El Papa Francisco continúa dando pasos hacia la renovación de la Iglesia Católica y, este viernes, ha iniciado un camino nunca antes explorado pues mediante documento de 256 páginas denominado Amoris Laetitia –La alegría del amor en latín-, ha llevado a cabo una llamada a los sacerdotes de todo el mundo para que acepten y reciban a divorciados, familias monoparentales, homosexuales y parejas heterosexuales que viven juntas, pero no están casadas.
Un pastor no debe aplicar leyes morales a aquellos que viven en situaciones ‘irregulares’, como si tuviera la potestad de lanzar piedras a la manera de vivir la vida de cada persona», expresó el sumo pontífice, lo que medios alrededor del mundo interpretan como la posibilidad de que las personas divorciadas que se hayan vuelto a casar tengan la posibilidad de recibir la sagrada comunión, una aceptación plena en la Iglesia que hasta el momento no se producía.
La Iglesia abre así la puerta a una serie de personas que, hasta el momento, no eran bien recibidas. El aperturismo del Papa Francisco ha servido para dar un paso al frente hacia varios estilos de vida que, por fin, pasan a ser aceptados. Eso sí, aún no se han explorado todos los caminos, y el máximo mandatario de la Iglesia Católica insiste en que los matrimonios homosexuales no son el equivalente de los heterosexuales.
El papa Francisco también defendió el valor de la vida humana y rechazó prácticas como el aborto o la eutanasia, al tiempo que recordó al personal sanitario la obligación moral de la objeción de conciencia. En el documento Amoris Laetitia, señala que la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto.
Sin embargo aún niega la legalización del aborto en varios países, pues estas medidas son inaceptables incluso en lugares con alta tasa de natalidad, pero llama la atención que los políticos las alienten también en algunos países que sufren el drama de una tasa de natalidad muy baja. Esto es actuar de un modo contradictorio y descuidando el propio deber, recalca. En este sentido, anima a las familias que no pueden tener hijos a que adopten y sean magnánimos y abran su amor para recibir a quienes están privados de un adecuado contexto familiar.
Adoptar es el acto de amor de regalar una familia a quien no la tiene. Es importante insistir en que la legislación pueda facilitar los trámites de adopción, sobre todo en los casos de hijos no deseados, en orden a prevenir el aborto o el abandono, expuso.
Respecto a la eutanasia y el suicidio asistido, sostiene que son graves amenazas para las familias de todo el mundo. Con información de El Confidencial