José Rubén Zamora: Dos años en prisión «por miedo a mis publicaciones»

  • En la celda número 2 del área de aislamiento de la cárcel Mariscal Zavala, el periodista José Rubén Zamora expone por qué los retienen sin libertad con ilegalidades.

El periodista Asier Vera entrevistó al periodista y fundador del desaparecido diario «elPeriódico», José Rubén Zamora, en ocasión de cumplirse dos años desde que fue detenido por la orden del juez Fredy Orellana, solicitada por el Ministerio Público tras una serie de publicaciones sobre hechos de corrupción durante la administración de Alejandro Giammattei.

Durante dos años, Zamora ha defendido y presentado pruebas de su inocencia, a la vez que responsabiliza al propio Giammattei y a la fiscal general, Consuelo Porras, de confabularse para meterlo a la cárcel y silenciar a su medio de comunicación.

Este es el artículo publicado por el diario El Mundo de España hoy:

José Rubén Zamora, fundador de ‘El Periódico’ de Guatemala: «Me tienen preso por miedo a mis publicaciones»
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Asier Vera

La celda número dos del área de aislamiento de la prisión militar de Mariscal Zavala alberga desde hace dos años al fundador y director de El Periódico en Guatemala, José Rubén Zamora. En un reducido espacio de tres por tres metros y medio, Zamora no se relaciona con ningún otro recluso y su única distracción es haber leído hasta 600 libros y caminar cada día diez kilómetros en un pequeño pasillo de 12 metros rodeado de un jardín, que denomina con ironía «los tropicales campos elíseos de una república bananera».

Desde que fue detenido el 29 de julio de 2022 en su domicilio, Zamora guarda prisión preventiva a la espera de que se repita el juicio por el que fue condenado el 14 de junio de 2023 a seis años de prisión inconmutables por lavado de dinero y otros activos. Asimismo, enfrenta otras dos causas en las que está acusado de conspiración para la obstrucción de la justicia y uso de documentos falsificados.

Para llegar a su celda cuyas paredes están ennegrecidas por la humedad, es necesario pasar tres controles y atravesar un camino rodeado de árboles con varios puestos de vigilancia militar. En primer lugar, un funcionario del Sistema Penitenciario me registró minuciosamente para evitar que entrara con objetos ilícitos. A continuación, un compañero me colocó un sello de entrada en el brazo, después de haber estampado mi firma en un libro de visitas y haber dejado el pasaporte que fue devuelto a la salida. Finalmente, otro funcionario abrió el candado de la puerta que da acceso al gallinero donde se hallan las tres bartolinas, de las cuales sólo está ocupada la del medio por Zamora, quien en 2021 recibió el Premio Rey de España al Medio de Comunicación Destacado de Iberoamérica.

Sin posibilidad de introducir un teléfono o una grabadora, la entrevista se realizó durante más de dos horas a la vieja usanza: con papel y boli. Zamora recibió a EL MUNDO con mucho ánimo, jovial y sin un ápice de encontrarse derrumbado, pese a las duras circunstancias que vive desde que fue criminalizado por el Ministerio Público. Duerme en la cama inferior de una litera, mientras que en la de arriba está un pequeño marco con una foto de su hijo pequeño sonriente. Asimismo, tiene guardada en cajas toda la documentación judicial que, según asegura, demuestra su inocencia y que no hay ninguna prueba para incriminarle ningún delito.

También están diseminadas varias publicaciones de los reportajes que realizó durante los 30 años que dirigió El Periódico, que publicó su última edición el 15 de mayo de 2023. Entre ellas, destaca una titulada Guatemala, un laberinto perfecto sin salida.

Pregunta.- ¿Cómo se siente tras permanecer dos años privado de libertad?

Respuesta.- Sigo sin poder medir los daños incalculables que me ha causado
esta prisión arbitraria y política. Dañé la carrera académica de mi hijo pequeño, quien a pesar de tener una buena preparación, está sin empleo esperando una visa política en EEUU. Mi esposa tiene un año de viudez tras haberse ido a vivir a Miami y mis tres hijos han tenido que dedicar parte importante de su tiempo para mantener vivo mi caso y han dado más importancia a mi vida que a sus carreras. Además, 200 personas que trabajaban en El Periódico se quedaron sin empleo, puesto que se acabó abruptamente 30 años de periodismo, mientras que mis fondos y los del medio de comunicación están congelados. No obstante, hay algo positivo: aprendí a vivir sin desear nada que no está a mi alcance en mi celda y eso me da paz porque creo que me puedo quedar acá hasta que llegue el momento de morirme y lo voy a esperar con coraje y fe.

P.– ¿Qué impacto internacional cree que ha tenido su ingreso en prisión?

R.- El hecho de estar preso le recuerda a los países que se preocupan por Guatemala que vivimos en un sistema que prioriza la corrupción, la impunidad y
el narcotráfico y yo soy como una señal pequeñita de que las cosas están mal y que el sistema de este país es una madriguera de corrupción incesante y descomunal.

P.- ¿Qué le mantiene vivo en la cárcel?

R.- Soy un referente para mis hijos, mi esposa y para los periodistas en el sentido de que es preferible estar de pie encerrado e incluso morirse que estar hincado por el poder en todas sus manifestaciones. Tal vez, de las personas que viven en Guatemala soy la que tiene más libertad y conciencia. Vivo en libertad porque sé que estoy preso y los demás quizá están más presos que yo y no lo saben.

P.- ¿Es la vez que más libre se ha sentido en su vida?

