- Si la cabeza está mal, el cuerpo anda mal. Este es un principio de la sabiduría popular, que se puede trasladar a lo siguiente: Si el sistema político está mal, la democracia anda mal.
- En Guatemala, la democracia ha enfrenta constantes crisis, precisamente porque el sistema político no funciona, derivado de la pobreza de sus partidos políticos y líderes.
Análisis de Crónica
Guatemala es un país pequeño con una población de 18.5 millones de habitantes, la mayoría de ellos viviendo en niveles de pobreza, mientras muchos optan por migrar ante la falta de oportunidades y la permanente inestabilidad sociopolítica que impide encontrar una ruta al desarrollo.
¿Cuál es la causa? Aunque pueden incidir varias, se puede decir que el sistema político que se intentó construir tras los gobiernos militares que cedieron el poder en 1986, ha resultado insuficiente y, tras cuatro décadas, la democracia guatemalteca naufraga sin instituciones sólidas y con un multipartidismo que impide cualquier paso progresista.
A pesar del tamaño de la población, Guatemala cuenta con 27 partidos políticos –solamente los gigantes sudamericanos Argentina y Brasil tienen más en la región–, pero ninguno de ellos reúne las cualidades básicas de lo que se considera un buen partido político.
Cualidades de los partidos
La academia y los expertos en materia política dicen que, en un sistema auténticamente democrático, los partidos políticos deben cumplir con ciertas cualidades esenciales para garantizar la representación ciudadana, la competencia justa y el fortalecimiento institucional.
Al ver la lista de estas cualidades y conociendo la actuación, estructura interna y actividad de los partidos políticos, podemos concluir que ninguna de las 27 organizaciones inscritas en el Registro de Ciudadanos del Tribunal Suprema Electoral (TSE) reúne estas características. Por lo tanto, esta lista muestra lo que falta en los partidos chapines:
Representatividad: no reflejan los intereses y valores de distintos sectores de la sociedad, no incluyen diversidad ideológica, social y regional dentro de su estructura.
Transparencia y rendición de cuentas: Incluso en época electoral es improbable que informen de todas sus fuentes de financiamiento. De hecho, se estima que muchos de los partidos reciben dinero de estructuras criminales, como narcotráfico. Por tanto, no crean mecanismos de control interno.
Participación ciudadana: media vez quedan inscritos en el TSE y a pesar del financiamiento del Estado para ello, no tienen campañas permanentes de filiación. Prueba de ello es que, salvo la UNE y el PAN, dos de los partidos con más años de existencia, ninguno alcanza el número de 32.000 afiliados.
Selección democrática de candidatos: ¡Jamás! Esta práctica simplemente no existe. El dueño del partido –en algunos casos es un grupo muy pequeño– es quien negocia y decide las candidaturas, tanto para presidente como para alcaldes y diputados. Esto hace que el mejor postor, sea el que resulte proclamado por unas bases que no son más que círculos de amigos.
Cuadros políticos preparados: Los partidos no cuentan con programas internos de capacitación para formación de nuevos líderes y potenciales funcionarios públicos.
Las organizaciones políticas en nuestro país sirven únicamente como vehículos electoreros y no son instituciones que se crean para fomentar el buen quehacer político y los principios democráticos.
Los efectos del multipartidismo
Un multipartidismo exagerado como el nuestro puede generar varias desventajas, entre ellas:
Fragmentación del poder: La proliferación de partidos dificulta la formación de mayorías estables en el Congreso, lo que lleva a gobiernos débiles o inestables.
Dificultad para formar coaliciones sólidas: Las alianzas parlamentarias suelen no ser sólidas y, casi siempre, dependen de negociaciones oscuras que se hagan para mantenerlas.
Falta de claridad ideológica: Muchos partidos con propuestas similares –y sin sustancia real– confunden al electorado y diluyen las diferencias programáticas, lo que dificulta la identificación de una opción clara para gobernar.
Aumento del populismo y los partidos oportunistas: Un exceso de partidos facilita la aparición de grupos que buscan captar votos con discursos populistas o sin propuestas concretas, aprovechando la fragmentación del electorado.

Inestabilidad institucional: Ningún partido político que ha ganado las elecciones generales lo ha vuelto hacer en procesos posteriores (DC-MAS-PAN-FRG-UNE-PP-FCN-VAMOS-SEMILLA). Los cambios frecuentes de partidos haciendo Gobierno debilitan las instituciones y afectar la gobernabilidad a largo plazo.
Mayor dificultad para la rendición de cuentas: Con muchos actores políticos en juego, la responsabilidad de los errores de gobierno puede diluirse, dificultando que el electorado sancione a los partidos responsables.
Por estas razones, aunque el multipartidismo puede enriquecer la democracia al ofrecer más opciones al electorado, su exceso genera inestabilidad y dificultar la gobernabilidad efectiva.
El deber ser de un partido político
Los partidos políticos son pilares fundamentales de la democracia moderna. Su deber es representar a los ciudadanos, formular políticas públicas responsables, fiscalizar al gobierno y garantizar la participación política. Sin embargo, cuando se desvían de estos principios y actúan en función de intereses particulares, generan corrupción, desafección ciudadana y crisis de gobernabilidad
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Veamos lo que se espera de un buen partido político, reiterando que, entre los 27 partidos existentes, ninguno cumple con estos requisitos para ser calificado de buena organización al servicio de la democracia.

