El tiempo juega a favor del presidente Nicolás Maduro, pero en contra de las buenas intenciones del papa Francisco y los deseos —y necesidades— de la oposición antichavista. El diálogo nacional con la mediación del Vaticano y el acompañamiento de tres expresidentes extranjeros podría no desembocar en la solución que muchos venezolanos esperan.
Caracas – La oposición se ha retirado de las calles ante el llamado al diálogo nacional entre chavistas y antichavistas con la mediación del Vaticano; mientras parece ganador —hasta ahora— el presidente Nicolás Maduro, los peligros de una explosión social preocupan al Vaticano, mediador en una profunda crisis que aún no ve luz al final del túnel.
El optimismo inicial de los grupos que forman la Mesa de Unidad Democrática (MUD) —en representación de los opositores— se ha debilitado rápidamente, a pesar de la firma de los primeros cinco acuerdos, ninguno de los cuales contempla la liberación de presos políticos ni la aceleración del proceso electoral, como vía para solucionar la crisis.
El enviado especial del papa Francisco para este diálogo, monseñor Claudio Celli —uno de los diplomáticos más experimentados del Vaticano— ha advertido que si fracasan las negociaciones, la vía para Venezuela podría ser la sangre, dadas las tensiones entre las partes en pugna.
El excandidato presidencial Henrique Capriles ha fijado con claridad la postura que la MUD asumirá a partir del próximo encuentro entre las partes: La oposición tiene que llevar un punto único: el tema electoral, resolver la crisis venezolana preguntándole al pueblo.
Maduro, por su parte, repite insistentemente que la revolución es irreversible, y no da muestras de querer avanzar cediendo sus posiciones más radicales. Tampoco pareciera que piensa dar marcha atrás en su lucha por minimizar el poder del Legislativo, ahora en manos de la oposición, pero cuestionado y limitado por el poder Judicial, que es controlado por él mismo.
El país enfrenta dos crisis paralelas. Por un lado la política y por otro la económica, que a su vez tiene repercusiones sociales, pues el desabastecimiento continúa y no hay medicinas, ni alimentos, dos factores que aumentan el descontento popular.
El Vaticano, al rescate
La crisis venezolana ha subido de tensión día a día durante todo el año. Cuando parecía inevitable que se dieran nuevamente confrontaciones callejeras entre fuerzas de seguridad y grupos chavistas con opositores, surgió la iniciativa de Francisco, convertida en un bálsamo temporal que podría perderse pronto si los resultados no alcanzan las expectativas esperadas.
El presidente Maduro ha logrado hasta ahora que el Consejo Nacional Electoral (CNE) retarde todo lo posible el referéndum revocatorio solicitado por la oposición. Hay una diferencia sustancial, porque si se hubiera llevado a cabo este año sería obligatorio convocar a elecciones de inmediato, mientras que si se lleva a cabo en 2017, el único que saldría es Maduro, y terminaría el período su vicepresidente, el también chavista, Aristóbulo Istúriz.
La polémica sobre este referéndum ha sido la causa de la explosión de la crisis política. Inicialmente se crearon instancias internacionales para promover el diálogo y buscar una solución negociada. Sin embargo, los esfuerzos nunca prosperaron, hasta que la Santa Sede anunció su participación de manera directa.
Monseñor Celli, muy optimista inicialmente, no lo es ya tanto. No cabe duda, existe el peligro de que el diálogo pueda fracasar, pero recuerda que el Papa goza de gran prestigio en Venezuela y ha servido de puente para sentar a las dos partes en la mesa de conversaciones.
El enviado especial se mira así mismo como un acompañante del proceso, lo mismo que los expresidentes Ernesto Samper (Colombia), José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá). Rezo para que no sea una misión imposible. No es la Santa Sede la que pierde si no hay entendimiento, es el pueblo venezolano que se hunde más, dijo a la prensa monseñor Celli.
En su última intervención para abordar este tema, Francisco se mostró siempre confiado en los resultados positivos que se puedan obtener: La Santa Sede ha enviado, por pedido de ambas partes, un facilitador para ayudar al diálogo, y eso es para servir al pueblo de Venezuela, a todas las partes; y para que se logre la paz y un acuerdo. Con la oración, con la ayuda de Jesús y la caridad se va a lograr. ¡Espero que sí! ¡Que Dios nos dé una mano a todos!, concluye el pontífice.
