Los bares están cerrados, los festivales se suspenden y los eventos deportivos se aplazan. Los fabricantes de cerveza de Europa vaticinan un año catastrófico y temen que la gran cita anual, la Oktoberfest de Múnich, se anule.
En la fábrica de cerveza La Ballena, de Bruno Torres, en el noreste de París, de donde salen unos 560 hectólitros al año, los depósitos de fermentación de acero inoxidable están vacíos y la pequeña cadena de embotellamiento está parada.
Generalmente, vende alrededor de la mitad de su producción a bares, cafés y restaurantes, todos cerrados hace más de tres semanas por el confinamiento ordenado por las autoridades en Francia.
Una evaporación de pequeños mercados que, al parecer, no se ha visto compensada con un aumento de ventas en los supermercados.
«La cerveza no es una de las categorías que se beneficiaron de este efecto de almacenamiento que los franceses adoptaron en las primeras semanas», afirma Jacques Lebel, director general para Francia de AB InBev, primer cervecero mundial, durante una entrevista en la AFP.
Sin embargo, las ventas de cerveza aumentaron casi 7% desde el inicio del confinamiento en comparación con el mismo período en 2019, según un estudio del grupo Nielsen, publicado esta semana.
Cuando hace buen tiempo
Pero la situación es tanto más crítica cuanto que se produce en el «peor momento del año», subraya Costilhes, delegado general de bares-restaurantes en Francia.
«Los cerveceros pasan todo el invierno produciendo para el verano. Se supone que la cerveza se vende cuando hace buen tiempo, así que compramos materia prima y producimos».
En Alemania, donde la cerveza forma parte desde hace siglos de la cultura y la gastronomía del país, también reina el pesimismo.
«Las ventas en la gastronomía (bares, restaurantes) son vitales para la mayoría de las fábricas. Para algunas, estas representan 90% de su volumen de negocios. Y ahora desaparece por completo», explica a la AFP Holger Eichele, presidente de la federación de cervecerías alemanas.
El portavoz de la federación, Marc Oliver Huhnholz, añade que, desde finales de marzo, las ventas de cerveza han disminuido 9.4% en un año la semana del 23 de marzo.
«Esto tiene que ver con la creciente retención de los consumidores y con el hecho que muchas ocasiones para celebrar con amigos o familiares desaparecen», explica.
A principios de abril, las fábricas de cerveza alemanas informaron de un fuerte descenso de las exportaciones (-58%), en particular hacia China e Italia, los dos principales mercados extranjeros de la cerveza alemana.
El ministro presidente de Baviera, Markus Söder, declaró que si la famosa fiesta de la cerveza en Múnich (Oktoberfest) «se celebra este año, será bajo condiciones muy diferentes», lo que suscita el temor que la celebración, que debía inaugurarse el 19 de septiembre, sea finalmente anulada.
Por su parte, el cervecero holandés Heineken, número dos mundiales de la cerveza, estimó el miércoles que la epidemia de coronavirus representaba un «desarrollo macroeconómico negativo importante».