R.- Siempre me sentí libre. Durante 30 años, cuando abría la puerta del garaje, sentía 15 gravedades que me aplastaban. A estas alturas, siento una sola gravedad. Siempre he luchado contra poderes y fuerzas más grandes que yo, pero estando acá carezco de control para poder hacer algo por mí. Da igual si te defiende el mejor abogado del mundo o un mono. Lo único que me inquieta son insectos y arañas, pero tal vez preocupaciones acá no tengo.

José Rubén Zamora conversa con miembros de una misión de la CIDH y el Relator para Libertad de Prensa, Pedro Baca a la celda del periodista en el presidio de Mariscal Zavala.

P.- ¿Qué es lo que le mantiene preso?

R.- Pienso que es un castigo arbitrario y lo hacen porque pueden los poderes establecidos. Me tuvieron que tolerar 30 años y, finalmente, me lograron encerrar
y esperaban que muriera acá. La fiscal general, Consuelo Porras, quiere que esté 20 años en prisión por seis columnas que escribí, que eran fuertes y serias explicando por qué es una persona nefasta. Hay gente que ha asesinado y ha robado y está impune, mientras que por escribir piden 20 años. Ahora que estoy encerrado quieren aprovechar para que me quede lo más posible.

P.- ¿Se siente solo?

R.- No, siento acá a mis hijos y mi esposa, quienes se están enfocando mucho en mí y están desatendiendo sus cosas y desgastándose por mantener mi caso vivo. Les hablo todos los días a través de un teléfono que está fuera de mi celda y que puedo usar con una tarjeta que cuesta 50 quetzales (seis euros) para 50 minutos.

P.- ¿Cuando ejercía el periodismo temía ser encarcelado?

R.- Sentía que era posible que no regresara a mi casa porque me asesinarían o me meterían en la cárcel. Una vez me drogaron y me tiraron en Chimaltenango y estuve 18 horas con hipotermia, por lo que la cárcel siempre fue parte del menú que creí que podía pasar. Vi el encierro, el entierro o el destierro en mi camino.

P.- ¿Qué perspectivas tiene de futuro?

R.- Una posibilidad es morirme acá en la celda en 10 o 12 años. El otro escenario es que puedo enfrentar mi juicio en mi casa por la presión internacional y puede que caiga en manos de un juez decente y que se desestime. Podría estar ocho años más en la cárcel si apelan el Ministerio Público o los fascistas de Fundaterror (Fundación Contra el Terrorismo, una organización de ultra derecha dirigida por Ricardo Méndez Ruiz que ha puesto numerosas denuncias contra jueces, fiscales y Zamora). No obstante, si me condenan, voy a pelear hasta la última instancia, como la Corte de Constitucionalidad y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

P.- ¿Cree que la presión internacional, incluso de la ONU puede lograr su liberación?

R.- La impunidad y la corrupción es hereditaria y esta actitud de ignorar la presión internacional no es nueva. En Guatemala, hubo una guerra interna con excesos y el país quedó aislado y fueron sordos siempre, por lo que hay tradición y herencia de que a los poderes de Guatemala no les importa el aislamiento y no son sensibles a presiones internacionales. La única forma de que todo pudiera cambiar es que no solo EEUU, sino Europa, cancelara las cuentas de depósitos, activos y residencias a quienes conforman el pacto de corruptos, que es una coalición de intereses políticos, económicos y criminales que busca que prevalezca un sistema de corrupción y narcotráfico. Se sienten más cómodos con un país impune para que los dueños de Guatemala hagan lo que les dé la gana, mientras que a la disidencia de la castiga de manera severa.

P.- ¿Cree que han servido de algo todas sus investigaciones sobre corrupción?

R.- Estoy convencido de que sí. Por lo menos, un trabajo de investigación de funcionarios o contratistas corruptos es un juicio moral y por eso conspiraron para meterme acá y tenerme preso, porque tuvo impacto y lo volvería a hacer.

P.- ¿No se arrepiente de nada?

R.- No, tal vez hubiese querido encontrar la forma de lastimar menos a mi familia, pero no me arrepiento de nada.

P.- ¿Por qué cree que hay un interés de mantenerle sin libertad?

R.- Por miedo a mis publicaciones. Las últimas se refirieron a la mordida (soborno) que unos empresarios rusos llevaron al entonces presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, a cambio de una concesión de un puerto en el Caribe. Asimismo, escribimos sobre la compra de vacunas rusas Sputnik V, que contenía un contrato confidencial ridículo, que establecía que cualquier arbitraje se resolvería en Singapur. De plano eso les molestó.

P.- ¿Considera que molestó al poder?

R.- El narcotráfico es uno de los poderes de los que te hablo e hice publicaciones, como El rey del tumbe y las extorsiones que no se habían hecho en Centroamérica ni en el mundo. Debe de estar uno loco para publicarlo. Aparte de locura, a la hora de publicar mis investigaciones, también hubo cobardía y miedo porque cuando iba a sacar algo fuerte hablaba con el abogado para ver las consecuencias, aunque debí doblegar mi miedo.

P.- ¿Qué opinión le merece el actual presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo?

R.- Desde que entró Bernardo Arévalo, él no se dio cuenta, pero tuvieron el poder 72 horas cuando tuvieron la Directiva del Congreso, pero cuando la perdieron, estaban en minoría en el Congreso y las Cortes. Semilla no tiene capital humano que pueda responder a los desafíos grandes de Guatemala. Los ministros y altos cargos son gente para estar a cargo en Noruega o Dinamarca, pero no en Guatemala. Pienso que la fiscal general y los grupos de poder están esperando que él se desgaste más y cada día tiene menos apoyo político, por lo que lo van a juzgar por cualquier caso y de repente va a terminar en esta cárcel. Es más probable tener a Arévalo de vecino a que salga Porras de la Fiscalía.