Funerales de Alicia Alonso: adiós a la emperatriz del ballet de Cuba

El cielo azul que habitualmente corona el Gran Teatro de La Habana, está gris. Allí, en el mismo recinto donde llenó de gloria al ballet de Cuba, descansa el cuerpo de Alicia Alonso, arrullada por música clásica, antes de partir a la eternidad. Cientos llegan a decirle adiós.

Hay lágrimas, pero también rosas y acordes de violines, como aquellos que acompañaron sus fuettés y relevés. En el vestíbulo del edificio de estilo neobarroco -ubicado al lado del Capitolio Nacional- se instaló la capilla ardiente de esta leyenda cubana, quien falleció el jueves a los 98 años por un fallo cardíaco.

La emperatriz del ballet de la isla caribeña, que dedicó más de siete décadas a la danza clásica, tuvo guardia de honor de primer nivel, liderada por Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba, y el presidente Miguel Díaz-Canel.

También llegaron diversas autoridades, dirigentes del área cultural y pobladores de una franja variada para rendir su tributo a Alicia en el teatro que lleva el nombre de la bailarina desde 2015 y que es sede del Ballet Nacional de Cuba (BNC) desde 1965. 

Su féretro fue cubierto con una tela de encaje y rosas blancos y lo ubicaron a los pies de una escalinata de mármol colmada de flores. Cuatro fotos gigantes de sus mejores épocas adornaban el lugar.

«El legado de Alicia es inconmensurable, porque  (…) le abrió el camino a la danza en Cuba, creó una tradición que no existía», declaró a la AFP el ministro cubano de Cultura, Alpidio Alonso.

En el vestíbulo del teatro se observaban múltiples coronas de flores, entre ellas las enviadas por el presidente y por el líder Raúl Castro.

Antes de partir al Cementerio de Colón en La Habana, el féretro de Alicia recibió la ovación interminable de quienes fueron al teatro, como en sus épocas prodigiosas.

Llegó hasta la carroza fúnebre sobre los hombros de estudiantes de danza, aquellos a quienes instruyó incluso cuando la vista ya no le acompañaba.

– El legado de Alicia-

«Es un momento triste para Cuba y el mundo», dijo la subdirectora artística del BNC, Viengsay Valdés, la primera en la línea de sucesión de Alonso.

Para Valdés, el mérito de Alicia fue lograr que «una isla tan pequeña» se sitúe «en el mundo como una de las mejores compañías internacionales».

«Hay que pensar en la continuidad, en cómo nosotros vamos a seguir manteniendo (…)ese legado», agregó.

Conteniendo las lágrimas, Tomasa Muñoz, de 76 años, hacía la fila para despedirse de una mujer que puso «el nombre de Cuba muy alto».

Salivette, una estudiante de ballet de 11 años, llegó al teatro con su papá. «Fue un gran honor verla bailar (en videos), aunque no la pude conocer», lamentó la niña.

Alonso fue embajadora de la revolución de Fidel Castro, y también musa de poetas, músicos, pintores, coreógrafos y hasta perfumistas. Debutó en Broadway en 1938 y guardó las zapatillas de ballet a sus 74 años. 

Ya ciega y con problemas motores, solía viajar con la compañía que fundó en 1948 a todas sus giras internacionales y se mantuvo hasta su muerte como directora del BNC. 

«Alicia es patrimonio de Cuba y lo que logró hacer tiene raíces tan profundas (…) que se queda aquí, todavía anda dando vueltas», dijo la científica Alejandra Núñez, de 59 años.

En el teatro, una estatua en bronce la muestra alzada sobre una sola pierna, en un movimiento del primer acto de Giselle, el ícono del romanticismo que la catapultó a la fama mundial en 1943.

– Primer homenaje del ballet –

La noche del viernes la compañía le tributó su primer homenaje en el teatro Sauto, de la ciudad de Matanzas, 100 km al este de La Habana. «Alicia hubiera querido eso, que la mejor manera de homenajearla era bailar», dijo Valdés.

Un cuarteto de cuerdas y un trío de vientos dedicaron a la «prima ballerina assoluta» -la única en ostentar ese título simbólico en América Latina- piezas como el Ave María (Schubert) y «La bella Cubana» (José White).

«Son muchísimas las ocasiones en las que nos hemos parado en el foso para ver entrar a Alicia y hoy tocamos para ella», dijo la oboísta Analiet Presno, cuyo grupo amenizó el último cumpleaños de Alonso en diciembre pasado.

Cumpliendo con su voluntad. Alicia tendrá morada eterna en el cementerio de su natal La Habana. «Son tantos los momentos que me unen a La Habana que me sentiría indefensa si me apartaran súbitamente de ella. La Habana, nuestra Habana, es mi entorno, mi hogar, no me imagino sin ella», dijo alguna vez.

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