El hondureño Alejandro Espinoza escapa del confinamiento y la miseria provocados por el nuevo coronavirus con esculturas de figuras mayas que exhibe en un bulevar de Tegucigalpa.
Espinoza rompió el aburrido aislamiento en su casa de la empobrecida colonia Tres Mayo, oeste de la ciudad, con su improvisado oficio de escultor, que descubrió a sus 43 años.
Espinoza buscó en Internet unas figuras mayas y, con cincel y martillo, elaboró figuras sobre una pared de piedra en la carretera al aeropuerto. Su obra ha despertado la admiración de los transeúntes y de la prensa local, y le generó ingresos con las propinas que le dejan quienes llegan a verlo.
En la pared de unos 14 por 5 metros va tomando forma la representación de la leyenda del sol y la luna y el calendario maya, una cultura indígena que habitó desde México hasta el noroeste de Honduras en los primeros 900 años después de Cristo.
Para los mayas, el sol (Kinich Ahau) era un dios y la luna (Ixchel) era la esposa.
Según la leyenda, la luna fue infiel al sol y escapó con el rey de los buitres. El sol se disfrazó con piel de venado y se hizo pasar por muerto.
Cuando un buitre trató de devorar al «venado», el sol lo atrapó y lo obligó a que lo llevara al castillo de su rey, donde recuperó a la luna.
«La idea del muro la tengo desde niño, contó Espinoza a la AFP. «Ahora me vine a poner como loquito (a esculpir) pero ya no me da pena porque a la gente le gusta» la obra, agregó.
El improvisado escultor, quien dejó el oficio de carpintero por falta de compradores de mesas, sillas y otros enseres en su comunidad, se protege con su mascarilla y sigue el protocolo para protegerse de la COVID-19 mientras trabaja.
Honduras registra 771 casos de COVID-19 y 71 muertes.