Familias turcas huyen de los obuses en la frontera siria

El día había comenzado como cualquier otro para Ayse, habitante de Ceylanpinar, ciudad turca en la frontera con Siria: los niños jugaban afuera mientras ella hacía pan en casa. Pero el lanzamiento de la ofensiva turca rompió bruscamente la tranquilidad.

Ese fatídico 9 de octubre, el presidente Recep Tayyip Erdogan lanzó una operación contra la milicia kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG).

Entre los obuses de las fuerzas kurdas que caían sobre la ciudad y los aviones de combate turcos que sobrevolaban sus casas para atacar objetivos al otro lado de la frontera, Ayse y sus hijos, como tantas otras familias de Ceylanpinar, eligieron huir.

«Aunque no quieras, no puedes evitar tener miedo», explica a la AFP esta madre de seis hijos. «Nunca imaginamos que los bombardeos fueran tan violentos», añade.

Cuando comenzó el ataque, Ayse y sus hijos se refugiaron bajo la mesa de la casa. Sin embargo, al cabo de dos días abandonaron la ciudad y se dirigieron a uno de los siete centros de acogida abiertos en Viransehir, a unos 50 kilómetros.

Allí, el gobierno recibe y alimenta a unas 1.000 personas, en su mayoría mujeres y niños. «Siempre dije que no me iría. Pero veía claramente que mis hijos estaban traumatizados por el ruido de las explosiones», explica.

La artillería y la aviación turcas bombardean objetivos situados justo al otro lado de la frontera, en Ras al Aín, frente a Ceylanpinar. En respuesta, los YPG disparan cohetes y obuses contra la ciudad turca, donde viven unas 70.000 personas.

Según las autoridades turcas, dos niños de 11 años murieron el jueves por proyectiles que cayeron sobre la ciudad. 

«Nos fuimos por la noche dejando todo atrás», cuenta Gülistan, madre de ocho hijos, el más pequeño de apenas seis meses, y que también partió de Ceylanpinar.

Saqueos

En el marco de una visita organizada por las autoridades turcas, la AFP pudo entrevistar a varias mujeres alojadas en los refugios.

Una de ellas relata que un misil cayó sobre su casa sin detonar. «Los policías vinieron a ocuparse de él. Nos dijeron que si los hubiéramos llamado una hora después, podría haber explotado».

Mientras los enfrentamientos continuaban el lunes al otro lado de la frontera y los disparos seguían lloviendo sobre la ciudad, otras familias decidieron partir hacia Viransehir.

Las mujeres del refugio explican que algunos de sus familiares se quedaron en la ciudad para defender sus casas después de que se registrasen saqueos.

Ayse llora al evocar a su madre, su marido y su hijo de 19 años que se quedaron atrás. 

Pero a pesar de su angustia, las mujeres dicen apoyar la operación de Ankara. «Que Dios proteja a nuestro Estado y a nuestros soldados», lanza Ayse.

En lugar de llegar al centro de acogida de Viransehir, muchas familias que abandonaron Ceylanpinar prefirieron refugiarse con familiares que viven en otras regiones.

Ayse, por su parte, solo tiene un deseo: volver a casa. «Pero mi marido me dijo que los combates continúan», subraya. 

¿Cuánto tiempo se quedará aquí? «Quién sabe», dice. «Quizás una semana más. Tal vez más…»

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