Hermetismo y control en Nicaragua, donde crece el temor al caos por la pandemia

Habitantes y médicos de Nicaragua temen que el país esté a las puertas del caos por la rápida propagación de la COVID-19, ante la falta de medidas para contenerla y un hermetismo oficial sobre los contagios en el territorio.

«Estamos entrando a una fase de propagación comunitaria rápida del virus. A medida que la curva exponencial siga aumentando y produciendo mas afectados, se va a poner una situación caótica», advirtió a la AFP el epidemiólogo Álvaro Ramírez.

La emergencia sanitaria inquieta a los nicaragüenses, en medio de denuncias de hospitales colapsados por pacientes con males respiratorios, y muertos por «neumonía atípica», según los registros, que son sepultados en cajones sellados, en «entierros express», sin velatorios ni funerales multitudinarios.

Esta situación se ha hecho especialmente evidente en la ciudad de Chinandega (noroeste), considerada el epicentro del contagio.

Extraoficialmente se estima que el país cuenta con entre 5.000 y 6.000 camas hospitalarias y 160 ventiladores. No hay datos oficiales.

Foco de contagio

AFP / INTI OCON Un joven con una máscara para prevenir el contagio del coronavirus en Esteli, Nicaragua, el 23 de marzo de 2020

Policías y otros sin uniformes mantienen una guardia en los alrededores de hospitales y cementerios para alejar a periodistas que intentan tomar fotos, videos, o hablar con familiares de pacientes.

Como muchos otros aislados de sus seres queridos internados, los familiares del popular exjugador de softbol Alberto «Paraíso» Mendoza, se vieron impedidos de acompañarlo en los 11 días que pasó hospitalizado hasta su muerte en un hospital de Chinandega.

Mendoza, de 74 años, había sido ingresado el 2 de mayo con «fiebre, tos y los pulmones sucios», contó a la AFP su esposa, Consuelo Mendoza.

Ese fue el último día que vio a su esposo. Tras el fallecimiento, tuvo tres horas para preparar el funeral y solo una hija pudo asistir, lamentó la mujer.

El acta de defunción dice que Mendoza murió de «insuficiencia respiratoria y neumonía atípica», pero su familia sospecha que lo mató el coronavirus.

La presidenta de la Asociación Médica Nicaragüense, Gretel Solís, aseguró que el país está en una instancia de «transmisión comunitaria» de la COVID-19, es decir, que se propaga entre la población a nivel local.

El Observatorio Ciudadano, una iniciativa de la sociedad civil, contabilizó hasta el 13 de mayo 266 fallecidos y 1.270 casos sospechosos de coronavirus. Por el contrario, el Ministerio de Salud reconoce solo 8 muertos y 25 contagios en el país.

La Coalición Nacional, que agrupa a varias organizaciones opositoras, emitió un comunicado en el que denuncia el manejo de la información de la administración de Daniel Ortega: «Las familias de fallecidos por COVID-19 enfrentan a un gobierno que les miente, les entrega actas de defunción que no se corresponden con la verdad diagnóstica».

«Hombres de blanco»

Según la Coalición Nacional, «los dolientes son obligados a perseguir camionetas con el ataúd para conocer el lugar donde van a enterrar a sus seres queridos», y «son amenazados por policías o paramilitares para que no digan la verdad sobre las causas de la muerte».

La alarma se ha disparado por la divulgación de videos en medios de comunicación y redes sociales de los «hombres de blanco», como se conoce entre la población al personal de salud que custodia los ataúdes para los llamados «entierros express», realizados generalmente de noche.

La vicepresidenta Rosario Murillo considera que hay una campaña opositora para poner a la población contra el gobierno.

Además acusa a los medios y redes sociales de «crear realidades falsas», y que usan videos de otros países para «hacer creer que son de Nicaragua», en alusión a los entierros express.

Esta semana, también el jefe de la diplomacia estadounidense para Latinoamérica, Michael Kozak, dijo que hay varios reportes creíbles de que el avance del coronavirus en Nicaragua es mucho mayor a las cifras del gobierno, y pidió a Ortega «sincerarse».

«A ciegas»

Según el neumonólogo Carlos Quant, muchos médicos «están trabajando a ciegas» sin diagnósticos precisos por la falta de pruebas, y «obviamente no se le puede dar a los pacientes los tratamientos que existen, que son compasivos».

«A los hospitales están llegando muchos enfermos con datos sugerentes de COVID-19, tanto clínicamente como radiológica, pero las pruebas no están disponibles (…) así es que muchos de estos casos terminan con diagnóstico de neumonía atípica», dijo Quant, que trabaja en un centro médico privado.

Solo el ministerio de salud tiene facultades para hacer pruebas de COVID-19, ya que los privados no fueron autorizados a adquirir el test, explica Quant.

Otro galeno que prefirió el anonimato lamentó que, además de la amenaza de despidos o de perder el título, los profesionales de la salud afrontan el temor de contagiarse y afectar a sus seres queridos.

La Asociación Médica Nicaragüense contabiliza al menos 74 contagios entre médicos, enfermeros y personal de apoyo en hospitales.

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