Casi sin quererlo, Felipe Neto se convirtió en una figura central del debate político en Brasil, desafiando al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro y a las ‘milicias del odio’ en las redes sociales «en el ambiente que ellos se acostumbraron a dominar: el digital», según dijo a la AFP.
Con 32 años, 39.7 millones de seguidores en Youtube y 12.4 millones en Twitter, este joven nacido en un barrio humilde de Río de Janeiro es uno de los dos brasileños que figuran en la lista de personalidades más influyentes de la revista Time en 2020. El otro es Bolsonaro.
Pese a esa popularidad, Neto, que emplea a unas 300 personas en sus cuatro empresas, asegura que no tiene «ningún interés» en convertirse en político.
A continuación, la entrevista que Neto concedió por e-mail a la AFP.
¿Quién es Felipe Neto? ¿Youtuber, empresario, ‘influencer’…? ¿Y por qué incomoda tanto al gobierno?
Soy un creador de contenido y un empresario del entretenimiento. Creo videos para la familia, me gusta divertir, hacer reír, ayudar a aliviar el estrés diario. Pero en Twitter y en mi vida personal soy un ciudadano como cualquier otro y manifiesto mis opiniones. Lo que incomoda tanto al gobierno es que millones de personas concuerden con mi visión sobre el bolsonarismo y que esto ocurra justamente en el ambiente que ellos se acostumbraron a dominar: el digital.
¿Sigue pensando que Bolsonaro es el «peor presidente del mundo» en relación a la pandemia, como dijo en una columna del New York Times?
Es el peor presidente del mundo en las acciones relacionadas con la pandemia y con el medio ambiente. El bolsonarismo logra ser malo en prácticamente todo. La economía va de mal en peor (…), nuestra política internacional es inexistente, nos hemos transformado en el hazmerreír del mundo (…). Brasil se está hundiendo.
¿Qué consecuencias le trajo esa opinión? ¿Pensó en desistir por los ataques?
Desistir significaría callarme y para mí eso no es una opción (…). Intentaron a toda costa asociar mi nombre a delitos de pedofilia, al comunismo, a extorsión financiera. Pero gracias a nuestra estrategia de comunicación y a mi amplia base de seguidores no lograron destruir mi reputación. Al contrario, hicieron que mi imagen creciera aún más. Y de un día para el otro, los ataques coordinados pararon.
¿Por qué decidió posicionarse políticamente y cuáles fueron las consecuencias?
Empecé muy joven en YouTube y fui madurando bajo la mirada de mucha gente. No es fácil crecer con tantas personas mirando lo que haces. Cometí muchos errores, todavía los cometo, pero me comprometí a estudiar y evolucionar siempre. Siempre hablé de política [en el pasado criticó el Partido de los Trabajadores del expresidente de izquierda Lula, ndlr]. El problema es que el escenario político del país cambió y mucha gente empezó a darse cuenta del tamaño del agujero en el que hemos caído.
Financieramente, el costo fue altísimo. En este momento no tengo un solo patrocinio a largo plazo. Las empresas se alejaron, las que tenían contrato no lo renovaron, a pesar de que mis números siguen batiendo todos los récords de interacción y retorno para las marcas. Fueron millones de reales perdidos. Y además, existe el costo de mi libertad, porque para lidiar con las amenazas debo tener un fuerte esquema de seguridad. Temo por mis familiares. Pero no me arrepiento de nada y puedo dormir tranquilo por las noches, sabiendo que estoy haciendo todo lo que puedo para combatir el fascismo.
¿Cree que esos episodios pueden combatirse con una ley contra las ‘fake news’?
No hay ninguna chance de llegar hasta esas organizaciones que articulan el odio solo a través de cambios legislativos (…). La articulación del odio no cesará aprobando una ley (como la que tramita en el Congreso brasileño) que cualquiera puede driblar usando un simple VPN para ocultar su IP. La solución para el problema que atraviesa Brasil en materia de comunicación digital pasa por dos caminos: proyectos de educación masiva para enseñar a la gente a usar internet de forma segura e inversiones en la Policía Federal y en técnicas de investigación.
¿Cómo ve la inclusión de su nombre en la lista de las 100 personas más influyentes de 2020, según Time?
Fue una enorme sorpresa (…). Solo doce brasileños en la historia aparecieron en ella y es la primera vez que alguien del entretenimiento es citado. Fue un gran honor y sirve para darle todavía más importancia a la responsabilidad de tener esa influencia.
¿Tiene planes de entrar en política?
No tengo ningún interés en hacerlo. (…) El mundo de la política no me atrae, principalmente porque siento que puedo hacer mucho más desde afuera, sobre todo desde la sociedad civil, en oenegés e institutos».