Además de tener dos de las mejores plantillas del continente y el mundo, estos clubes tienen a grandes estrategas en la cabeza.
Entrenadores, pero también caballeros: Jupp Heynckes y Zinédine Zidane encarnan la elegancia de sus clubes, la ‘klasse’ (clase) del Bayern de Múnich y el ‘señorío’ del Real Madrid y, desde luego, no abandonarán estos valores el miércoles en las semifinales d la Liga de Campeones.
Nombrado en otoño en medio de un ambiente tenso, Jupp Heynckes suavizó la situación y motivó a sus hombres.
El veterano entrenador, de 72 años, impuso su poder apoyándose en los pesos pesados de la plantilla opuestos a su predecesor Carlo Ancelotti. Unas estrellas a las que devolvió sus responsabilidades y su orgullo, al tiempo que integró nuevas caras (Tolisso, James).
Habiendo ganado el triplete en 2013 con varios jugadores todavía en activo, llegó acompañado de un aura de mago para el vestuario. «Le quieren todos los jugadores, el ambiente en el club es de serenidad», dijo el director general del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge, refiriéndose al técnico como una «persona extraordinaria».
La historia de Zidane es similar: a principios de 2016 tomó las riendas de un Real Madrid dejado a la deriva por Rafael Benítez y lo convirtió en una máquina de ganar con ocho títulos conquistados de once posibles desde entonces, incluidas dos ‘Champions’ consecutivas.
«Zidane nos cambió la vida», resumía hace un año su presidente Florentino Pérez en una entrevista con AFP. «Tiene esa autoridad sobre los jugadores porque fue un gran futbolista».
Gracias a su gestión humana, ‘Zizou’ logró dejar en el banquillo a pesos pesados como James Rodríguez -finalmente traspasado al Bayern- o Gareth Bale. Con él todos tienen su oportunidad, como Marco Asensio y Lucas Vázquez.
– Dos emblemas –
Zidane es francés pero con el más laureado de los clubes españoles, el flechazo fue inmediato.
«Sus valores son los del Real Madrid y es una historia de amor, bonita y eterna», dijo Pérez, que lo fichó como jugador en 2001.
‘ZZ’ ha pasado por todos los puestos en el Real Madrid: consejero del presidente, después director deportivo, entrenador adjunto, técnico del filial y por último entrenador del primer equipo. «Tengo el ADN del Real Madrid, esta es mi casa», resumía el marsellés.
Recientemente prorrogó su contrato como técnico hasta 2020 y asegura disfrutar del día a día, pese a una presión monstruosa. La pasada semana salió en defensa de la institución blanca, calificando de «vergüenza» las críticas que hablaron de «robo» para referirse a la clasificación obtenida contra la Juve en cuartos.
Heynckes, por su parte, es un personaje central del Bayern Múnich… aunque nunca haya jugado en el equipo. Es su cuarta etapa como técnico del Bayern y fue su triplete Bundesliga-Copa-‘Champions’ de 2013 lo que le encubró.
Cuando volvió a principios de octubre, cuando estaba tranquilamente jubilado, reconoció que lo hizo por «pura pasión por el Bayern» y por amistad con el presidente Uli Hoeness, con quien fue campeón del mundo en 1974.
– Conectados con los jugadores –
En el día a día, Heynckes explica claramente lo que quiere, no dudando en multiplicar sus apartes con jugadores. Y después les concede una confianza ciega.
Así, ‘resucitó’ a Thomas Müller y ha hecho progresar al portero Sven Ulreich hasta un punto de que se habla de él para el Mundial.
Este ganador de la ‘Champions’ con el Real Madrid, en 1998, también ha vuelto a colocar a James en la senda del éxito, ayudado por su dominio del castellano.
«Aportó un nuevo espíritu al equipo», afirmó el defensa Mats Hummels, quien añadió que «la cosa va bien con muchos jugadores en cuanto dice claramente: ‘quiero ver esto o aquello, y no volver a ver esto o aquello'».
Zidane, por su parte, intenta aportar su serenidad. «Lo que sientes, tienes que transmitirlo a tus jugadores. Basta con ser tranquilo», decía tras la clasificación in extremis contra la Juve.
El francés defiende contra viento y marea a sus jugadores y éstos le devuelven la confianza: «estamos con él a muerte», dijo el brasileño Marcelo.
En resumen, «ZZ» es un facilitador, que tira de complicidad y de su aura de leyenda futbolística para sacar lo mejor de cada uno.
«Me gusta el juego, me gusta que mis futbolistas jueguen», explica. «Transmito a los jugadores lo que soy», añade.