Peter Handke, laureado con el Nobel de Literatura 2019, dedicó el sábado su «lectura», discurso obligatorio para recibir el prestigioso premio, al lugar que dedica a los recuerdos en su obra.
Olga Tokarczuk, ganadora del premio de la edición de 2018, que había sido aplazada un año, eligió en su lectura hablar de una visión sombría de un mundo «moribundo».
Ambos laureados, así como los ganadores del Nobel de Medicina, Química, Física y Economía, recibirían sus premios el martes de manos del rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo.
Ningún periodista fue autorizado a asistir a los discursos, pronunciados en sala de la Bolsa situada en la primera planta de la Academia Sueca, que entrega los premios, «por razones de seguridad», afirmó a la AFP una fuente próxima a los organizadores.
Las intervenciones fueron en cambio retransmitidas en directo en la web de la Fundación Nobel.
La lectura del escritor austriaco, que la víspera revivió en una rueda de prensa la polémica por sus posiciones proserbias durante las guerras que desintegraron la ex-Yugoslavia en los años 90, evitó con cuidado cualquier controversia.
El autor de 77 años se concentró así en sus reminiscencias literarias y el rol central de los relatos de su madre. Muy emocionado durante la lectura de su texto, prefirió no responder a las críticas.
El viernes dijo que le gustaba «la literatura, no las opiniones», lo que confirmó con su intervención llena de referencias literarias y que culminó con un poema del nobel de 2011, el sueco Tomas Tranströmer.
En 1999, Handke condenó la campaña de bombardeos de la OTAN sobre Serbia dirigida a forzar a Slobodan Milosevic, hombre fuerte de Belgrado, a retirar sus tropas de Kosovo.
En 2006 acudió al funeral de Milosevic, fallecido antes de conocer su veredicto por crímenes de guerra ante la justicia internacional.
Esta polémica podría eclipsar a la ganadora de la edición 2018, la polaca Olga Tokarczuk, psicóloga de formación y políticamente de izquierdas, ecologista y vegetariana, y quinceava mujer que recibe la prestigiosa recompensa desde su creación en 1901.
En su lectura Tokarczuk lamentó el egocentrismo de uno mismo, la obsesión por la autopromoción y una mirada al mundo «en pedazos, separados unos de los otros, por pequeños trozos que son muchas galaxias separadas entre sí».
Para la escritora de 57 años, «el mundo está moribundo y nosotros somos incapaces de verlo», obnubilados por nuestra propia puesta en escena.