El presidente Evo Morales quedó este lunes a un paso de ganar la reelección en primera vuelta en Bolivia, pero su rival Carlos Mesa denunció un «fraude» y estallaron manifestaciones violentas al divulgarse un sorpresivo vuelco de tendencia en el escrutinio en favor del mandatario.
La misión de observadores de la OEA expresó su «preocupación y sorpresa» por el «drástico» cambio en el conteo de los comicios -que estuvo suspendido durante 20 horas tras el cierre de las urnas el domingo-, luego de que inicialmente anticipara un balotaje.
Tras el giro inesperado y la denuncia opositora, miles de personas manifestaron en cinco de las nueve regiones de Bolivia, según imágenes de la televisión local. Los incidente más graves fueron las quemas de los centros electorales en Sucre (sureste) y Potosí (suroeste).
Una turba enardecida incendió el frontis de la sede del tribunal electoral de Sucre, la capital administrativa boliviana, en medio de gritos de «¡fraude!», haciendo retroceder a la policía antimotines.
Casi a la misma hora, otros opositores atacaron la sede electoral en Potosí, en condiciones casi similares a la de Sucre.
También hubo manifestaciones opositoras y choques con la policía en Oruro (sur), Cochabamba (centro) y La Paz, mientras los oficialistas reivindicaban la reelección del mandatario indígena en primera vuelta.
Algunos sectores de oposición habían llamado a la «rebelión» en caso de un triunfo de Morales en primera ronda en medio de un clima de sospecha.
El recuento rápido de actas (TREP), reanudado al finalizar la tarde del lunes, dio sorpresivamente a Morales un 46.87% y Mesa el 36.73% con 95.30% de actas y ponía al presidente izquierdista a un tris de evitar un balotaje con su principal rival.
Un clima de suspicacias impera en Bolivia desde que el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) suspendió la noche del domingo el escrutinio de los votos.
«No vamos a reconocer esos resultados que son parte de un fraude consumado de manera vergonzosa y que está colocando a la sociedad boliviana en una situación de tensión innecesaria», declaró Mesa el lunes en la noche a medios bolivianos.
En un comunicado, la misión de veedores de la OEA expresó su «profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar» en la tendencia electoral al reanudarse la difusión de resultados después de la prolongada interrupción.
Mesa, quien gobernó entre 2003 y 2005, había denunciado horas antes ante los veedores de la OEA que el ente electoral «interrumpió arbitrariamente» el conteo y siguió manifestando su confianza de que habría una segunda vuelta.
El OEP paralizó la difusión del escrutinio el domingo, tras un primer y único informe de conteo rápido del 84% de las actas que daba un 45,28% a Morales y un 38,16% a Mesa, datos que anticipaban un balotaje el 15 de diciembre.
Según la Constitución boliviana, el ganador en primera vuelta debe obtener el 50% más uno de los votos válidos o al menos 40% de los sufragios con una ventaja de 10 puntos sobre el segundo.
Mientras, Estados Unidos expresó preocupación por la «repentina interrupción de la tabulación electrónica de votos» y llamó a restablecer «ya» la «credibilidad y la transparencia» del proceso electoral, en un tuit del subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak.
A su pedido se unieron los gobiernos de Argentina, Brasil y Colombia.
El destino de Bolivia
Morales, de 59 años, cantó victoria la noche del domingo, sin referirse a un eventual balotaje, confiado en que asumirá la presidencia para un nuevo periodo el 22 de enero.
«El pueblo boliviano se ha impuesto para continuar con el proceso de cambio (política oficialista)», dijo desde la casa de gobierno en La Paz.
En un escenario de polarización, un balotaje se convertiría en una suerte de referéndum para Morales sobre sus casi 14 años de gobierno.
«Si hay una segunda vuelta se transforma en referéndum», dijo a la AFP Gaspard Estrada, especialista en América Latina de la universidad de Ciencias Políticas de París.
En ese caso, «Bolivia tendrá que escoger entre dos opciones» y «el país conoce perfectamente cuál es el camino de la construcción democrática», dijo Mesa.
«Esa será una elección en la que se juega el destino de Bolivia», insistió el expresidente de 66 años.
La decisión de Morales de volver a postularse es mal vista por un segmento de la población y fuertemente criticada por la oposición, que cree que si gana, Bolivia va camino hacia una autocracia.
Morales se vio favorecido por un fallo del Tribunal Constitucional que lo habilitó en 2017 para una reelección indefinida, alegando que postularse es su derecho humano, un año después de perder un referendo que consultaba a la población sobre el tema.