La comunidad mormona del norte de México se debate entre el dolor y el enojo contra el gobierno, tras la masacre de tres mujeres y seis niños pertenecientes a este grupo religioso de origen estadounidense, asentado desde hace más de un siglo en tierras mexicanas.
En Rancho La Mora, donde vivían las víctimas de este ataque de crudeza pocas veces vista en la espiral de violencia ligada al narcotráfico en México, la comunidad se prepara para empezar el jueves los funerales.
Se espera que el adiós a las víctimas se extienda al viernes porque algunos de los cuerpos serán llevados al vecino estado de Chihuahua, donde vive el grueso de la comunidad mormona.
En un incidente que aún no terminan de aclarar las autoridades, sumidas en contradicciones, hombres fuertemente armados atacaron el lunes tres camionetas conducidas por mujeres, cada una acompañada de sus hijos.
Viajaban por un camino rural del municipio de Bavispe, en el norte de México, que une Sonora con Chihuahua pasando por la frontera con Estados Unidos.
Tres mujeres y seis menores murieron, y otros ocho niños sobrevivieron, entre ellos una recién nacida que fue protegida de las balas por el cuerpo de su madre.
El escenario de la tragedia era dantesco: una de las camionetas totalmente carbonizada, con cinco cadáveres dentro, y los otros dos vehículos destruidos por las balas y con restos de sangre de las víctimas. Fueron contabilizados más de 200 casquillos percutidos de fabricación estadounidense.
Tristeza
En la camioneta incendiada viajaba Rhonita, miembro de la familia LeBarón, una de las más grandes de la comunidad mormona. Ella y sus cuatro pequeños murieron. Le sobrevivieron tres niños que se habían quedado en el rancho.
«No hay palabras para lo que les pasó, no hay palabras», dijo Howarth, esposo de Rhonita, cuando una periodista de la AFP buscó conversar con él.
Luego se disculpó y con mirada triste siguió observando a sus otros tres hijos mientras jugaban con un unicornio, un dinosaurio y juguetes de figuras geométricas.
La comunidad, erigida en un terreno solitario, es pequeña. Los mormones habitan una treintena de casas estilo estadounidense, rodeadas de inmaculados pinos.
La AFP constató el desplazamiento de vehículos militares al exterior del rancho mientras continuaban algunas de las actividades en las tierras de cultivo.
Los mormones en México lo mismo cultivan la tierra -produciendo frutos secos y granadas- que cruzan la frontera para trabajar en Estados Unidos.
En redes sociales circula el video de uno de los niños asesinados jugando con esas nueces, la mayor parte destinadas a la exportación.
«Somos gente que aspira a crear la paz y a ver crecer a nuestras familias de forma honesta», dice al recibir a periodistas en La Mora Julián LeBarón, uno de los jefes de la comunidad y convertido en la voz denunciante de la tragedia.
«Estupidez»
Al caer la noche del miércoles, una caravana de unos 70 vehículos con familias mormonas que viajaron desde Chihuahua llegó al rancho para asistir al funeral.
«Venimos a honrar su memoria, a tratar de entender lo que está pasando. Es responsabilidad de la autoridad investigar y decirnos qué sucedió. (…) Es un acto de terrorismo para todos los mexicanos», dijo Alex LeBarón, quien se ha involucrado en política y encabezaba la caravana.
Para el secretario de Seguridad mexicano, Alfonso Durazo, el ataque pudo ser resultado de una «confusión» por parte de grupos criminales que actúan en la zona. El martes dijo que los atacantes serían los Jaguares, célula del cartel de Sinaloa, pero el miércoles dijo que fue la Línea, antaño pistoleros del cartel de Juárez.
«No sé cuál haya sido la equivocación, ellos supieron que eran mujeres y niños y aún así los agredieron y después de haberlos agredido, les prendieron fuego», dice con enojo Julián LeBarón.