Solo les falta hablar. Los perros pueden reconocer una misma palabra aunque sea pronunciada por desconocidos, una predisposición para la comprensión del lenguaje que se creía que solo los humanos tenían, según un estudio divulgado este miércoles en Royal Society.
Se sabía que los perros domésticos comprenden órdenes simples como «¡sentado!», y que son capaces de reconocer voces humanas familiares que pronuncian frases conocidas.
Pero se desconocía cómo perciben la palabra humana y su fonética.
Un equipo de la Universidad británica de Sussex ha realizado una experiencia con 70 perros domésticos de diferentes razas, a los que les han hecho escuchar sílabas, sin sentido para ellos, pronunciadas por desconocidos, 13 hombres y 14 mujeres.
Al observar la reacción de los perros a diferentes estímulos sonoros (por el método conocido como «habituación-deshabituación»), los investigadores han descubierto que estos llegan a conocer términos pronunciados («hid», «had» y «who’d») por diferentes personas.
Es decir, que han logrado «generalizar los fonemas independientemente de las personas que los pronunciaban», explica a la AFP David Reby, profesor de etología de la Universidad francesa de Lyon Saint-Etienne y coautor del estudio.
«Se pensaba hasta ahora que esta capacidad de categorizar las palabras, sin entrenamiento previo, estaba reservado a los humanos. Pensamos que no es el caso», añade Holly Root-Gutteridge, de la Universidad de Sussex, también coautora del estudio.
«Este tipo de reconocimiento de fonemas es un prerrequisito del idioma ya que para hablar, tiene que ser capaz de identificar una misma palabra a través de diferentes locutores», subraya la investigadora.
El estudio sugiere que los perros logran, a través de unas palabras, sin sentido para ellos («heed», «heard», «hood»…), detectar la voz de las personas que no conocen.
«Son por tanto capaces de formar muy rápidamente una representación de la voz», otro prerrequisito para comprender la palabra, dice David Reby.
Otros animales, como las chinchillas o las ratas, ya habían probado capacidades del mismo tipo, pero con un entrenamiento previo.
«Es la primera vez que logramos estos resultados de manera espontánea», dice la investigadora.