«Hay que matar todo lo que no sirve en un relato»

 

 Valeria Cerezo ganó el premio Monteforte Toledo en el 2015, por su cuento La Raíz, y es finalista del Certamen de cuento BAM Letras 2016, con La Muerte de Darling, publicada este año por F&G Editores. En la siguiente entrevista define su estilo literario y brinda consejos a los que empiezan su camino literario.


¿Cómo se define usted en el tema literario?

Leo y escribo por placer, porque no me concibo sin hacerlo. No escribo como un medio de expresión personal ni de catarsis. Tampoco de denuncia. Siempre mantengo una distancia saludable entre lo que escribo y mis ideologías, mis creencias y mis posturas políticas, porque para hacer discurso están las columnas de opinión, los libros de análisis sociológico y político, los ensayos críticos. Yo escribo ficción literaria. Nunca mezclo mi vida personal con mi trabajo; escribo desde la tangente. La realidad —la mía y la de otras personas— la utilizo únicamente como sustrato para armar una historia. Lo que sí hago es involucrarme con mis personajes, trato de meterme en su piel. Es como el método stanislavski en la actuación; algo muy interesante porque me obliga a romper mis propios paradigmas, aunque a veces convertirse en tantas personas puede ser muy desgastante emocionalmente. También soy fiel creyente de la famosa frase que indica que es mejor mostrar que explicar.

¿Cuál es su principal inspiración al escribir cuentos?

Al contrario que la mayoría de los escritores, no soy una persona muy observadora. Más bien soy despistada, pero muy visceral. Por eso necesito mantenerme atenta para capturar las cosas que me mueven. En algún momento encuentro algo que me parece bello, intrigante, digno de contarse. Y toda mi energía se va a ese territorio, que puede ser una circunstancia, un rostro o un lugar interesantes; un recuerdo inesperado o una casualidad. Y cuando me quedo sin qué escribir, salgo a buscar sentimientos haciendo cosas divertidas, descabelladas y a veces hasta peligrosas.

¿La brevedad o lo extenso es su estilo?

En cuanto a eso no toco ningún pito; trabajo según lo que me exija la historia. Esta es la prioridad. Hay historias que solo requieren de un par de páginas para tener fuerza; si no, las matas de policitemia y al lector lo matas de aburrimiento. Hay otras que te exprimen más y más palabras y te sacan cientos de páginas para que queden redondas, completas. Tengo cuentos de una página, una trilogía de novelas de aventura marítima que supera las mil páginas y una novelita que apenas rasca las cien. Las historias mismas llevan la batuta en cuanto a la extensión. De manera que tengo que estar ojo al Cristo para no excederme o quedarme corta.

¿Qué barreras debe superar una persona que empieza a escribir?

Sobre todo, barreras internas. Estas son dos muy comunes: una, es el mito de que escribir depende de la inspiración sublime. No. Escribir es un trabajo arduo, una educación constante y un compromiso que requiere de grandes esfuerzos y sacrificios, además de aprender a tolerar grandes dosis de frustración. Uno tiene que trabajar con la misma seriedad y rigor con la que trabajan los médicos o los ingenieros. La inspiración son chispazos que hay que capturar al vuelo, pero que resultan estériles sin el rigor del trabajo. La otra barrera es el ego. Uno suele enamorarse de su trabajo —especialmente al principio— y eso no te permite crecer. Es una cárcel. Hay que experimentar. Hay que matar a los Darlings, como decía Faulkner; matar todo aquello que nos gusta mucho, pero que no funciona dentro del relato. Y hay que superar barreras externas, como el tiempo.

¿Cuáles son sus principales proyectos?

Terminar el libro al que pertenece La raíz, el cuento que ganó el premio Monteforte Toledo, para que sea publicado lo más pronto posible y no se quede en el purgatorio. Esta es una serie de cuentos muy diferentes a los de La muerte de Darling; muy viscerales, de carácter muy humano. Quiero completar también el segundo libro de cuentos que es primo de La muerte de Darling y buscarle suerte en un certamen en España. Es importante también vender y ubicar bien a la trilogía martítima; tocar puertas dónde sea necesario para que llegue a los lectores. Y editar las otras cuatro novelas que tengo engavetadas.

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