El príncipe Enrique viajó a Canadá para reencontrarse con su esposa Meghan y su hijo Archie, a quienes no había visto desde el polémico anuncio de su retirada de la familia real británica, pero también aquí tienen que lidiar con los paparazzi.
Los diarios sensacionalistas británicos The Sun y Daily Mail publicaron el martes fotos de la exactriz estadounidense de 38 años llevando a su hijo de ocho meses en un portabebés mientras paseaba a sus dos perros.
Los abogados de la pareja afirman que las fotos fueron tomadas sin el conocimiento de Meghan por un fotógrafo escondido en unos arbustos en la isla de Vancouver y que hay paparazzi con teleobjetivos permanentemente apostados para espiarlos.
Y amenazaron con emprender acciones legales para que esto cese, según afirmaron el diario The Guardian y el canal de televisión Sky News.
Su complicada relación con cierta prensa británica tuvo un peso crucial en la decisión de los duques de Sussex de dar un paso atrás y alejarse de las cámaras.
Para ello, decidieron instalarse en Canadá, un país que Meghan conoce bien por haber vivido aquí cuando trabaja en la serie de televisión «Suits». Enrique, de 35 años, se reunió con ella el lunes por la noche.
Su avión, que despegó del aeropuerto de Londres Heathrow, aterrizó en Vancouver, según el Daily Mail, que publicó imágenes de un hombre vestido informalmente y con una bolsa de viaje asegurando que era el nieto de la reina Isabel II de Inglaterra.
«Gran tristeza»
Las preguntas son muchas sobre la nueva vida que el príncipe y su familia tendrán en Canadá, que transcurrirá sin duda más alejada de la familia real de lo que él habría deseado. ¿Cómo van a ganarse la vida? ¿Quién va a pagar por sus servicios de protección? ¿Qué relaciones mantendrá con la familia real?
El sábado, la reina Isabel II anunció que se había logrado un acuerdo familiar para respetar el deseo de su nieto de retirarse.
Pero la ruptura parece ser más radical de lo esperado ya que Enrique y Meghan ya no podrán usar su título de alteza real, ni representar oficialmente a la reina, de 93 años.
Enrique, sexto en la línea de sucesión, también renunciará a sus funciones militares, a las que tenía un particular apego.
El príncipe se pronunció por primera vez el domingo sobre esta decisión que ha sacudido a la monarquía y ha dividido a la opinión pública y dijo sentir «una gran tristeza».
«Esperábamos seguir sirviendo a la reina, a la Commonwealth y a mis asociaciones militares pero sin recibir dinero público. Desgraciadamente, no va a ser posible», dijo, durante una cena caritativa en Londres.
Enrique se marchó del Reino Unido el lunes tras un día lleno de actividades, que le llevó a participar en una cumbre sobre inversiones británicas en África, donde se reunió con varios jefes de Estado africanos y con el primer ministro, Boris Johnson.
Sin embargo, no estuvo presente en la recepción celebrada por su hermano mayor, el príncipe Guillermo, en el palacio de Buckingham.
Por su parte Meghan realizó su primera aparición pública en Vancouver el 15 de enero, donde visitó dos organizaciones caritativas.
¿Duques de Netflix?
La prensa británica es un ejemplo perfecto de las opiniones encontradas que la salida de Enrique y Meghan está provocando.
El Daily Express hizo hincapié en la pena que invade al segundo hijo de la princesa Diana, mientras que The Guardian considera que la familia real pierde a sus miembros más populares entre los jóvenes.
Otros diarios intentan adivinar la vida de la pareja en Canadá, que podría iniciar un negocio de producción de televisión, gracias a su fama y a la carrera de actriz de Meghan Markle. «¿Duque y duquesa de Netflix?», se preguntaba, irónico, Daily Mail.
Los diarios que los acusaban de querer al mismo tiempo las ventajas de la realeza y la libertad de los plebeyos se congratulan sobre todo por el hecho de que la pareja no pueda «representar más a la reina».
Así, la pareja renuncia a partir de ahora a su asignación financiera por ser parte de la familia real y deberá reembolsar, por ejemplo, los 2,8 millones de euros que costó la remodelación de su residencia en el Reino Unido, pagada con el dinero del contribuyente.
Según los diarios británicos, el príncipe Carlos ayudará financieramente a su hijo menor durante un año.