Compradores corriendo, agua mineral racionada y ni un rollo de papel higiénico a la vista: el pánico por el nuevo coronavirus llegó a Los Ángeles y con él, las compras nerviosas.
Dos días después de que California declarara el estado de emergencia, la AFP visitó tiendas mayoristas que no podían mantener el ritmo de la creciente demanda por artículos de primera necesidad, mientras los ciudadanos se preparan para lo peor.
«Es el pandemonio… nuestros números son el doble de lo habitual», dijo René, un empleado del supermercado Costco en Burbank.
«Hoy ha estado fuera de control. Por eso nos hemos quedado sin papel higiénico, casi sin agua, sin desinfectante para las manos».
Una persona ha muerto hasta ahora en California, que hasta el viernes registró 69 casos de coronavirus -el estado con el segundo mayor número de casos después de Washington.
A pesar de las súplicas de restricción de los funcionarios, los californianos han comenzado a emular el pánico de compra que se ve en toda Asia y otras regiones.
«Ha sido una locura», dijo el director financiero de Costco, Richard Galanti, a analistas en una llamada el jueves.
El mismo día, la policía del condado de San Bernardino, cerca de Los Ángeles, fue llamada a uno de estos gigantescos almacenes después de que los clientes se enfurecieran por la falta de suministros.
«Mira esos estantes vacíos»
El viernes, Costco restringió aún más la compra de agua a dos cajas pro cliente, por debajo de las cuatro del día anterior.
Varios trataron de ignorar la regla y vieron sus aguas confiscadas en la caja, lo que llevó a reclamos y enfrentamientos, dijo un asistente.
Un trabajador que llevaba las botellas confiscadas a su estantería en un carro sobrecargado, fue detenido constantemente por otros clientes que trataban de agarrar lo que podían.
Incluso las famosas muestras de comida gratis que tradicionalmente reparte este almacén fueron suspendidas por miedo a propagar el virus, confirmó otro empleado.
«Con toda esta locura, el miedo comienza a hacerse palpable», dijo Lisa García, una trabajadora de 30 años de un comercio minorista que admitió que se estaba preocupando seriamente.
«Estábamos pensando abastecernos de productos como papel pero mira esos estantes vacíos», dijo a la AFP.
En otra sucursal cercana, los empleados informaron que los compradores se precipitaron a toda velocidad por las puertas cuando la tienda abrió, desesperados por conseguir suministros.
Al mediodía, sólo quedaban las costosas botellas de Perrier, para decepción de muchos.
Algunos consumidores, aunque preocupados, se las arreglaron para ver el lado positivo de la situación.
«Soy precavido», dijo el socorrista Andrew, que no quiso dar su apellido, mientras empujaba un carrito lleno de agua, toallas de papel, limas y ginger ale.
«Quiero tener lo esencial, bebidas para mezclar, vinos, tú sabes, si las cosas empeoran tengo para beber».
«Estoy aquí en caso de que venga el apocalipsis», bromeó Carlos Gonzalez, un estudiante de 35 años.
«Supongo que encontraron una manera eficiente para vender montones de cosas».