El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció este lunes la apertura los comercios no esenciales el 15 de junio, tras decidir mantener a su asesor especial Dominic Cummings pese a la polémica por infringir el confinamiento contra el coronavirus, esperando pasar la página de la polémica.
Reino Unido, el país más golpeado en Europa con cerca de 37,000 muertos de pacientes que dieron positivo al coronavirus, está confinado desde hace dos meses.
El 15 de junio, «tenemos la intención de autorizar a todos los comercios no esenciales, desde los centros comerciales a las pequeñas tiendas independientes, a reabrir», declaró el jefe del gobierno conservador.
Los comercios al aire libre, como ferias, y concesionarios de vehículos, podrán abrir el 1 de junio, mientras las peluquerías y los salones de belleza, así como el sector hotelero, seguirán cerrados.
En un conferencia de prensa, Johnson dijo lamentar la «confusión» y la «rabia» que agitan al país desde hace tres días.
Tras una larga explicación del asesor Cummings ante la prensa un poco antes, «la gente formará su opinión», agregó.
Ante periodistas reunidos en las jardines de Downing Street, Cummings, cerebro de la campaña del referendo de 2016 que derivó en el Brexit, explicó que no había «propuesto» ni «considerado» dimitir, a pesar de la multitud de llamamientos en este sentido, incluso en el seno de la mayoría conservadora.
El asesor explicó que había decidido ir con su mujer y su hijo de 4 años a casa de sus padres en Durham, a 400 km al noreste de Londres, cuando temía haber contraído la COVID-19, porque necesitaba ayuda con el niño. La familia se alojó en un edificio de la propiedad.
No obstante, reconoció que no había discutido ese desplazamiento con el primer ministro, que acababa de dar positivo de la COVID-19, un «error», dijo, el único que aceptó. «No creo que haya una regla para mí y una regla para la gente», afirmó.
«Indefendible»
Johnson salió en ayuda de Cummings el domingo, al afirmar que este actuó «responsablemente, legalmente y con honestidad». Pero muchos diputados conservadores siguen pidiendo la salida del consejero.
«Es un caso clásico de ‘haga lo que digo, no lo que hago’. Parece completamente indefendible, su posición es insostenible», opinó el ex ministro conservador Paul Maynard.
«Fue una prueba para el primer ministro y falló», reaccionó el jefe de la oposición laborista Keir Starmer, al denunciar «un insulto a los sacrificios hechos por los británicos».
Las críticas van más allá de lo político. Según uno de los científicos consejeros del gobierno, Stephen Reicher, Johnson «destrozó todos los consejos que le dimos sobre cómo garantizar la confianza y la adhesión» de los británicos a las consignas necesarias para luchar contra la propagación del virus.
«La pregunta ahora es: ¿aceptamos que nos mientan y que el primer ministro nos tome por tontos?», tuiteó al obispo de Leeds, Nick Baines.
En el Reino Unido, segundo país más enlutado por la pandemia con 36.793 muertos -más de 41.000 si se incluyen los casos no confirmados-, este asunto agrega un peso en la espalda de Johnson, duramente criticado por su gestión de la crisis y la adopción tardía del confinamiento.
Podría incluso tomar un giro judicial. Según The Guardian y el Daily Mirror, un jubilado que vio a Cummings el 12 de abril en Barnard Castle, a unos 50 km de Durham, presentó una denuncia por posibles infracciones de las leyes de salud.
Cummings explicó este lunes que quería ese día asegurarse de que estaba en condiciones de conducir con vistas a su próximo regreso a Londres, y que no se acercó a nadie. Sin embargo, negó rotundamente haber vuelto a Durham el 19 de abril, cinco días después de su regreso al trabajo en Londres tras su recuperación.