«Es el símbolo del verano», se regocija Francesco, un residente de Roma, mientras saborea con avidez su cono con ‘gelato’, el célebre helado artesanal, uno de los productos más populares de la gastronomía italiana.
La ‘gelateria’, la heladería, es además uno de los puntos de atracción de la plaza del barrio popular Testaccio, a pocos pasos del casco histórico, donde los niños corretean y los adolescentes han vuelto a hostigar con sus motocicletas, saboreando de nuevo la libertad.
El silencio que reinó por más de dos meses en toda la ciudad debido al encierro obligatorio por el coronavirus desapareció y ahora reinan los gritos de los niños y ha vuelto el tráfico, aunque en menor medida.
Francesco, de unos cincuenta años, confesó que esperaba impaciente la reapertura de la heladería, especializada en un producto artesanal, muy diferente a los helados industrializados que se fabrican en otros países.
Para los italianos, ir a tomar un ‘gelato’ no solo es un rito sino que también debe ser un producto artesanal, con características propias, según una receta tradicional que suele pasar de generación en generación.
Desde el Renacimiento, las familias nobles, en particular Catalina de Médicis que lo exportó a Francia, se apasionaron por ese producto creado a base de leche, nata y huevos, que aún figura entre las excelencias de la gastronomía italiana y que se servía como postre inclusive desde la antigua Roma.
«¡Tengo que recuperar el tiempo perdido! ¡Amo el helado, es parte del verano, para mí quiere decir que el calor ha regresado!», confiesa Francesco, mientras saborea su helado de vainilla y chocolate, cubierto con crema de leche.
Según un estudio publicado esta semana por Coldiretti, la principal organización agrícola italiana, el consumo de helados se multiplicó tras el fin del confinamiento y la llegada de los días soleados.
«Realmente lo extrañé», cuenta por su parte Marco, con una camiseta veraniega que revela los brazos tatuados, mascarilla al cuello, listo para probar «el mejor helado de Roma».
El joven aprovechó que el corazón histórico de Roma aún está desierto debido a la ausencia de turistas por el coronavirus, por lo que las heladerías históricas están medio vacías.
Los pocos residentes y empleados de la zona también aprovechan para ir a esas famosas ‘gelaterias’ sin tener que hacer fila, como suele ocurrir.
Visitar Giolitti, la elegante cafetería fundada hace 120 años, entre las más antiguas de la ciudad, localizada entre el Panteón y el parlamento, es un lugar obligado para los amantes del helado, tanto por variedad como por calidad.
Algunos sabores, como el de crema de sabayón y el tiramisú, figuran entre los más apreciados.
Italia, líder mundial en helado artesanal, cuenta con 39,000 heladerías, que emplean a unas 150,000 personas, con ventas anuales de 2,800 millones de euros (3,100 millones de dólares).
Cada italiano consume más de seis kilos de helado en promedio por año, según Coldiretti.
Una pasión que requiere 220 millones de litros de leche, 64 millones de kilos de azúcar, 21 millones de kilos de fruta fresca y 29 millones de kilos de otros productos por año.