Florentino Pérez, magnate español del balón y el hormigón

Madrid, España | AFP |

Política, economía, fútbol, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, juega en todos los terrenos. Además del prestigioso club, preside también ACS, una de las mayores constructoras privadas del mundo en la que próximamente cederá parte de su poder.

Tras veinte años como presidente y consejero delegado del grupo Actividades de Construcción y Servicios (ACS), este madrileño de 70 años, de rostro serio y maneras cautivadoras, cedió parte de su poder.

El pasado jueves, la junta de accionistas aprobó el nombramiento de su «delfín», Marcelino Fernández Verdes, como nuevo consejero delegado de este gigante de la construcción y los servicios, lo que se hará efectivo la próxima semana.

Cedió parte de su poder e influencia en la compañía constructora. Ha nombrado a su propio «delfín».

Pérez mantendrá la presidencia de la multinacional con 176.000 empleados, y 32.000 millones de euros de facturación a finales de 2016, que se enorgullece de haber construido lineas de metro en Nueva York, Londres u Ottawa.

Desde 2009 es también el presidente del Real Madrid, el club de fútbol con más Ligas de Campeones de Europa de la historia -11 y a un paso de la final para luchar por la duodécima-, que ya había presidido entre 2000 y 2006.

Bajo su mandato, las élites político-económicas se apiñan en el palco del estadio Santiago Bernabéu, donde se dice que se hilan los grandes negocios del país.

«Eso es un tópico», se defendía en 2014 en la televisión, añadiendo irónicamente: «Se habla de fútbol…».

– Corta carrera política –

Ubicado en el décimotercer puesto de los hombres más ricos de España en la lista Forbes de 2016, con 1.670 millones de euros, asegura no moverse por dinero y prefiere reivindicar los valores de «la normalidad y el trabajo» como hacía su padre en sus dos perfumerías.

Su gusto por el poder surgió poco después de graduarse como ingeniero de puentes y caminos en la Universidad Politécnica de Madrid.

Entre 1976 y 1982 militó en el partido centrista del presidente de gobierno Adolfo Suárez, la Unión de Centro Democrático (UCD), y se familiarizó con la administración como concejal en el ayuntamiento de Madrid, y después como director de Infraestructuras en el ministerio de Transportes. Abandonó la política en 1986.

Su influencia en la política se refleja por los visitantes al palco del Real Madrid. En la fotografía con el presidente Rajoy.

Tres años antes, con unos amigos, había comprado a bajo precio una constructora en dificultades y a golpe de fusiones y adquisiciones erigió el grupo ACS.

– Cerca de la administración –

«No es un gran empresario ni un gran experto de finanzas sino un gran relaciones públicas», que sacó rendimiento a las colaboraciones público-privadas, asegura a la AFP el periodista económico Carlos Sánchez, director adjunto de El Confidencial.

Para beneficiarse de la privatización de empresas públicas y concesiones administrativas «era necesario tener muy buenos contactos con el poder político, y él los tenía», señala.

También aprovechó el frenesí inversor del Estado español en la construcción, en buena parte financiado por la Unión Europea (UE) entre 1986 y 2006, señala.

Uno de los más famosos «golpes» de este negociador entre bastidores se remonta a 2001.

Presidente del Real Madrid, vendió al ayuntamiento los terrenos de su campo de entrenamiento por 480 millones de euros y, al mismo tiempo, ACS obtuvo la construcción en ese emplazamiento de tres de los cuatro rascacielos de un nuevo centro de negocios.

En un juicio abierto a finales de 2016 contra una red de corrupción relacionada con el conservador Partido Popular (PP), el principal acusado señaló a ACS como uno de los grupos que pagaban comisiones por los contratos públicos obtenidos.

Nunca perseguido directamente por la justicia, Pérez asegura que su grupo «muy competitivo» no necesita pagar para ganar concursos.

En España, ACS tiene la reputación de actuar siempre sin arriesgarse demasiado. En 2014, el gobierno anunció una indemnización de más de 1.000 millones de euros al grupo por renunciar a un controvertido proyecto de almacenamiento submarino de gas natural, que había provocado terremotos en la zona donde estaba previsto.

«Ha construido un poco de todo, sobre todo con dinero público (…) Sus inversiones están garantizadas de alguna forma y parece que cuenta con el respaldo de la administración», resume anónimamente un analista financiero español, señalando que sus colegas evitan contrariar a alguien cuya «influencia es muy grande» y considerado entre los mejores empresarios del mundo.

Este analista destaca también que ACS «se ha movido muy bien y muy rápido cuando se estancaba el sector en España para desarrollarse fuera, donde ha obtenido unas rentabilidades muy atractivas».

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