Inmigrantes empujados a hacer funcionar cueste lo que cueste mataderos de pollos en EE. UU.

El coronavirus golpeó de lleno a los obreros haitianos del sector avícola estadounidense, una mano de obra barata y vital para una industria devenida en estratégica para Estados Unidos, donde las autoridades temen una posible escasez de carne.

«Cada día, le pido a Dios que no me pase nada», dijo a la AFP Tina, empleada en una usina de procesamiento de aves del grupo Perdue en Georgetown, Delaware (este).

«Quisiera quedarme en casa con mis tres hijos pero no tengo elección. Las cuentas llegan de todas partes», explica la joven de 27 años.

Es una de las pocas personas que acepta hablar, aunque no da su nombre completo por temor a represalias, ya que Perdue es una de las más importantes fuentes de trabajo de la región.

La empresa rechaza dar información sobre los casos positivos detectados, entonces «todo el mundo tiene temor, trabajamos muy cerca unos de otros y era tal vez alguien a mi lado, a quien le hablé», que estaba enfermo, afirma Tania quien denuncia medidas sanitarias de prevención tardías e insuficientes.

«Deberían cerrar la usina algunas semanas para desinfectarla enteramente», explica, con la cara semicubierta bajo una mascarilla quirúrgica.

Los casos de coronavirus explotaron recientemente en las usinas de la península de Delmarva, una región que se extiende por el sur de Delaware, el este de Maryland y el noreste de Virginia.

Los haitianos y los hispanos han sido las primeras víctimas del virus. Componen el grueso de una mano de obra barata en un sector crucial para la economía, toda vez que la carne de pollo es la más consumida en Estados Unidos.

Convencer

La pequeña ciudad de Salisbury, sede histórica de Perdue, alberga a unos 5,000 haitianos de los cuales al menos 40% están contagiados, según la estimación de Habacuc Petion, fundador de Radio Oasis, que emite en creole, la lengua tradicional de los haitianos, para una comunidad estimada en 20.000 personas en esta región.

Muchos rechazan el confinamiento por temor a ser despedidos. «Incluso si tienen fiebre, toman un comprimido y van a trabajar», explica este responsable de asociaciones locales, de 45 años.

La covid-19 le tocó de cerca, con el deceso de su primo, de 44 años. Empleado de Perdue, fue hospitalizado a inicios de abril por insuficiencia respiratoria. Murió menos de dos semanas después.

La enfermedad progresa también por el temor a los hospitales y la barrera del idioma, estiman algunos médicos.

AFP / Eric BARADATLa doctora Nadya Julien en Salisbury (Maryland) el 2 de mayo de 2020

«Al ver las imágenes de Nueva York y las fosas comunes, las personas tienen miedo de no recibir los cuidados adecuados en el hospital y morir», explica Nadya Julien, una enfermera independiente que trata a muchos obreros en su consultorio de Laurel (Delaware).

Ella misma se contagió del virus y fue hospitalizada durante diez días en abril, y ahora cuenta su historia a sus pacientes para convencerlos de superar el miedo.

Una parte de los enfermos, que hablan creole y poco inglés, tienen dificultades en explicar sus síntomas, explica Julien.

«Tentación»

Emanie Dorival, doctora en Seaford (Delaware), alertó tempranamente a las autoridades locales sobre la epidemia al ver los casos positivos acumularse en su consultorio.

AFP / Eric BARADATLa doctora Emanie Dorival ante su consultorio en Seaford (Delaware) el 2 de mayo de 2020

«Estamos en una zona rural y no tenemos las capacidades hospitalarias suficientes si 200 casos aparecen de golpe», sostuvo.

La industria de carne de ave «es esencial, debe seguir abierta porque necesitamos comer, pero hay que garantizar la seguridad de los obreros y de la comunidad», añadió la doctora.

Ante el riesgo de escasez o perturbación del abastecimiento, el presidente Donald Trump ordenó a las usinas de procesamiento de carne de res y ave que continúen funcionando a pesar de la pandemia.

El grupo Perdue asegura que garantiza la seguridad de sus empleados: les toman la temperatura, utilizan equipamientos de protección, distanciamiento social en los espacios comunes y las líneas de producción. En donde eso no es posible, fueron instalados separadores, señala Perdue en un comunicado.

El grupo también aumentó los salarios. Según Habacuc Petion, «es una tentación a la que muchas personas no pueden resistirse».

AFP / Eric BARADAT Una campaña de despistaje de coronavirus en Salisbury (Maryland) el 2 de mayo de 2020

Las autoridades locales multiplican las campañas de testeo, y los trabajadores de este sector de actividad son prioritarios. En Salisbury, más de 1.500 personas se hicieron pruebas el viernes y sábado en el estadio de la ciudad. Los resultados se esperan para esta semana.

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