a tener en total a mas de seis mil mercenarios y contando con muchos aviones y grandes cantidades de armamento. Esa cifra de contrarrevolucionarios no llegó a confirmarse y más bien parece demasiado elevada.
No solo hay campamentos de entrenamiento en Guatemala, también se han instalado en la Florida (EU), Puerto Cabezas (Nicaragua) y en Panamá, donde la presencia estadounidense es muy fuerte por el control sobre el Canal.
Ydígoras enfrenta una oposición creciente. Ha trascendido mucho del involucramiento de Guatemala con grupos anti-castristas, pero esa no es la mayor de las preocupaciones de sus adversarios, que hacen énfasis en la corrupción de su administración. Dentro de la institución armada hay también malestar.
Según uno de los oficiales del ejército guatemalteco que se alzaron en armas contra el presidente Ydígoras, el futuro comandante César Montes, los oficiales rebeldes tomaron las armas, por la corrupción y por lo que pasaba en la finca Helvetia.
De acuerdo con el documento de Asíes, La historia política de Guatemala 1944-2000, Ydígoras pensaba que si Guatemala apoyaba a la invasión norteamericana recibiría el apoyo diplomático de los Estados Unidos para reclamar Belice, lo cual nunca se ha dado, ni entonces ni en los gobiernos posteriores.
Ese documento también considera que otra de las razones para aceptar esta nueva intervención de la CIA y Estados Unidos en el país, es precisamente porque después del ejemplo del poderío aplicado contra el presidente Árbenz, como país no se estaba en posición de desobedecer las órdenes del gobierno estadounidense, que fluían disfrazadas de solicitudes diplomáticas.
El coronel Carlos A. Paz Tejada hace la denuncia pública sobre los campamentos militares y entrenamiento de fuerzas extranjeras, la cual ha tenido amplia repercusión en la prensa local, y encuentran eco en la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), y el Partido Guatemalteco de los Trabajadores (PGT-comunista).
Cuando se produce un alzamiento militar en su contra el 13 de noviembre de 1960, Ydígoras recibe la ayuda de la fuerza aérea anticastrista para sofocar a los rebeldes, situación que aumenta el malestar interno.
Producto de este movimiento dentro del Ejército, un grupo de oficiales rebeldes huye hacia las montañas en el oriente del país, y da pié al surgimiento de la guerrilla guatemalteca, que con el tiempo se convierte en un movimiento comunista armado.
El 20 de enero de 1961 asume la presidencia de Estados Unidos John F. Kennedy, quien decide dar continuidad a la operación para invadir Cuba.
El presidente guatemalteco aprovecha una comunicación a la Casa Blanca para solicitar que se aceleren los planes, precisamente por la situación interna.
Fracasa la invasión
El presidente Kennedy da luz verde para que se proceda con los planes de invadir Cuba. El día decidido para la operación es el 15 de abril de 1961, y el primer ataque se produce con bombarderos B-26 y de transporte C-46. Se intenta destruir la fuerza aérea cubana, pero el daño es minúsculo y las naves vuelven a sus bases en Nicaragua y Florida.
A media mañana, el canciller cubano, Raúl Roa, acusa al gobierno estadounidense de apoyar la invasión, y pocos días después acusa también a Guatemala de haber prestado su territorio.
Lo hace con detalles y contundencia. Las fuerzas entrenadas en Helvetia desembarcan en Playa Girón, pero nunca reciben la ayuda área que Washington había prometido, pues el presidente Kennedy abandona a su suerte a las fuerzas invasoras.
Los combates luego duran poco tiempo y las fuerzas contrarrevolucionarias son aplastadas. Se estima que hubo un centenar de muertos y fueron capturados 1.189 combatientes de la Brigada 2506.
Ydígoras fue derrocado en marzo de 1963, mientras que Alejos Arzú continuó siendo un destacado empresario de la industria azucarera hasta su muerte.