Representación y Participación Ciudadana: Un partido político debe ser el vínculo entre la ciudadanía y el Estado. Su función principal es representar los intereses de los ciudadanos y ofrecer espacios de participación política, promoviendo la inclusión de distintos sectores sociales en la toma de decisiones. Para lograrlo, debe garantizar mecanismos democráticos internos que permitan la elección de sus líderes y la formación de cuadros políticos comprometidos con la sociedad.
Propuesta y Formulación de Políticas Públicas: Los partidos políticos son los principales actores en la formulación de políticas públicas. Deben diseñar programas de gobierno basados en estudios y en la realidad del país, promoviendo soluciones a problemas sociales, económicos y políticos. Estos programas deben ser coherentes con su ideología y con las necesidades de la sociedad.
Control y Fiscalización del Gobierno: En una democracia, los partidos de oposición cumplen un papel esencial al fiscalizar la labor del gobierno. Su deber es denunciar irregularidades, proponer alternativas y garantizar la transparencia en la gestión pública. Debe ser en un actor crítico y propositivo todo el tiempo.
Formación Política: Un partido político debe fomentar la educación cívica y la formación de líderes. Esto implica la capacitación de sus miembros en valores democráticos, derechos humanos y administración pública. La ausencia de formación política puede generar liderazgos improvisados, populistas o autoritarios que atenten contra el orden democrático.
Transparencia y Ética en el Ejercicio Político: La corrupción y la falta de ética son algunos de los principales problemas que afectan a los partidos políticos. Un partido comprometido con la democracia debe regirse por principios de transparencia, rendición de cuentas y gestión honesta de los recursos públicos. La corrupción dentro de los partidos no solo afecta su credibilidad, sino que también pone en riesgo la estabilidad del sistema político.
Los peligros de un sistema que no sirve
Cuando los partidos políticos no cumplen con su deber, como es nuestro caso, el sistema democrático se ve amenazado por diversos problemas. A continuación, se analizan las principales consecuencias de la desviación de los partidos de su propósito original.
Uno de los principales efectos de la mala gestión de los partidos políticos es la pérdida de confianza en la democracia. Cuando los ciudadanos perciben que los partidos no los representan y que solo buscan beneficios personales, aumenta el abstencionismo electoral y la apatía política. Este fenómeno favorece el surgimiento de candidatos populistas que prometen cambios radicales sin estructuras partidarias sólidas.
Este es el listado de los partidos políticos vigentes ante el TSE:
- Partido de avanzada Nacional (PAN)
- Valor
- Todos
- Podemos
- Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)
- Unidad Nacional de la Esperanza (UNE)
- Partido Unionista (Unionista)
- Bienestar Nacional (BIEN)
- Visión con Valores (VIVA)
- Frente de Convergencia Nacional (FCN)
- Compromiso, Renovación y Orden (CREO)
- Victoria (Victoria)
- Movimiento Político Wikaq (Winaq)
- Vamos por una Guatemala Diferente (VAMOS)
- Prosperidad Ciudadana (PC)
- Movimiento Semilla (Semilla)
- Partido Azul (Azul)
- Partido Político Nosotros (PPN)
- Cabal (Cabal)
- Cambio (Cambio)
- Partido Popular Guatemalteco (PPG)
- Comunidad Elefante (Elefante)
- Voluntad, Oportunidad y Solidaridad (VOS)
- Partido de oportunidades y desarrollo (Poder)
- Jaguar (Jaguar)
- Partido Verde Guatemalteco (PV)
- Nuevos Tiempos (NT)
(Partidos en letra negrita han hecho gobierno)
La falta de transparencia y ética en los partidos políticos da lugar a la corrupción y el uso del aparato estatal para fines personales o clientelares. Esto genera un círculo vicioso en el que el poder se convierte en un medio para el enriquecimiento ilícito y no en un instrumento para el bienestar social. Casos de financiamiento ilegal, compra de votos y nepotismo son comunes en sistemas donde los partidos políticos han perdido su función representativa.
En el escenario en que nos encontramos, es fácil que surjan líderes autoritarios que prometen soluciones rápidas y drásticas. Estos líderes suelen concentrar el poder en sus manos, eliminar la oposición y debilitar las instituciones democráticas. El ejemplo de Alejandro Giammattei es claro.
En este contexto, es fundamental que los partidos políticos recuperen su función esencial y fortalezcan sus mecanismos internos de democracia, transparencia y formación de líderes. Solo así podrán cumplir con su propósito y evitar el debilitamiento de la democracia, que en última instancia, puede conducir a escenarios de inestabilidad y autoritarismo.
El reto de los partidos políticos en la actualidad es demostrar que son capaces de servir al interés público y no solo a sus élites internas. La democracia no puede sobrevivir sin partidos sólidos, pero estos deben estar a la altura de las expectativas ciudadanas para garantizar la estabilidad y el progreso de las sociedades.
En el caso de Guatemala, no hay ningún partido que llene los requisitos mínimos para ser considerado una organización positiva para la democracia.