Hallan la genética de las habilidades no cognitivas que influyen en el éxito educativo

Las habilidades no cognitivas junto a las cognitivas son contribuyentes importantes al logro educativo de una persona y conducen al éxito a lo largo de la vida, según un nuevo estudio de un equipo internacional publicado en la revista ‘Nature Genetics’, que proporciona evidencia de que heredar genes que afectan otras cosas además de la capacidad cognitiva es importante para comprender las diferencias en los resultados de la vida de las personas.

«Los estudios genéticos del logro educativo se iniciaron con el objetivo de identificar los genes que influían en las capacidades cognitivas. Han tenido cierto éxito al hacerlo pero resulta que también han identificado la genética que influye en una variedad de otras habilidades y características», explica Daniel Belsky, profesor asistente de epidemiología en la Universidad de Columbia.

«Lo que más me sorprendió de nuestros resultados fue que estas habilidades no cognitivas contribuyeron tanto a la heredabilidad del logro educativo como la capacidad cognitiva», añade.

De la influencia genética total en el logro educativo, conocida como heredabilidad, las habilidades cognitivas representaron el 43 por ciento y las habilidades no cognitivas, el 57 por ciento.

De manera similar a la genética de las habilidades cognitivas, la genética de las habilidades no cognitivas se relacionó con logros fuera de la escuela, como tener trabajos más prestigiosos, obtener ingresos más altos y vivir más tiempo. Y los genes asociados con las habilidades no cognitivas mostraron relaciones con estos otros resultados de la vida que eran tan fuertes o más fuertes que las relaciones observadas con la genética cognitiva.

«Estos resultados fueron una prueba de concepto importante –señala Belsky, quien también trabaja en el Robert N Butler Columbia Aging Center–. Nos mostraron que la genética de habilidades no cognitivas tiene implicaciones para la economía y la salud pública similares a la genética de las habilidades cognitivas».

El estudio utilizó un método llamado ‘estudio de asociación de todo el genoma’ o GWAS, por sus siglas en inglés, para estudiar lo que los economistas han llamado ‘habilidades no cognitivas’, definidas como comportamientos y habilidades que no se miden con las pruebas tradicionales de CI pero que se cree que ayudan a las personas a ser más exitosos en la escuela, en sus trabajos y en la vida en general.

El estudio se basa en los resultados de un estudio anterior que realizó un GWAS de logros educativos. Los investigadores aplicaron un nuevo método estadístico para desarrollar una comprensión de la esencia de las habilidades no cognitivas y cómo las correlaciones genéticas con las habilidades no cognitivas divergían de las correlaciones genéticas con las habilidades cognitivas, medidas mediante pruebas estandarizadas de CI.

«Tomar prestada una estrategia de economistas que estudiaron a personas con la misma capacidad cognitiva pero diferentes años de educación nos permitió asociar las variaciones en el grado de escolarización de las personas más allá de su asociación con el rendimiento de las pruebas cognitivas –explica Michel Nivard, profesor asistente de psicología biológica en la Vrije Universiteit Amsterdam–. Pudimos realizar este tipo de análisis usando un nuevo método que desarrollamos llamado Modelado de ecuaciones estructurales genómicas, una forma de combinar datos de múltiples GWAS al mismo tiempo».

«Este enfoque nos permite aprovechar el poder de bases de datos genéticos gigantes como el Biobanco del Reino Unido para estudiar la genética de los rasgos y comportamientos que no fueron medidos directamente en los participantes de la investigación», añade. Usando este novedoso método, los investigadores fueron capaces de llevar a cabo GWAS de habilidades no cognitivas en datos de cientos de miles de individuos.

«Nuestro GWAS identificó 157 ubicaciones diferentes en el genoma humano relacionadas con habilidades no cognitivas –relata Perline Demange, candidata a doctorado en psicología biológica en la Universidad de Vrije y autora principal del artículo junto con Margherita Malanchini, profesora de psicología en la Universidad Queen Mary de Londres–. Identificamos señales de genes que son desproporcionadamente activos en los tejidos cerebrales, similar a lo que se ha encontrado para la genética de las capacidades cognitivas».

Las asociaciones genéticas individuales descubiertas en el GWAS fueron de muy pequeña magnitud. «Cualquier variante genética individual realmente tuvo una influencia trivial en el fenotipo –explica Malanchini–. Sin embargo, al sumar estas pequeñas asociaciones, podemos crear medidas compuestas llamadas puntuaciones poligénicas. Estas medidas pueden luego aplicarse a los datos genéticos de los participantes de la investigación para estimar la probabilidad de que alguien muestre un resultado (o fenotipo) en particular».

En este estudio se crearon puntuaciones poligénicas en seis conjuntos de datos del Reino Unido y nuevos de personas nacidas en diferentes momentos a lo largo del siglo XX en los Países Bajos, Estados Unidos y Nueva Zelanda.

En general, la genética de las habilidades no cognitivas se asoció con una mayor tolerancia a los riesgos, una mayor disposición a renunciar a la gratificación inmediata, un comportamiento menos arriesgado para la salud y un retraso en la fertilidad. Los investigadores también observaron que la genética de habilidades no cognitivas se asociaba con una constelación de rasgos de personalidad relacionados con el éxito en las relaciones y en el trabajo, como ser curioso y ansioso por aprender, ser más estable emocionalmente y ser más trabajador y ordenado.

«Ha habido mucho debate sobre qué son las habilidades no cognitivas y cuál es la mejor manera de medirlas. Motivación, persistencia, agallas, curiosidad, autocontrol, mentalidad de crecimiento: estas son solo algunas de las cosas que la gente ha sugerido que son habilidades no cognitivas importantes», observa Paige Harden, profesora de psicología en la Universidad de Texas y co-líder de la investigación junto con Belsky y Nivard.

«Para la personalidad y el comportamiento de riesgo, vimos las relaciones que esperábamos; la genética de habilidades no cognitivas se asoció con un comportamiento menos arriesgado y un perfil de personalidad que asociamos con la madurez y la competencia social y profesional –señala Harden–. Pero los resultados para la salud mental fueron una sorpresa».

Los investigadores encontraron que la genética de habilidades no cognitivas que se asociaron con el logro educativo también se relacionó con un mayor riesgo de esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo y anorexia nerviosa.

«Este es un ejemplo de lo que los genetistas llaman pleiotropía –recuerda Harden–. Nuestro resultado nos advierte contra una visión simplista de que las variantes genéticas sean buenas o malas. La misma variante genética que predispone a alguien a ir más lejos en la escuela también podría elevar su riesgo de desarrollar esquizofrenia u otro trastorno mental grave».

Los autores también publicaron una pregunta frecuente para acompañar su artículo, que advierte contra el uso de los resultados de este estudio, o cualquier investigación genética, como evidencia de que el rendimiento educativo o las habilidades no cognitivas de los niños no se pueden mejorar con la intervención o la política.

Harden advierte de que «la influencia genética siempre debe entenderse a través de la lente de la historia y las estructuras sociales. Estos resultados nos dicen lo que es, no lo que podría ser. Nada en nuestro estudio debería desalentar las inversiones para asegurar que todos los niños alcancen su máximo potencial», señala.

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