Relajados y sonrientes, el príncipe Enrique y su esposa Meghan hicieron el lunes su última aparición como miembros de la realeza británica, acompañando a la reina Isabel II en un oficio religioso en Londres, antes de dar el salto a su nueva vida.
El duque y la duquesa de Sussex asistieron junto a los otros miembros de la familia real a una misa la Abadía de Westminster con motivo del día de la Mancomunidad británica.
Meghan vestida de verde con un pequeño sombrero estilo beret ladeado y zapatos nude, Enrique con traje azul y corbata clara del mismo color, se sentaron en segunda fila.
Frente a ellos se situaron los pilares restantes de la realeza: la monarca de 93 años, el hermano mayor del príncipe, Guillermo, y su esposa Catalina, y el padre de ambos, Carlos, junto a Camila.
Hubo discursos de los líderes de las diferentes confesiones religiosas y acompañamientos musicales. Y una vez terminado el acto, la joven pareja abandonó la iglesia y la vida que tanto han deseado dejar de lado.
Enrique, de 35 años y sexto en la línea sucesoria al trono, y Meghan, una exactriz estadounidense de 38 años, regresarán ahora a Canadá, donde dejaron a su bebé Archie de 10 meses, y a final de mes emprenderán oficialmente una nueva vida financieramente independiente.
Conflicto con la prensa
Los duques de Sussex sacudieron a la monarquía británica en enero cuando anunciaron repentinamente que querían abandonar las obligaciones que implica ser miembro de la realeza.
Ambos habían manifestado su dificultad para soportar la enorme presión a la que la prensa popular británica somete a la familia real.
El problema venía de largo en el caso de Enrique, todavía herido por la muerte de su madre, la princesa Diana, en un accidente de tráfico en París en 1997 cuando era perseguida por los paparazzi.
Acusó a los medios sensacionalistas de acosar a Meghan y denunció comentarios racistas hacia la exactriz, que es mestiza.
En un primer momento, su decisión, rápidamente bautizada como Megxit, haciendo un paralelismo con el Brexit, provocó indignación y consternación entre los partidarios de la realeza británica.
Pero la pareja recibió una cálida bienvenida en su última ronda de compromisos oficiales en el Reino Unido, adonde llegaron la semana pasada.
Enrique y Meghan fueron recibidos con una ovación al inicio del concierto de una banda militar en el Royal Albert Hall de Londres el sábado. Y la duquesa de Sussex provocó gritos de júbilo de los estudiantes de Dagenham, al este de Londres, cuando hizo una visita no anunciada a su escuela el viernes.
«Es realmente bella ¿no?», dijo un alumno Aker Okoye, de 16 años, después de que la duquesa le pidiera subir al escenario.
En una visita para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, Meghan rindió homenaje a las mujeres cuya huelga en la cercana planta de Ford Motor en 1968 ayudó a allanar el camino para la ley de igualdad salarial de 1970.
«No importa de qué color seas, no importa de qué género seas, tienes una voz y ciertamente tienes el derecho de defender lo que es correcto», dijo.
Siempre bienvenidos
Enrique es el hijo menor del heredero al trono, pero a partir de finales de este mes él y su esposa dejarán de utilizar el título de Altezas Reales y de cobrar fondos públicos, excepto en lo que concierne a su seguridad.
El príncipe, que sirvió dos veces como soldado en Afganistán, también tuvo que renunciar de mala gana a sus deberes oficiales en el ejército.
«Poder servir a la reina y a mi país es algo de lo que estamos realmente orgullosos y que nunca cesará», afirmó.
Sin embargo, la pareja conservará sus patrocinios privados. Así, Meghan fue al Teatro Nacional de Londres el jueves por la noche para promover una exposición.
El nuevo acuerdo de la pareja con la familia real británica se revisará dentro de un año para dar a los duques de Sussex la oportunidad de volver al redil real. Según el diario The Sun, la reina Isabel II le dijo a su nieto durante un almuerzo la semana pasada que siempre serán bienvenidos.