Cuando Verónica Merrill decidió que quería reducirse el estómago para perder peso encontró dos opciones: pagar 12 mil dólares en Estados Unidos o hacérsela en México por 4 mil. Empacó su maleta y optó por la segunda.
El seguro solo costearía la operación de ser obesa mórbida, con diabetes e hipertensión, y no es el caso de esta estadounidense de 50 años, que hoy pesa 95 kg y aspira llegar a 72, precisamente porque cree que «sería mejor prevenir» a estar enfermo.
«Es triste que tenga que venir a otro país» para un procedimiento médico, dijo Merrill, que conduce un bus escolar en una zona rural de Arizona y es muy crítica del sistema de salud estadounidense, el más caro del mundo.
Decidida y después de investigar sobre opciones de turismo médico, reunió el dinero y contactó a un agente especializado para organizar su viaje a Tijuana, donde las operaciones para pérdida de peso y los tratamientos dentales son los procedimientos más populares. Algunos también viajan para tratar condiciones cardiovasculares, ortopédicas, de fertilidad o cáncer, así como para comprar medicinas.
«Si solo hubiera tenido la opción de operarme en Estados Unidos, simplemente no lo hacía. No puedo pagar tanto», dijo Merrill a la AFP. «Lo que quiero es estar sana».
Sin regulación
Se calcula que unos 20 millones de pacientes hacen turismo médico cada año en el mundo, según la guía especializada Patients Beyond Borders, que cuenta a 1.9 millones de estadounidenses viajando fuera de sus fronteras para recibir cuidado médico.
Los candidatos demócratas más progresistas para las presidenciales de 2020, Bernie Sanders y Elizabeth Warren, proponen un sistema de cobertura médica universal, una idea que Merrill considera «lógica».
México y Colombia, que muchos estadounidenses solo relacionan con narcotráfico, así como Costa Rica y República Dominicana están entre los destinos frecuentes en América Latina, según un índice especializado. Ofrecen bajos costos e infraestructura de calidad.
Medical Tourism Corporation organizó al milímetro el viaje de Merrill: voló de Phoenix a San Diego para cruzar con un chófer la frontera por tierra.
Esa noche la pasó en un hotel de lujo para el día siguiente ir al hospital Oasis of Hope, que está muy cerca de la cerca cobriza que separa México de Estados Unidos.
La cirugía, el hotel y los pasajes: todo por 3,880 dólares, que pagó con un fajo de billetes.
«Hacemos la coordinación con los médicos y los hospitales, tenemos personal que ayuda a los pacientes con la logística, con el idioma”, explicó Deepak Datta, que fundó Medical Tourism hace 13 años y hoy mueve entre 60 y 70 pacientes al mes a varios países del mundo, principalmente México.
Solo a Tijuana viajan al año 4.7 millones de personas, entre pacientes y acompañantes, según un estudio publicado en 2015.
«Tengo dos o más operaciones todos los días» de extranjeros, explicó el doctor Luis Cazares, que extrajo 80% del estómago de Merril y dijo que su mayor flujo de pacientes es durante la temporada de reembolsos de impuestos en Estados Unidos, después de abril.
En la camioneta rumbo a la clínica, Merrill conversaba con una pareja de Texas, que también criticaba el costo de la salud en Estados Unidos: 35 mil dólares por una hernia, se quejó el marido.
«No hacemos nada para regular precios a diferencia de otros países ricos», explicó a la AFP Gerald Kominski, profesor de políticas de salud en la universidad UCLA en Los Ángeles. «El turismo médico desde una nación de altos ingresos es indicativo de un problema de accesibilidad y no de calidad (…). Los seguros son aún poco accesibles para quien no tiene empleo o no clasifica para los tres programas públicos».
Cobertura universal
Si se concreta el «Medicare para todos», que los candidatos más moderados no ven viable, el turismo médico no disminuirá, coincidieron Edelheit y Datta. No ocurrió con la reforma de salud impulsada por el expresidente Barack Obama en 2010, que exigía que todos los adultos tuvieran plan de salud, ya sea proporcionado en sus trabajos o patrocinado por el gobierno.
«Se expandió entonces la oferta de turismo médico por parte de empleadores porque los costos se duplicaron con Obamacare», indicó Edelheit, poniendo como ejemplo una empresa que ahorró unos 20 millones de dólares en cinco años «financiando cientos de operaciones ortopédicas y bariátricas» fuera de Estados Unidos.
Con la nueva propuesta, «nos moveríamos más hacia un sistema como el de Canadá y Europa», donde la espera para una operación de estómago es de unos dos años por no ser un procedimiento urgente, añadió. «Entonces muchos buscarán opciones en el turismo médico» para agilizar su caso.
De hecho, muchos canadienses son pacientes del hospital Oasis a través de Medical Corporation.
Europa es también un destino cotizado, aunque a diferencia de algunas economías emergentes, como Singapur, Tailandia y Filipinas, hace poca promoción para atraer pacientes norteamericanos.
No es que Estados Unidos no reciba turismo de salud: tiene uno de los sistemas más avanzados del mundo y recibe pacientes con alto poder adquisitivo de países árabes y asiáticos… un lujo que no puede darse Merrill, que prefirió no hipotecarse y hoy está satisfecha con su operación.