Independencia 1821: Brotes de agitación por libertad

(Capítulo I) Relato histórico de los acontecimientos ocurridos hace 200 años

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, Europa se ve agitada desde Francia por dos grandes acontecimientos: el Imperio Napoleónico y la Revolución Francesa, con sus vientos de libertad. Ambos alteran las estructuras de poder del Viejo Continente. Los efectos en América son los procesos independentistas ante una España que pierde su poder hegemónico. En el Reino de Guatemala no hay explosiones, tan sólo agitaciones.


Estados Unidos, de la mano de George Washington, da el primer grito de emancipación en América (1776). Europa entra en un proceso de grandes cambios militares, políticos y sociales, los cuáles tendrán grandes repercusiones en nuestro continente, conquistado por las tres grandes potencias de la época: España, Inglaterra y Portugal.

El Reino de Guatemala —como se le conoce entonces—, tiene categoría de Capitanía General, y comprende un territorio de aproximadamente 530 mil kilómetros cuadrados, con una población que no alcaza los dos millones de habitantes, en su mayoría indígenas, pero hay muchos mestizos y criollos españoles, con una pequeña comunidad de peninsulares.

En México sucede el Grito de Dolores el 16 de septiembre de 1810, y una guerra para lograr la independencia se inicia de inmediato, mientras se registran levantamientos armados por libertad en Venezuela, Chile y La Nueva Granada (Colombia). Aquí, en cambio, transcurren las primeras dos décadas del siglo XIX con apenas algunas rebeliones de grupos pequeños y dos conspiraciones sin consecuencias trascendentales.

La más importante

Entre 1811 y 1818, Guatemala tiene como Capitán General al comandante José Bustamante y Guerra, quien se caracteriza por su dureza y una activa vigilancia a la que somete a la población en general y, particularmente, a los grupos que considera como opositores al trono de España.

Entre los movimientos independentistas más trascendentales cabe destacar la Conjura –o Conspiración– de Belén, que tuvo lugar entre octubre y diciembre de 1813, descubierta antes de alcanzar su objetivo y que concluye con la captura de los implicados –tres de ellos frailes–, quienes son llevados a juicio y condenados.

En un documento guardado en el Archivo General de Centro América, se puede leer la causa que se les siguió a quienes se reunían periódicamente para promover un movimiento independentista. En ese documento, el fiscal togado que se encargó de la acusación, presenta sus conclusiones. En una parte del documento se lee lo siguiente:

… Y no pudiendo dudarse de que las reuniones celebradas por los conjurados para establecer la independencia en Guatemala, terminaban a una verdadera sedición popular, cuyo objeto primario al propio tiempo que era el establecimiento de la independencia, y negar a S. M. la fidelidad y obediencia jurada, también se extendía a poner en ejecución todo los medios de realizar este plan; despojando de su autoridad al Capitán General y a otros; apoderarse de las armas, de los fondos públicos y particulares; expeler a los Europeos, y en una palabra, trastornar el orden y atacar la tranquilidad y seguridad pública; de aquí se deduce que los acusados deben ser juzgados por aquellas autoridades que las leyes designan.

El proceso concluye con la sentencia de muerte para 15 de los conspiradores, entre ellos José Francisco Barrundia y Cepeda, quien años después firmaría el Acta de la Independencia y luego sería presidente de la Federación Centroamericana. La sentencia de muerte se modifica posteriormente, y la mayoría de los acusados recobran su libertad en 1819, cuando Bustamante es sido sustituido por Carlos de Urrutia y Montoya.

El que no corre con esa suerte es el indígena q’eqchi’, Manuel Tot, quien muere torturado en la cárcel de la Capitanía General de Guatemala. Hasta la fecha, Tot es considerado como mártir de la Independencia.

Imagen del líder indígena Manuel Tot, quien se considera mártir de la independencia, tras su participación en la Conjura de Belén.
Otras conspiraciones

La inquietud independentista y el malestar hacia las actitudes tiránicas de Bustamante se perciben en todo el Reino de Guatemala. Antes de los acontecimientos de Belén, el 11 de noviembre de 1811, tiene lugar un motín en la rica provincia de El Salvador.

Resulta que el cura José Matías Delgado –quien más tarde fuera el presidente de la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas de Centro América– encabeza un movimiento que en su momento parece agresivo. Junto a otros personajes, entre ellos Manuel José Arce y Juan Manuel Rodríguez, someten a las autoridades españolas, penetran al parque de armas y se apoderan de tres mil fusiles y municiones. También toman doscientos mil pesos acuñados, que servirán para apoyar a una Junta de Gobierno surgida de ellos mismos.

El llamado que hacen para obtener adhesiones a su causa es aplacado por una respuesta que proviene de la Capitanía General, y la réplica que se logra desde los púlpitos. La iglesia católica tiene fuerte influencia para evitar que el movimiento crezca. Bustamante envía a un grupo de mediadores, pero con suficiente fuerza militar como para obligar a los rebeldes a deponer su actitud.

El grupo de alzados, sin respaldo popular, se rinde y son arrestados Manuel José Arce y Matías Delgado.

Otro acto de rebeldía surge en León, Nicaragua, ciudad culta y religiosa. Es un sacerdote guatemalteco, Benito Miguelena –enemigo de los clérigos españoles– se levanta casi en solitario, pero pronto su causa cobra fuerza, al extremo de lograr que el intendente José de Salvador, se ve obligado a renunciar. Esto ocurre el 13 de diciembre de 1811.

Pero la situación parece encenderse prontamente, porque el 22 de diciembre Granada se levanta también en armas y se habla de una emancipación de la corona española. Esta insurrección se prolonga durante los primeros meses de 1812.

Cuadro de la época, que presenta a Manuel José Arcé montando caballo.

Desde Tegucigalpa, Bustamante envía tropas y se traban feroces combates, hasta que los alzados se ven obligados a negociar una tregua. El obispo Nicolás García Jerez, quien además tenía el cargo de Gobernador, ordena la captura de los cabecillas, a quienes amenaza con fusilar, aunque luego solamente les deja en la cárcel.

Como puede verse, mientras que en otras latitudes se libraban batallas verdaderas, en el Reino de Guatemala no se pasa de importantes escaramuzas, que son controladas con relativa facilidad, porque nunca obtienen la fuerza militar suficiente y el apoyo popular tampoco llega a los niveles esperados.

El gobernador Bustamante recomienda –sin obtener respuesta–, que la Corona Española repartiese tierras a mulatos e indígenas, con el fin demagógico de aplacar en las masas cualquier idea independentista. Nunca tuvo respuesta y fue destituido de su cargo en 1817, por lo que ya no se encuentra en Guatemala cuando se produce la independencia formal de España.

La historia patria

Este es el primero de una serie de reportes históricos que Crónica publicará durante el mes de septiembre, sobre la independencia de Guatemala y los acontecimientos previos y posteriores que marcaron nuestra historia.

Estos trabajos abarcarán los acontecimientos previos y posteriores al 15 de septiembre de 1821, con sus personajes y consecuencias, incluyendo el vergonzoso capítulo en el que Guatemala se anexa a México, con el consecuente malestar de algunas provincias centroamericanas.

Finalmente veremos la creación y desmoronamiento de la Federación de Repúblicas Centroamericanas.

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