Historia: Lejos de España… pero bajo El Imperio

Agustín I se ha proclamado emperador en México, las provincias del Reino de Guatemala se declaran independientes de la Corona española, pero no todos piensan en la construcción de una nueva e integrada nación. Las corrientes e intereses varían entre ibéricos, criollos, conservadores y liberales. Tras la anexión consumada, las divisiones y guerras marcarán la primera mitad del siglo XIX.


El escenario es de efervescencia política en el Reino de Guatemala. Chiapas primero, Quetzaltenango después, e invita a que le sigan Suchitepéquez, Sololá y Antigua. Se han unido al Plan de Iguala del pomposo emperador mexicano, Agustín I y les siguen Guatemala, Honduras, Nicaragua, mientras El Salvador y Granada quieren sostener su independencia plena.Costa Rica observa de una manera neutral los acontecimientos y no anuncia su determinación de unirse o mantenerse independiente. Agustín de Iturbide ha enviado un oficio al servil Gabino Gaínza, en el cual le manifiesta que ya marcha hacia Guatemala un ejército de protección. Lo contradictorio es que aquel afán expansionista se esconde bajo aparentes buenas intenciones, porque el emperador habla de fortalecer la anexión para evitar cualquier ambición extranjera en torno a la incipiente nación independiente.

Gaínza no es el único anexionista, otro impulsor de la idea de unirse a México es el marqués de Aycinena, quien promueve la realización de cabildos abiertos para impulsar aquella intención de la que poco se entiende o sabe la mayoría de habitantes. Además, entre los ibéricos existe la misma tendencia por intereses económicos.

Los patriotas o independentistas sufren ataques de aquellos, mejor organizados y con el poder en sus manos. Estos quieren llegar a la realización del Congreso que debe ser convocado según el Acta de Independencia —artículo 2.o — y decidir así el futuro y tipo de gobierno que se desea. Pero la estrategia violenta y astuta de Aycinena y Gaínza puede más.

El historiador Alejandro Marure, en su obra Bosquejo Histórico de las Revoluciones de Centroamérica, narra así aquel momento de hostigamiento que acontecía en Guatemala: Estas animosidades tomaron un carácter más serio la noche del 30 de noviembre (1821) en que tuvieron un encuentro, en las inmediaciones del templo de San José, los republicanos de la Junta Patriótica de la Universidad con un grupo de imperiales que acaudillaba el doctor don Mariano Larrave, que entonces funcionaba como alcalde. De una y otra parte se procedió con el mayor acaloramiento; los patriotas dando voces y gritos alarmantes y Larrave mandando a hacer fuego sobre ellos sin reparo alguno.  Esta fue la primera vez que los partidos presentaron en Guatemala una escena de sangre, y las primeras víctimas de la revolución fueron los liberales Mariano Bedoya y Rodrigo Maida.

El siguiente paso es la votación que se pide a todos los ayuntamientos: en los primeros días de enero de 1822 se obtienen los resultados: 104 ayuntamientos votan por la anexión; 23 piden que sea decisión del Congreso —que ya nunca se integra—; 11 piden anexión condicionada; 32 dejan que el gobierno decida y; 67 no responden.

El acto está consumado. Gaínza, el Jefe Supremo político y militar, dice que Guatemala no tiene capacidad para gobernarse por sí misma. Un traidor consumado.

Son muchos los historiadores que concluyen que las condiciones bajo el poder de Iturbide son peores que las de la Corona de España, y que, como bien cita Marure, aquellos votos se han emitido con premura, sin deliberación y sin libertad, y no representan los intereses de la población.

San Salvador pronto exige que se integre el Congreso y no acepta la anexión, aunque otros ayuntamientos de esa provincia si lo deciden.

Las fuerzas guatemaltecas intentan aplacar a los salvadoreños, pero no doblegan su resistencia, en buena medida por la ineficiencia del coronel Manuel Arzú. Es entonces cuando Iturbide releva

del mando a Gabino Gaínza y encarga el gobierno al italiano Vicente Filísola, quien desde joven se unió a la armada española y fue enviado a la Nueva España; para este momento es general del ejército imperial, y uno de los favoritos de Agustín I. Filísola ingresa a Guatemala el 12 de junio de 1822 con un ejército de cerca de 600 hombres. Diez días después toma el control del Gobierno; Gaínza sale para México y luego el nuevo Jefe Supremo, no sin complicaciones, somete a las fuerzas salvadoreñas, que pelean bajo las órdenes de Manuel José Arce y José Matías Delgado.

Al claudicar ante Filísola, los salvadoreños acuerdan someterse a la anexión, pero sin tener dependencia con Guatemala, sino la quieren directamente de las autoridades mexicanas. Es decir, se acepta el yugo del imperio, al tiempo que se abre la división entre las provincias centroamericanas.

Camino a la nueva independencia

En el imperio de Iturbide existe una creciente agitación y oposición en su contra. Filísola explica la situación y la razón por la que él mismo llama a la integración del Congreso de Centro América en los términos establecidos en el Acta de la Independencia. Dice así el militar y Jefe Supremo en ese momento: Estoy viendo con toda claridad la horrorosa anarquía en que se halla México, y para salvar de ella a Guatemala, no encuentro otro arbitrio que el que contiene el decreto que tengo el honor de presentar… Convoca así al Congreso.

En México el general Antonio López de Santa Anna deja de ser seguidor de Iturbide —a quien llamaba amadísimo general—, y pasa a la oposición, lo califica como el déspota más injusto que en lugar de ser el libertador se convirtió en un tirano. Un movimiento en contra del emperador se ha puesto en marcha y se concreta con una Proclama de Veracruz, en la que se llama a crear una Nación con igualdad, justicia y razón.

Iturbide enfrenta una rebelión, producto del Plan de Casa Mata, que provoca el restablecimiento del Congreso de México, el cual establece el sistema federal de facto y termina con el poder central único. Lo importante para Centroamérica es que, por iniciativa de diputados liberales, pone el sello para que las provincias de Centroamérica sean libres de pronunciarse en el sentido que más les conviniera.

El Congreso acuerda la salida de Iturbide y el poder pasa a un triunvirato: fin del imperio y de la anexión centroamericana a México. Pronto un Congreso de las cinco provincias ratificará fin a la anexión oficialmente y dará paso a una Federación Centroamericana.

Según el historiador, Francisco Polo Sifontes, en su Historia de Guatemala, el breve paso por esta anexión dejó Guatemala una huella negativa muy grande, que él resume en tres puntos específicos de la siguiente manera.

La ocupación de las fuerzas mexicanas produjo una bancarrota en las pobres finanzas del país, los pagos de la tropa y su manutención, debieron ser cubiertos con magros recursos fiscales, golpe severo al país. Pronto el oro  migró hacia México, quedando aquí ruina y deuda pública.

La participación de Guatemala al lado del Imperio contra El Salvador, produjo un sentimiento de odio entre ambos Estados, lo que fue el germen de la desunión de Centro América y sus futuros conflictos.

Por último, hemos de anotar que la provincia de Chiapas se perdió para siempre para Centro América. (La próxima semana: Aires de Unión Centroamericana)

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