En el deporte –béisbol, fútbol, baloncesto y más–, cuando un atleta hace exactamente lo que se espera que haga en una situación particular, se dice que se ha hecho una jugada cantada. Es decir, que sucedió lo que se esperaba, hizo lo que el manual de hacer las cosas en su disciplina dice. Eso está sucediendo ahora en nuestra política, pero recordemos que la política criolla está embarrada.
Desde el movimiento ciudadano que principió con #RENUNCIAYA, siguiendo con #JUSTICIAYA, y que continúa latente en las redes sociales y en el imaginario de un amplio sector de la población –más urbana, la que votó por Jimmy Morales– se pidió un auténtico cambio en la forma de hacer las cosas en el Gobierno. Se castigó al viejo estilo de hacer política, se rechazó la corrupción y se pidió transparencia total. Todo, al servicio de la población; es decir, al servicio de la democracia, en donde el Gobierno se debe al pueblo.
En el ambiente estaba claro que la sociedad –incluidos los sectores de opinión– estaría atenta a las actitudes del nuevo presidente desde el momento mismo en que se anunciara al ganador de las elecciones de segunda vuelta. Jimmy Morales recibió el voto mayoritario de la población, y el 14 de enero se convertirá en el octavo presidente electo popularmente en esta era democrática.
Estaba claro también que los errores que se pudieran cometer en el proceso de transición serían señalados como si ya se estuviera en el ejercicio del poder. Bueno, esto siempre ha sucedido, pero ahora la atención es mayor, porque no se quiere que vuelva a suceder lo que hemos visto Gobierno tras Gobierno: quienes llegan al poder, actúan como dueños y no como servidores públicos.
Y, mucho antes de lo que cabría esperar, se produce la primera jugada cantada, un error del presidente electo, que lamentablemente fue seguido por un segundo. Dos actitudes –con declaraciones públicas– que le han mostrado igual que mandatarios anteriores. Hago la salvedad que eso no significa, a estas alturas del proceso de transición, que Jimmy Morales será tan malo como algunos de sus antecesores. ¡Ojalá que no! Pero deberá reflexionar y aprender.
La primera jugada cantada, al viejo estilo político, se produce cuando se hace la denuncia por plagio –copy & paste– en contra de su asesor, José Ramón Lam, quien, por cierto, presenta como tarjeta de presentación su paso por la ridícula Secretaría de Transparencia de Roxana Baldetti. La defensa oficiosa del presidente electo fue la misma que antes tuvieron casi todos los presidentes, defendiendo a alguno de sus funcionarios señalados por corrupción: Que presenten pruebas…, son rumores de la prensa…, hay que esperar fallos judiciales.
En el viejo juego político, esta jugada cantada podía funcionar. Ahora no.
Luego viene la entrevista en CNN, en donde habla de la libertad de prensa. Habrá libertad de prensa, siempre que se diga la verdad –palabras más o palabras menos, no es cita textual–. Una frase similar pudieron decir Serrano, Arzú o Portillo, enemigos declarados de la libertad de prensa y de la prensa independiente.
Es más, dictadores como Hugo Chávez o Rafael Correa han exigido que la información sea veraz y oportuna. Por supuesto, ellos se consideran los únicos para calificar qué es verdad y qué es un rumor o información mal intencionada. En Venezuela y Ecuador han terminado con la prensa independiente.
Morales respondió al estilo de la vieja guardia política: ¡jugada cantada!
La buena noticia, es que los dos deslices del futuro gobernante fueron ante casos de poca trascendencia y en el inicio de su gestión de transición. Ninguno es determinante aún y, por el contrario, pueden servirle para aprendizaje de lo que no se debe hacer más en el país. Su libreto debe cambiar. Las jugadas cantadas, ahora, deben ser respuestas a favor de la transparencia, del respeto a los derechos individuales, de la democracia. Como dijo Abraham Lincoln hace ya muchísimos años en Estados Unidos: Un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Algunos –los menos– censuran que se hagan críticas tan pronto al gobernante, pero eso es apelar a mantener el status quo, lo cual nos acerca al pasado más que proyectarnos a un futuro mejor, que es precisamente lo que la mayoría de guatemaltecos desea y, sobre todo, merece.
Hacer política ahora será más exigente. No se trata, como también dicen algunos, de que estemos ante un hombre sin experiencia política, porque recordemos que ese es uno de los factores por los que la gente votó por él. Más bien lo censurable es que sus respuestas, en estos casos particulares, hayan sido igual a la que hubieran dado sus antecesores y experimentados en el cargo. Eso aterra.
Al principio de su campaña hizo pocas promesas, pero en lo que siempre insistía es en que es diferente. Entonces, debe actuar diferente. Que sus colaboradores cercanos sean bien escogidos y que la prensa diga lo que quiera. A mí pueden no gustarme todos los estilos de mis colegas y medios, ¡pero tienen el derecho –universal y constitucional– de informar a su manera!… y no a la del Gobierno de turno.
Es bueno que la sociedad sea menos tolerante. A Morales la exigencia de la ciudadanía será el factor que le puede motivar para hacer bien las cosas… o será su mayor dolor de cabeza.
… quienes han llegado al poder, actúan como dueños y no como servidores públicos