Renzo Lautaro Rosal
A menos de un mes de las elecciones, prima la incertidumbre, la pasividad y el desparpajo de los partidos. Para muestra, Líder continúa con su campaña como si el TSE no les hubiera inhabilitado para continuar jugando a impunidad electoral. A estas alturas, el escenario de no elecciones o su aplazamiento ha quedado sobrepasado, ya que el requisito previo, aprobación de las reformas electorales, pasa por entuerto en el Congreso que durará lo que resta de la actual legislatura. Entonces, ¿a qué escenarios nos enfrentamos?
La interrupción. Si se insiste con que las elecciones se trasladen para otra fecha, o incluso se posterguen al mediano plazo, lo que se estaría asumiendo es la posibilidad de salvataje de las manoseadas estructuras del poder. Se le estaría tirando un salvavidas que evitaría o al menos paliaría la suma de embates que han sido determinantes para la actual crisis. El símil sería la aplicación de placebos que recrearían un ambiente artificial, engañoso y orientado a postergar la profundización de la lucha contra la impunidad. Las enfermedades crónicas no admiten medidas parciales.
Los intentos de sacudidas. Líder y la Plataforma coordinada por la USAC, parecen tener un objetivo en común: crear las condiciones para una asamblea nacional constituyente. Ambos van por diferentes caminos, se presentan como opuestos en sus luchas intermedias. Pero parten de un supuesto determinado por el quiebre del modelo, sin necesariamente tener claridad sobre lo que vendría por delante. Saber el qué, pero no el cómo y menos el para qué.
La continuidad del destape. Con un nuevo gobierno, donde reine la alianza entre mafias, capitales acomodaticios y toda una fauna salida del traspatio, necesariamente surgiría la necesidad de exposición de sus intereses y articulaciones. En una nueva gestión, el paso del inframundo a la superficie es determinante para visualizar la andanada de decisiones que casi de inmediato tomará el equipo de relevo. Esa necesidad los expone para continuar, acelerar y terminar de poner al desnudo los contubernios pactados desde tiempo atrás y razones centrales para que la elecciones de septiembre sea el único script sobre la mesa. Sin elecciones, el conjunto de miembros de la selva tendrá opción de guardarse por tiempo indefinido; quedándonos como único eje de agenda la continuidad de los casos destapados desde el pasado mes de abril.
Es claro que Líder, UNE, FCN, entre otros partidos, cada uno con distintos esquemas, son opciones desfasadas y representan imágenes y contenidos diametralmente opuestos a las agendas ciudadanas del momento. Son los vestigios decadentes de un sistema corrompido, ajeno a los intereses societales, expresiones de una forma viciada de ver el mundo. La vorágine en la que nos encontramos envueltos solo ha sido posible cuando esa gama de personajes oscuros ha salido a la superficie y en formas descarnadas se han puesto en acción, creyendo que podrían seguir haciendo de las suyas. Conformarnos con las sacudidas de poco más de quince semanas, puede ser un profundo error. El proceso de cambio político-institucional solo ha asomado una parte de la cabeza. Falta desenmascarar una gama de estructuras criminales que pueden estar un tanto asustadas, pero de momento vigentes, intactas y moviéndose en las profundidades.
El nuevo gobierno llegará con reducidos márgenes de maniobra. Baldizón buscará imponerse por medio de la fuerza, el autoritarismo abierto o encubierto, y no el diálogo. Sandra Torres querrá retomar la agenda producto del aprendizaje de su paso por el gobierno, queriéndonos hacer olvidar que son los responsables del surgimiento y consolidación de Líder y de otros fenómenos de ingrata recordación. Jimmy Morales encabezaría un gobierno que le sería ajeno, con piezas importadas, sin proyecto y sin bancada de peso; figura débil e inconexa. En esencia, período de ajustes y transiciones. Pero aunque suena contrasentido, ambiente propicio para la continuidad de los procesos de quiebre. Quizás para unos eso suene riesgoso, por el margen de anarquía que pueda generarse. Eso es posible, pero necesario si no queremos que emerjan los socios de la continuidad que se oponen a la remoción de las raíces.
A menos de un mes de las elecciones, prima la incertidumbre, la pasividad y el desparpajo de los partidos.
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