El Ejército, a escena
Cualquiera que llegue en estos días a Venezuela puede ver de inmediato la creciente presencia militar en todos los estados, ciudades y lugares importantes. Desde el arribo al país es fácil comprobar la intimidación por medio de retenes.
Pero los militares han ido a más. En una inusual aparición en la televisión chavista –todos los canales son controlados por el oficialismo o son gubernamentales–, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, apareció ante las cámaras con un grupo de colegas para leer un comunicado en el que se manifestó abiertamente su obediencia al presidente Nicolás Maduro, y descartó cualquier posibilidad de un golpe de Estado. Terminó su intervención gritando a una voz con sus colegas ¡Chávez vive!
Ha trascendido de malestar en algunos sectores de la institución castrense, por lo que este mensaje se tomó como una muestra de la solidez y control que se mantiene sobre la oficialidad. Varios exmilitares, que renegaron del chavismo, se encuentran en la lista de presos políticos.
El peligro de la calle
Si bien, entre los primeros acuerdos se pidió a las partes no recurrir a las manifestaciones callejeras, hay amplios sectores de la oposición que piensan que hay engaño en el diálogo y anticipan que se convocará de nuevo para que los venezolanos vuelvan a protestar.
La dirigente de Voluntad Popular (VP), María Corina Machado, es una de las críticas a este proceso de negociaciones. El diálogo ya fracasó. La vía es el juicio popular a Maduro, en la calle. El Vaticano pidió tregua y nosotros cumplimos, pero el Gobierno no. Hay que retomar la agenda de la lucha, sentenció.
El malestar popular es creciente en contra del Gobierno, ello se debe principalmente a la otra crisis, la económica. Según encuestas y sondeos realizados en diferentes distritos, más del 7 % de los venezolanos votaría a favor de revocar el mandato a Maduro. Eso explica con claridad el rechazo oficial a una convocatoria en este momento.
Por ahora, parece que el mayor peligro que amenaza al diálogo nacional es el reinicio de las marchas de protesta en las calles. Esta podría ser también la salida del Gobierno para retirarse de la mesa de negociaciones, sin embargo también es el gran peligro que se pueda cumplir el pronóstico de monseñor Celli, en el sentido de que puede correr la sangre, como ya ha sucedido en el pasado en similares manifestaciones multitudinarias, en las que se enfrenta a las fuerzas populares chavistas con los opositores.
Los acuerdos
El pasado 11 de noviembre, las partes llegaron a algunos acuerdos —no tan bien recibidos por algunos sectores opositores—. En total fueron cinco puntos en los que hubo consenso:
1.- Campo económico-social: Se estipula evitar toda forma de sabotaje, boicot o agresión a la economía venezolana. Se deben adoptar medidas urgentes para combatir el desabastecimiento de medicinas y alimentos, así como promover la producción e importación.
2.- En el campo político: Resolver en términos perentorios la situación de la Asamblea Nacional, acusada de desacato por el Tribunal Supremo de Justicia.
3.- En el marco de soberanía nacional: Se refiere al diferendo territorial sobre Guyana y los derechos legítimos de Venezuela, un tema de poca relevancia en medio de la crisis principal.
4.- Adoptar declaración conjunta Convivir en Paz: Esta declaración se firmó el 12 de noviembre, y ambas partes se comprometen a buscar soluciones pacíficas a la crisis.
5.- Reforzar institucionalmente el diálogo: Se acordó llamar a todos gobernadores del país para que tomen parte en la mesa de discusiones.
Algunos de los grupos opositores criticaron inmediatamente estos acuerdos; sobre todo porque ninguno de ellos contempla los dos temas más candentes: los presos políticos —que el gobierno se niega a llamar así—, y el referéndum revocatorio. De todas maneras, aunque se firmaron estos acuerdos, no se esperan resultados fáciles, y la gestión del Vaticano será determinante. Resta ver si el infierno venezolano alcanza a quemar a la Santa Sede.