La selección española consiguió una victoria de mucho prestigio este miércoles ante Italia (1-2), gracias a un doblete de Ferran Torres, que le permite tomarse la venganza de la eliminación en la pasada Eurocopa y acceder a la final de la Liga de Naciones, por la que pelearán este domingo ante el ganador del Bélgica-Francia.
El equipo de Luis Enrique tocó la Traviata en San Siro, la ópera de Verdi más reconocida del mundo en el escenario más propicio, el estadio de San Siro, a escasos kilómetros del Teatro de La Scala, donde tantas y tantas veces han sonado los acordes del maestro italiano. Este miércoles, la sinfonía fue cosa de ‘la Roja’.
La primera parte fue primorosa del combinado español, valiente, atrevido y predispuesto a dominar a la actual campeona de Europa. No hubo miramientos, ni pequeñeces, España jugó a lo grande y con la fuerza que le da su estilo, el mismo que -solo los penaltis- privaron hace unos meses de pelear por la Eurocopa. Koke, Busquets y el debutante Gavi tomaron los mandos desde el comienzo.
El colchonero y el culé encontraron un nuevo socio, el más joven de la historia en debutar con España, un ‘Gavi’ de 17 años que se movió como pez en el agua. Sus movimientos dejaron boquiabiertos al coso milanés, que se preguntaba con extrañeza quién portaba el dorsal 9 en una selección sin más referencias ofensivas que Mikel Oyarzabal.
Un falso ‘9’ que hizo su función a las mil maravillas y se convirtió en el arquitecto de los dos goles de España en la primera mitad. El que abrió la cuenta fue una obra de arte que culminó -de primeras- el jugador del Manchester City. Ferran Torres, que sigue con su idilio con el gol cuando viste la camiseta nacional y no falló con un remate casi acrobático.
Italia recibió un jarro de agua fría porque había probado a Unai Simón con un disparo lejano de Chiesa y no sufría en exceso, pero a partir del gol todo fue negro para los de Roberto Mancini. España minimizó a su rival como pocas veces ha ocurrido en la última década y aprovechó para fusilar a los ‘azzurros’ con varias acciones que no fueron gol de puro milagro.
Marcos Alonso estuvo cerca tras un error de Donnarumma, que sufrió a su propia afición tras su marcha del AC Milan, y no estuvo especialmente fino, y después con un tiro de Koke que no cogió portería. Italia despertó y lo hizo con gran autoridad. Llegaron sus mejores minutos en el segundo tramo del primer acto, antes de la expulsión de Bonucci.
Primero fue Bernardeschi, con un disparo que pegó al palo tras parada de Unai Simón, y después le llegó el turno a Insigne, que malogró un balón desde el punto de penalti para dejar con vida a su rival. Acto seguido Bonucci fue expulsado por un codazo a Busquets y llegó el 0-2 con los mismos protagonistas que el primero.
En esta ocasión el centro fue más bombeado y Ferran Torres, que suma 12 goles en 21 partidos con España, la mandó al fondo de las mallas con un gran testarazo. El duelo no podía ser más redondo para los pupilos de Luis Enrique, que salieron exactamente igual en la segunda mitad, en la que pudieron golear a los italianos.
Pellegrini da emoción al final
Luis Enrique fue moviendo piezas en vistas al dominio y al escaso argumentario de Italia, venida a menos tras la expulsión de Bonucci. Oyarzabal perdonó hasta en dos ocasiones, una de ellas muy clara en un centro de Yéremi Pino –otro debutante de éxito- y Marcos Alonso también estuvo cerca en una jugada de Bryan Gil.
El marcador no reflejaba la autoridad de España, ni su propuesta, ni tan siquiera el meneo que se llevaba su oponente y -como suele pasar en este deporte- los de Mancini encontraron la rendija para mantener la fe hasta el ’90. Pellegrini, en un error grosero de Pau Torres, el único en todo el partido, añadió emoción a los minuto finales.
Chiesa cogió la moto y regaló el cuero a Pellegrini, que no falló a portería vacía. España se sacudió la tensión, acabó con oficio, puso fin a una racha de 37 partidos invicta de su rival y ya sueña con una nueva final, la que disputará este domingo -en el mismo estadio- en busca de un título que sólo tiene Portugal en el ‘planeta fútbol’