Peter Handke recibió el premio Nobel de Literatura este martes en Estocolmo, donde manifestantes y personalidades denunciaron las posturas proserbias del escritor austriaco en las guerras de la ex-Yugoslavia en los años 1990.
Al decidir, en octubre, otorgarle el prestigioso galardón al novelista de Carintia, la Academia sueca suscitó una ola de indignación en los Balcanes y en otras partes del mundo por el apoyo de Handke al otrora hombre fuerte de Belgrado, Slobodan Milosevic.
Hasta el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, se dijo indignado por este Nobel que, a sus ojos, «no tiene ningún valor». «Entregar el premio Nobel de Literatura el día de los derechos humanos a un personaje que niega el genocidio en Bosnia-Herzegovina es como premiar las violaciones de los derechos humanos», declaró este martes en la televisión turca.
La polémica casi eclipsó a la laureada de 2018, Olga Tokarczuk, psicóloga de formación y militante de izquierdas, ecologista y vegetariana.
A sus 77 años, Peter Handke recibió el galardón de manos del rey Carlos XVI Gustavo durante una ceremonia formal con los laureados de las otras categorías, excepto la de la Paz, cuyo galardón se entregó en Oslo al ministro etíope, Abiy Ahmed, por la reconciliación llevada a cabo con Eritrea.
Las celebraciones culminarán con un suntuoso banquete al que fueron invitados 1,200 personas elegidas al azar.
En la mesa de honor del banquete, organizado en el Ayuntamiento, Peter Handke estará ubicado en la zona más alejada de la familia real, mientras Tokarczuk cenará junto al rey y al príncipe Daniel, esposo de la princesa heredera Victoria, y sentada frente a la reina Silvia.
Boicots y dimisiones
La Academia sueca decidió galardonar a Handke por su obra que, con «ingenio lingüístico, exploró la periferia y la singularidad de la experiencia humana», y alabó a «uno de los escritores más influyentes de Europa desde la Segunda Guerra Mundial».
La institución, que siempre ha defendido que trabaja para que la política no se inmiscuya en su actividad, se empleó sobre todo en reconstituirse durante los dos últimos años, tras el escándalo de agresiones sexuales que la hizo implosionar en 2017. El caso comportó el retraso en la atribución del premio de 2018, que finalmente cayó en manos de Olga Tokarczuk.
Handke «no es un escritor político», insistió el presidente del comité Nobel de Literatura, Anders Olsson.
Sin embargo, la elección del austriaco no parece haber calmado la situación, más bien al contrario.
Una miembro del comité Nobel de Literatura anunció a principios de diciembre que dimitía a causa del laureado. Y el viernes, horas antes de que Handke diera una rueda de prensa, un eminente académico, Peter Englund, anunció que no asistiría a la ceremonia de entrega del premio.
«No participaré en la semana del Nobel este año. Celebrar el premio Nobel de Peter Handke sería pura hipocresía por mi parte», anunció Englund, historiador y escritor, en el periódico sueco Dagens Nyheter.
Secretario perpetuo de la Academia Sueca entre 2009 y 2015, Englund cubrió los conflictos de los años 1990 en los Balcanes para diarios suecos.
Los embajadores de Kosovo, Albania, Turquía y Croacia también anunciaron que boicotearán los festejos.
En 1996, un año después del fin de los conflictos en Bosnia y en Croacia, Peter Handke publicó un panfleto, «Justicia para Serbia», que generó polémica. En 2006, asistió al funeral de Milosevic, que falleció antes de escuchar su veredicto por crímenes de guerra ante la Justicia internacional.
Manifestaciones en Estocolmo
Tras la ceremonia de entrega de los premios, entre 500 y 1,000 personas se reunieron en pleno centro de Estocolmo para una manifestación anti-Handke, blandiendo banderas bosnias y portando brazaletes blancos, como los que los serbios de Bosnia obligaron a llevar a los no serbios en 1992.
Premiar a Handke fue «la mala decisión», declaró a la AFP Ernada Osmic, una refugiada bosnia que llegó a Suecia en 1995 con su hija.
«Tiene derecho a escribir lo que quiera. El problema es que está siendo honrado por sus escritos», reaccionó por su parte la organizadora de una de las manifestaciones, Teufika Sabanovic, entrevistada por la AFP.
En una rueda de prensa el pasado viernes, el escritor quiso evitar polémicas y afirmó que a él le gusta «la literatura, no las opiniones».
Pero, en una entrevista con el semanario alemán Die Zeit en noviembre, Handke defendió su controvertido apoyo a Serbia. «Ninguna de las palabras que escribí sobre Yugoslavia es denunciable, ni una sola. Es literatura», afirmó.