Un Juez brasileño ordenó la anulación del nombramiento de Lula da Silva, como ministro de la casa civil o presidencia, -el segundo cargo más importante de Brasil-, luego que el exmandatario fuera juramentado a dicho cargo por la Presidenta de Brasil, Dilma Roussef.
La disposición judicial, difundida en medios internacionales, busca prevenir que exista una «intervención indebida y odiosa» en la policía, la fiscalía y el poder judicial al respecto del cuestionado nombramiento, por lo que varios expertos interpretan la decisión como una respuesta al clamor popular, que en las últimas horas se ha volcado en contra de las decisiones que tomaron la Presidenta y el expresidente de Brasil.
La resolución se sustenta en que la Presidenta Rousseff, podría haber incurrido en un delito de «responsabilidad» al nombrar a Lula, puesto que la ley impide al presidente de la República cometer actos contra «la probidad» de la Administración pública. Los delitos de «responsabilidad» son uno de los motivos por los que la Constitución permite realizar un juicio político con el objetivo de destituir el jefe del Estado.
Ante eso y debido las presiones producto de las manifestaciones, hoy prevén que la Cámara de Diputados retome la discusión de una posible destitución de Rousseff, quien ha vivido semanas de tensión política a raíz de la investigación Lava Jato, la cual investiga a varios políticos (incluido a Lula), por la posible implicación en el caso de corrupción de la empresa petrolera Petrobras.
Las tensiones y la polarización se agudizan en Brasil desde hace semanas, ya que tras la detención del expresidente brasileño y su declaración sobre mencionado caso, provocó que se especulara sobre el nombramiento de Lula como ministro de la presidencia y que se trataba de una estrategia para protegerlo. Ayer por la tarde la Presidenta quedó al descubierto, mediante una grabación que comprueba la preocupación de Roussef, en caso que se lo lleven detenido.
Pero más allá de la protección a Lula, lo que realmente interesa al partido de los trabajadores, según analiza la BBC, es que Dilma Roussef lo considera como la única opción para aspirar a la reelección en 2018. La credibilidad de la Presidenta pende de un hilo a comparación de Lula, quien a pesar de las sospechas de corrupción, aún goza de ser uno de los políticos más populares del planeta.