«Teníamos 28 días de que no venía el agua», se queja Rosario López, de 24 años, en una barriada de Tegucigalpa, una ciudad sometida a severos racionamientos al disminuir las reservas ante la peor sequía que afronta Honduras en décadas.
La joven participó el viernes 13 junto a otros pobladores del empobrecido barrio El Chile, cercano al centro capitalino, en el bloqueo de un puente en demanda de agua. Pero fueron desalojados por la policía con bombas lacrimógenas.
Pobladores de otros barrios que también bloquearon calles con neumáticos encendidos para reclamar por el agua, igualmente fueron desalojados por policías.
Después de la toma del puente, «nos tiraron el agua por un ratito» en el barrio, dijo a la AFP López, una mujer delgada, trigueña, de mediana estatura, sentada frente a su casa de tablas y techo de zinc.
Añadió que durante los días sin agua llegó una vez un camión cisterna a abastecer el vecindario, enviado por el sistema estatal de aguas. El resto lo cubrió comprando a vehículos privados que venden a dos dólares el barril de 20 galones.
«Tiene que llover y (las autoridades) tienen que hacer más represas para que haya más agua. Cuando llueve se desperdicia el agua porque solo hay dos represas», se queja Cenia Tomasa Amador, de 47 años, sentada en la acera junto a López.
Emergencia por sequía
El presidente Juan Orlando Hernández, declaró emergencia nacional por la sequía el 5 de septiembre, cuando empezó a mermar el nivel de las dos represas que abastecen el 65% de los 1,3 millones de habitantes de Tegucigalpa.
Desde el lunes, la entrega de agua potable en la ciudad se hace cada siete días, había advertido el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) ante la falta de lluvias y los bajos niveles de las represas.
A inicios de setiembre, el SANAA había dado un calendario para el suministro de agua cada cinco días por zonas, pero muchos barrios pasan semanas sin el servicio.
La institución detalló en un informe que la represa La Concepción, con capacidad para 36 millones de metros cúbicos, solo tiene 7 millones.
La represa Los Laureles, de 10,5 millones de metros cúbicos, alberga 3 millones.
Ambas represas están convertidas en dos charcos de agua amarillenta, con cuencas resecas de cerros cubiertos de variedades de roble.
A los dos embalses que abastecen a la capital se suma la fuente de la montaña La Tigra, norte.
«Estamos llegando al nivel más crítico de la historia de los embalses», lamentó el presidente Hernández durante una visita reciente a La Concepción.
«En los últimos 30 años nunca habíamos tenido una sequía como ahora», lamentó el gobernante en otro evento. «Esto que estamos viendo es un reflejo de la forma en que impacta el cambio climático en el mundo y en especial en Honduras», recalcó.
Hernández lanzó un programa de reforestación de más de dos millones de plantas para tratar de mitigar el impacto del cambio climático.
La meteoróloga de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), Estefana Velásquez, vaticinó lluvias para la segunda quincena de septiembre que podrían llenar el embalse Los Laureles y hasta la mitad de La Concepción «si se cumplen los pronósticos».
Hizo votos para que llueva más de lo previsto, «de lo contrario, los racionamientos serán peores en el 2020», alertó la experta.