Hace unas cuantas semanas aparecieron noticias del retiro del PNUD —El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo—de Nicaragua. La razón: miedo. Dentro de poco, la CICIG llegaría a ese país hermano a desmantelar el castillo de mentiras y corrupción construido por Daniel Ortega. Es mejor prevenir que lamentar —como dice el dicho de todos los tiempos.
En lo personal, yo no creo que el miedo sea a la CICIG. No. Lo que hay que prevenir es que los nicas se contagien del afán chapín de salir del miedo y darle la cara al futuro. Los tiempos cambian: la chapinización de Nicaragua es una posibilidad que está cada día más cerca.
Me explico:
hace apenas cuatro años y dos meses, el Domingo 11 de septiembre del 2011, para ser exactos, en elPeriódico, Mario Vargas Llosa escribió un artículo que he guardado en la memoria: Reflexiones sobre una Moribunda, el cual se refería a la creciente desmantelación de la unidad Europea (la moribunda), y, de paso, describió con crudeza lo que en aquellos momentos era una realidad: la colombianización de Guatemala. Lo dijo así:
Hace unos diez años, a todos nos parecía una rareza hablar de la colombianización de Guatemala. Ahora ya no. Los medios cubren a diario todo tipo noticias sobre el narcotráfico y hacen comentarios sobre su abrumadora presencia en todo el país. Es un hecho: Guatemala se ha colombianizado. Ahora ya no es una idea, es una creencia compartida por la mayoría de chapines. Para hacerle honor a la verdad, la colombianización a la que me refiero es a la situación que se vivía en ese hermano país antes de la llegada al Gobierno de Álvaro Uribe.
En ese mismo artículo, Mario Vargas Llosa, viendo hacia el futuro de Guatemala, describió un segundo escenario cruel que, según él, pasaría de la colombianización a la nicaraguanización de Guatemala. Y lo dijo así:
Pero lo peor que podría pasarnos como país sería pasar de la colombianización a la nicaraguanización de Guatemala. Todavía no nos hemos nicaraguanizado, es cierto, pero vamos por ese camino, porque lo que está ocurriendo en estos momentos en Nicaragua con la farsa de la reelección de Daniel Ortega, será lo que sucederá en Guatemala dentro de cuatro años si quien gana la segunda vuelta es Manuel Baldizón y su mafia de políticos tramposos vestidos de caperucitas rojas.
Como genial escritor, Mario Vargas Llosa remató la nicaraguanización de Guatemala con estas palabras:
La sabiduría popular nicaragüense ha hecho esta imagen de lo que ocurre ahora en Nicaragua. Se trata, dice Sergio Ramírez, en su artículo Elecciones Inverosímiles, en elPeriódico del 16 de Octubre del 2011, de esta imagen: En Nicaragua el tigre anda suelto (Daniel Ortega), mientras el burro (el pueblo) está amarrado.
Las similitudes que existen entre la estrategia de Daniel Ortega para perpetrarse mañosamente en el poder y las ambiciones políticas de Manuel Baldizón son extraordinarias. Ambos personajes parecen haber ido a la misma escuela y haber tenido al mismo tutor: el falso populismo de izquierda es la escuela y Chávez es su genial tutor.
Afortunadamente ya no estamos en el año 2011. Guatemala ha dado un salto cuántico desde el mes de abril del 2015. Los tiempos cambian: La chapinización de Nicaragua es una posibilidad… que cada día se hace más real.
Sergio Ramírez, en su artículo titulado Los indios que invadieron Managua, ahora que algunos nicas y un chino multimillonario están de acuerdo en hacer un canal que desafía la imaginación infernal de los 100 años de soledad de un Gabriel García Márquez, publicó en elPeriodico del 15 de Noviembre de este año estos dos diálogos que son contundentes para demostrar que Nicaragua va a chapinizarse:
¡Me vale verga lo que digan los indios! ¡El canal va! –dicho por un seguidor de Daniel Ortega blandiendo la bandera rojinegra de la revolución pinolera-.
Miles pensamos, preferimos morir antes de entregar o vender nuestras tierras y, aunque nos digan que nos van a llevar a una ciudad y que vamos a tener de todo, nosotros sentimos que nos están quitando la vida y más bien nos están mandando a la muerte. —Dicho por una india, como la campesina Francisca Ramírez, dirigente contra la lucha del canal, que, por cierto, portaba la bandera original nicaragüense de color azul (arriba), color blanco (a la mitad), y color azul (abajo)—. Definitivamente chapina de la última generación.
En lo personal, yo no creo que el miedo sea a la CICIG. No. Lo que hay que prevenir es que los nicas se contagien del afán chapín de salir del miedo y darle la cara al futuro.