José Alfredo Calderón
Historiador y analista político
En la primera parte se dijo que: Aun cuando contó con el apoyo de algunos civiles, el levantamiento tenía motivaciones básicamente militares y el involucramiento de oficiales del ejército en la asonada fue alrededor del 50%. El plan consistió en tomar el cuartel general Justo Rufino Barrios (Matamoros) y de allí viajar a Zacapa y Puerto Barrios para que, una vez consolidada la victoria militar inicial, se pudiera regresar a la capital y ya fortalecidos, derrocar al gobierno de Ydigoras.[1]
Como ya se dijo, las delaciones obligaron al adelantamiento de la fecha y esto provocó un impacto nocivo en la organización de la asonada. El levantamiento contaba con muchas simpatías pero varios oficiales desertaron y la represión del gobierno no se hizo esperar. Si bien la Fuerza Aérea Guatemalteca –FAG– no acató la orden de reprimir a los rebeldes[2], el presidente Ydígoras solicitó ayuda a USA y echó mano de los aviones norteamericanos asentados en la flota aérea del cono sur (Panamá). Los cazabombarderos B-26 y C-46 bombardearon objetivos militares de los alzados y la rebelión fue controlada. Algunos oficiales fueron detenidos, procesados y, posteriormente, amnistiados; aproximadamente 70 se fueron al exilio en México, El Salvador y Honduras.
Otra de las acciones paralelas como reacción al levantamiento militar, fue que el Gobierno arrestó ese mismo día —13 de Noviembre— a miembros del Partido Guatemalteco del Trabajo –PGT– (Partido Comunista), del Partido Revolucionario –PR– y del Partido de Unidad Revolucionaria –PUR–, a quienes se les acusaba de estar involucrados en la conspiración militar. Para el 17 de noviembre el levantamiento había sido sofocado y días después, el 21 de noviembre, se decretó un estado de sitio en los departamentos de Escuintla, Guatemala, El Progreso, Zacapa e Izabal, lugares donde el PGT contaba con una importante base de activistas y simpatizantes.
Muchos oficiales se rindieron y se reintegraron al ejército, lo cual se consolida con la amnistía decretada por el gobierno, tanto para militares como civiles que hubieran participado en la rebelión del 13 de noviembre de 1960. Sin embargo, a pesar de la derrota militar y la persecución implacable del gobierno y las fuerzas armadas oficiales, hubo oficiales dignos que prefirieron seguir en la lucha y no aceptar la aministía: Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa, Luis Trejo Esquivel, Alejandro de León Aragón y otros más. Así es como el 6 de marzo de 1961, 23 ex-oficiales insurrectos ingresan clandestinamente a Guatemala para luchar contra el Gobierno de Ydígoras, los cuales entran en contacto con el PGT y esto provocó que su pensamiento se radicalizara y trascendiera la idea de derrocar a Ydígoras y combatir la corrupción. A partir de ese encuentro ideológico, ellos ahora querían una revolución.
Pero sucedería otro hecho que le asestó un duro golpe a los alzados en armas: el capitán Alejandro de León Aragón muere el 29 de abril de 1961 en un choque con la Policía Judicial, quedándose sin su principal líder. El grupo insurgente MR-13 venga la muerte de su comandante y el 24 de enero de 1962 cae abatido a tiros en la ciudad capital, el jefe policíaco de la Judicial: Ranulfo González Ovalle, más conocido como «Siete Litros».
En agosto de 1961, Yon Sosa anuncia la integración del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, que posteriormente (26 de febrero de 1962[3]) pasa a ser el Frente Rebelde Alejandro De León Aragón –MR-13 de noviembre– En este mismo mes y año, inician las incursiones guerrilleras en Guatemala al ocupar los poblados de Morales y Bananera en Izabal, al mando de su principal líder: el teniente Marco Antonio Yon Sosa. Los insurrectos que mantenían el alzamiento, se habían trasladado al noreste del país con la intención de tomar el cuartel de Zacapa. Las tomas de los cuarteles de Bananera y Mariscos al llegar a Zacapa fracasaron, mientras en ciudad de Guatemala se producían manifestaciones y protestas. El grupo decidió regresar a la capital y establecer allí un frente urbano. Entre marzo y abril de 1962, el MR-13 realizó sabotajes y recuperaciones de armas y dinero; entre las acciones destacadas figuraría el incendio de la refinería de la empresa petrolera estadounidense ESSO.
