La Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos está investigando si el presidente, Donald Trump, abusó de su posición presionando a Ucrania con la intención de obtener un rédito político para su reelección.
A continuación, las claves de lo que se conoce hasta ahora.
La llamada del «favor»
En la mañana del 25 de julio, Trump conversó por teléfono desde la Casa Blanca con el entonces flamante presidente ucraniano Volodimir Zelenski.
Una transcripción editada que divulgó la Casa Blanca documenta que Trump le dijo: «Me gustaría que nos hiciera un favor». A continuación, el presidente de Estados Unidos pide ayuda a Zelenski para ubicar un supuesto servidor informático secreto del Partido Demócrata, y luego le dice que quiere que hable con su abogado personal, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, y con el fiscal general, Bill Barr.
En la llamada, Trump menciona también que quiere saber por qué se interrumpió una investigación sobre el hijo del exvicepresidente Joe Biden, Hunter Biden, quien integró el directorio de la empresa de gas ucraniana Burisma desde 2014 y hasta comienzos de 2019.
Ayuda militar congelada
La demora de la administración Trump para liberar un paquete de ayuda militar a Ucrania en apoyo a su lucha contra grupos separatistas que tienen el respaldo de Rusia es un hecho que ha sido muy poco disputado.
El teniente coronel Alexander Vindman, un experto en Ucrania que trabaja para el Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, dijo que el 3 de julio supo que 400 millones de dólares de asistencia estaban retenidos.
Esa retención se conoció públicamente el 28 de agosto y días más tarde, el 11 de septiembre, la Casa Blanca liberó el dinero, bajo presión de un senador demócrata.
Una funcionaria del Pentágono declaró que la embajada de Ucrania se comunicó el 25 de julio para consultar sobre la ayuda, lo que demuestra que Kiev estaba al tanto de los problemas para que se hiciera efectiva esa transferencia al momento de la llamada entre los dos presidentes.
«Quid pro quo»
La clave de la investigación que lleva adelante la Cámara de Representantes está en probar que existió un «quid pro quo» -expresión en latín que en inglés se utiliza con el sentido de «toma y daca»- en el que Ucrania tenía que investigar a Biden a cambio de la ayuda estadounidense.
Gordon Sondland, el embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea, declaró que Trump ordenó que no se reuniría con Zelenski hasta que Ucrania no hiciera un anuncio público de que comenzaba una investigación.
Sondland dijo que él interpretó que la retención de la ayuda respondía a la misma razón.
Otro diplomático estadounidense, David Holmes, dijo que escuchó una conversación en que Trump le preguntó a Sondland -que llamó a Trump desde un restaurante en Kiev a través de un celular- sobre el pedido de una investigación al presidente de Ucrania.
La defensa republicana
Trump dice que no ha cometido ninguna falta. Según él la llamada fue «perfecta» y toda la investigación no es más que una «caza de brujas» que intenta privarlo de una reelección en 2020.
Sus aliados también sostienen que no se configuró ningún delito porque la ayuda económica, que estaba aprobada por el Congreso, finalmente llegó a Kiev.
Los republicanos insisten, además, en que no existen pruebas de que Trump haya supeditado la ayuda a la apertura de las investigaciones.
Sondland declaró durante su comparecencia ante el Comité de Inteligencia que, aunque Trump nunca se lo dijo explícitamente, él concluyó que sí había un vínculo entre una cosa y otra.
La defensa no convence a los demócratas, y han aclarado que un crimen, aunque no produzca el resultado deseado, puede castigarse.
Incluso si la cámara baja, controlada por los demócratas, decide llevar adelante el juicio político a Trump, la última palabra será del Senado, donde son mayoría los republicanos. Allí, el escenario de la destitución es poco probable.