Hamburgo, Alemania | AFP |
por Yannick PASQUET y Frank ZELLER
Vehículos incendiados, columnas de humo sobre la ciudad, múltiples manifestaciones y omnipresencia policial. El centro de Hamburgo parecía en estado de sitio antes del inicio este viernes de la cumbre del G20.
Según Benjamin Laub, de 53 años, su barrio se asemeja a una zona «en estado de excepción» desde hace días.
«Hace ya una semana que se escuchan helicópteros constantemente, los buses están detenidos, la gente deja sus automóviles aparcados en sus casas y, por primera vez en Alemana, me llevo mi pasaporte cuando salgo» debido a los controles policiales, se queja.
Miles de manifestantes volvieron a salir a las calles este viernes, primer día de la cumbre de los dirigentes de las mayores economías del planeta y países emergentes. Esta vez, con el objetivo de bloquear el acceso al recinto del encuentro a las delegaciones oficiales.
Y consiguieron ralentizar los cortejos diplomáticos que intentaban abrirse camino en medio de la agitación, y de paso perturbar un poco el inicio de las negociaciones del G20.
Según la policía, se pincharon los neumáticos de la delegación canadiense.
Se quemaron numerosos vehículos, algunos de ellos de la policía, y nubes de humo negro cubrieron parte del centro de Hamburgo y del barrio cercano de Altona a inicios de la mañana.
El panorama en algunas calles de Altona era desolador, con coches calcinados y restos de las barricadas.
«Con 200 personas hemos mostrado a millones que es posible llevar la protesta a las calles, que no debemos aceptar todo lo que viene de arriba», dice a la AFP uno de los manifestantes, que no quiere dar su nombre por temor a las represalias de la policía.
– ‘Zona en guerra’ –
Alrededor hay un baile continuo de helicópteros de la policía. «Empezamos a ver cómo puede ser la vida en una verdadera zona en guerra», dice Benjamin Laub.
Algunos manifestantes también lanzaron este viernes bengalas hacia los helicópteros.
En varios lugares de la ciudad y en cruces estratégicos que llevan al centro de congresos se organizaron reuniones, sentadas y cadenas humanas.
Y, en cada ocasión, se repetía la escena: pronto aparecían los cañones de agua para dispersar a los manifestantes. La policía también usó gases lacrimógenos después de ser blanco del lanzamiento de pintura negra.
Un poco más lejos, varios manifestantes utilizaron paraguas para protegerse, sentados en el suelo, del lanzamiento de agua desde los camiones de la policía.
En la noche del jueves ya se registraron enfrentamientos entre manifestantes y policía, dejando un balance de 111 heridos leves entre los agentes, 29 personas arrestadas y 15 puestas en detención preventiva.
Las autoridades esperan hasta 100.000 manifestantes a lo largo de varios días al margen del G20, el primero del presidente estadounidense, Donald Trump, y en el que se hablará sobre todo de comercio y clima.
El sindicato de la policía GdP condenó el viernes «los ataques masivos de grupos extremistas violentos» y denunció que los llamados Black Blocks — grupos de manifestantes vestidos de negro y con pasamontañas asociados al movimiento anarquista — «han confiscado las manifestaciones pacíficas».
Casi 20.000 policías venidos de toda Alemania se han desplegado en la ciudad portuaria con motivo de la cumbre como medida antiterrorista y para evitar la violencia de las cerca de 30 marchas convocadas.
No obstante, la mayor manifestación se espera el sábado. La cumbre corre el riesgo de parecer una fortaleza asediada hasta el último momento.