Con Marco Antonio Yon Sosa al frente del ahora reducido grupo de combatientes, al MR-13 tan solo le quedaron 14 ex-militares armados, todos ellos eran diplomados en la Escuela de Fort Benning, Estado de Georgia, en territorio estadounidense, todos ellos adiestrados en tácticas insurgentes y contrainsurgentes, instruidos por asesores de los marines de Estados Unidos. Esto explica cómo pudieron sobrevivir a la persecución gubernamental, mucho mayor en número, mecanismos y recursos.
En septiembre de 1962 una delegación del MR-13 viajó a La Habana, Cuba. Encabezada por Yon Sosa, sostiene varias entrevistas que incluyeron al ex-presidente Arbenz que se encontraba exiliado allí.[4] La influencia de la revolución cubana fue vital para que en diciembre de 1962, tras el regreso de la delegación del MR-13, el incipiente movimiento revolucionario se fortaleciera. Ya en Guatemala, se organiza una reunión conjunta entre el MR-13 de Noviembre, el brazo armado del PGT; el Movimiento Revolucionario 20 de Octubre y el Movimiento Revolucionario 12 de Abril que incluía al estudiantado. De esta reunión, surge un nuevo grupo armado: Las fuerzas Armadas Rebeldes –FAR– y Yon Sosa es nombrado comandante en jefe del nuevo grupo. Los representantes del MR-13 para dicha reunión fueron: Marco Antonio Yon Sosa, Luis Turcios Lima, Luis Trejo Esquivel y el coronel Augusto Vicente Loarca.[5]
Luego vendrían las pugnas internas, la orientación troskista que adquirió Yon Sosa, la emigración de combatientes del MR-13 hacia el Frente Edgar Ibarra (otro frente de las FAR); la purga interna para expulsar a los troskistas del MR-13 (abril de 1966); Luis Turcios se separa de Yon y otros acontecimientos, que por el momento no son el objeto de este artículo y que podrán retomarse posteriormente.
En 1968 el MR-13 se reunifica con las FAR y ante la muerte de Turcios, Yon Sosa se queda nuevamente al mando pero esta “reconciliación” duró muy poco. Luego viene el viaje a México de lo que quedaba del MR-13, con la intención de reorganizarse sin la presión del ejército nacional y antes de que hicieran contacto con un grupo que venía de Cuba, las fuerzas armadas de México capturan y les dan muerte al ya legendario Yon Sosa, así como a los capitanes Socorro Sical (Fidel Rascacoj Xitumul) y Enrique Cahueque Juárez, un 16 de mayo de 1970. El tiro de gracia estaba dado. Después de algunas débiles acciones urbanas, el MR-13 desaparece en 1973.
[1] Aunque inicialmente solo se pedía la destitución del ministro de la Defensa, pronto el movimiento se planteó el derrocamiento del presidente Miguel Ydígoras Fuentes.
[2] Hay múltiples referencias de la simpatía de muchos de los miembros del ejército hacia los alzados, incluyendo el período posterior ya como guerrilla propiamente dicha. El general Gramajo llegó a decir que eran un referente para el resto, pues entre ellos estaban los mejores alumnos cadetes.
[3] Para el efecto toman una radio para darse a conocer oficialmente como grupo guerrillero.
[4] Jacobo Arbenz se desempeñaba como docente en la Isla.
[5] El coronel Loarca, segundo al mando, cae abatido en julio de 1965, lo que representó otro duro golpe para el MR-13.