José Alfredo Calderón E.
Historiador y Observador Social
El jueves 31 de mayo, se celebró en el Congreso de la República algo más que el 33º. Aniversario de la Constitución Política de la República de Guatemala. La persona que ocupa la silla presidencial, pronunció un discurso peculiar, perversidad que se debe resaltar. Hace tiempo que las singularidades de Jimmy dejaron de dar risa. Ahora solo causa enojo y preocupación. Al final, esa fea sensación de ir a toda velocidad y de noche en la cuesta de las cañas, en un carro sin frenos y con un piloto ebrio que no había conducido más que “tuc tuc” en su vida, es para darle escalofríos al más templado.
Carente de muchas capacidades, se concentra en su facilidad de palabra, herencia de su experiencia como locutor y aspirante a actor[1]. La mezcla de mesianismo, fundamentalismo religioso, comicidad de tercera y pretendidas lecciones moralinas, constituyen una amalgama que se convierte en tragedia en un país en construcción.
El jueves 31 de mayo, inicia con lugares comunes y luego le inyecta esa moralina seudo bíblica que antes, al menos, solo llamaba a risa: Haciendo alusión al trigésimo tercer aniversario de la promulgación de la Constitución Política de la República, alude lo siguiente: “La edad de la culminación del máximo ministerio del Maestro de maestros, pero también la consecución de dos números tres, el número perfecto que representa la trinidad de Dios, la tricotomía humana y la figura del triángulo.” A estas alturas, él cree tener preparada a su audiencia para que ésta reciba en adelante, no cualquier discurso, sino uno que está inspirado en palabras divinas, de las cuales, él es el portavoz. Sirve este mesianismo introductorio para auto complacerse y anunciar algo especial, que lo es precisamente, porque es pronunciado por él, de allí lo peligroso de estos modos que caracterizan a los dictadores y a los aspirantes a serlo.
Otro de los mecanismos socorridos, es asignarle roles a personas y grupos, siendo así que juega a rector moral sobre el comportamiento de empresarios, habitantes, funcionarios, embajadores, periodistas y todo aquel ser viviente que interactúe con su gobierno. Veamos esta pieza: “El estado de derecho (…) se construye con una sociedad civil objetiva, participativa y propositiva que se identifica con el desarrollo nacional y que se abstiene de ideologizar los fenómenos sociales, políticos y económicos de un país. Pero sobre todo, un estado de derecho se construye como una sociedad cohesionada que tiende y tiene un sistema de legalidad que se respeta en todo momento y un sistema de justicia objetivo e imparcial. Reconocemos que Guatemala es una república que se fundamenta en el imperio de la ley; que establece la separación de poderes, el ejercicio de la ciudadanía y la igualdad ante la ley.” Esta declaración aspiracional resume lo que él quiere pero a pesar de los señalamientos que hace a diestra y siniestra contra todos los que considera enemigos, o cuando menos opositores, habla de la necesidad de una sociedad cohesionada que él mismo se encarga de dividir con sus discursos que incluyen el odio a las organizaciones sociales y campesinas, así como la prensa. Pero en el momento que se pega un tiro en el pie, es cuando habla del imperio de la ley, la separación de poderes, el ejercicio de la ciudadanía y la igualdad ante la ley, cuando él ha sido testimonio paradigmático de todo lo contrario. Su caso judicial y sus constantes procesos de antejuicio no debieran ser obstaculizados por el representante de la unidad nacional (en teoría por supuesto). Él debiera ser ejemplo de lo que dice, lo que demuestra la porosidad de su discurso.
“En Guatemala está establecida la supremacía constitucional, y nadie es superior a ella; es decir, ningún presidente de ningún organismo del Estado es superior a la Ley, ningún ministro o secretario de Estado es superior a la ley (aplausos de FCN) ningún magistrado de la Corte Suprema de Justicia, del Tribunal Supremo Electoral o de la Corte de Constitucionalidad es superior a la ley (más aplausos del FCN), ningún fiscal general, procurador de los derechos humanos, comisionado o embajador es superior a la ley (aplausos). Y Estoy hablando de principios legales y estoy llamando a la unidad porque la ley de Guatemala y por sobre todo la Constitución Política de la República de Guatemala, es el pacto social que nos ha unido y que frenó, en parte, y como conclusión también una lucha fratricida que nos llevó a uno de los primeros pecados que nos narra la ideología judeo cristiana, el matarse entre hermanos, no estoy hablando de separación, al contrario, estoy hablando de unión…” Nuevamente la contradicción discursiva. Pero lo verdaderamente peligroso es esa mención de todos los funcionarios públicos como estando por debajo de él, que pareciera según el discurso, ser la Ley en sí misma.
Finaliza diciendo un estribillo muy repetido, como recordando que la verdad está solo en él, sus palabras son las únicas ciertas: “Lo que sí es cierto (….) los guatemaltecos estamos llamados a hacer cumplir nuestra Constitución Política de la República y a defender nuestro sistema jurídico y si lo hacemos valientemente, seremos un país, soberano libre e independiente; y ese es el reto de nuestra generación, defender nuestro orden constitucional cueste lo que cueste.”
Este cierre contiene otra aspiración velada: Muerto el verdadero caudillo, él se pone al frente del Pacto de Corruptos, y en este nuevo “refresh” no fallará, pues tiene la constitución (con minúsculas) bajo el brazo y la compañía de los “valientes”, esos que apoyarán cualquier cosa que haga, sea desde el Congreso, el Mariscal Zavala, las cortes o cualquier antro…”cueste lo que cueste”.
El discurso real se vio con la emergencia del Volcán de Fuego. Un salvavidas enorme le brindó la naturaleza, pero en la desesperación y la estulticia del que se siente derrotado, sus chapoteos alejaron el salvavidas y lo siguen hundiendo en su propio remolino.
[1] En realidad nunca fue considerado como actor por el medio y su trayectoria estuvo caracterizada por la medianía y el magro éxito que permite el pobre nivel cultural de Guatemala.