ENFOQUE:El ‘Pacto de corruptos’ está vigente para 2018

Gonzalo Marroquín Godoy

A las 12 de la noche del 31 de diciembre en Tokio, Nueva York, Londres, Madrid, Buenos Aires o Guatemala ­–sin importa el lugar–, se produjo una explosión de júbilo por la llegada del Año Nuevo, júbilo que muestra la esperanza que todos tenemos en nuestra mente y corazón de que el tiempo que está por principiar traerá cosas mejores que las vividas el año anterior.

“Paz y prosperidad¨, “felicidad” y “sueños hechos realidad”, son algunos de los deseos de nuestro corazón que manifestamos con un abrazo, mensaje o gesto a nuestros familiares, amigos y conocidos, con la confianza de que tiempos mejores vendrán. Sin embargo, nunca faltan las mentes truculentas que, a la misma hora, pensaban en las acciones que están por realizar y van en la dirección contraria de esos deseos maravillosos.

La lucha de la ‘clase política’ por mantener el manto de impunidad, lejos de terminar, sube de tono este año.

Los pandilleros, por supuesto, no tienen buenos deseos, como tampoco los políticos y funcionarios corruptos suspiran por un cambio y, en vez de pensar en hacer algo por mejorar el país, sus sueños no se acercan siquiera a lo que debieran ser sus tareas prioritarias: llevar mejoras en salud, educación, luchar por combatir la pobreza y promover oportunidades para la mayoría de guatemaltecos –entre otras–. Es decir, contribuir con el deseo de “paz y prosperidad”.

Ni unos –los mareros– ni otros –la ‘clase política’ corrupta– se funden en un abrazo el 31 de diciembre a las 12 de la noche para desear la paz y bienestar de los demás. Si lo hacen, en el fondo están pensando en su beneficio personal, por encima de los deseos y necesidades de la colectividad.

Como dirían los abuelos, el 13 de septiembre del año pasado, a la llamada ‘clase política’ –que la componen quienes se dedican a esa actividad con fines perversos y no intereses nacionales– “se le cayó el peltre”, cuando 107 diputados, en abierta batalla a favor de la impunidad y la corrupción, aprobaron dos repudiables reformas al Código Penal, buscando beneficiar el financiamiento electoral ilícito y a los delincuentes ya condenados –sin importar el delito–, por medio de una irracional e irresponsable redención de penas.

No está demás recordar que días antes, en el mismo Congreso se había protegido al presidente Jimmy Morales de tener que aclarar ante la justicia la forma en que su partido, el FCN-Nación, habría financiado con fondos espurios –de dudosa procedencia– su campaña electoral en 2015.

A estas dos acciones ha dado en llamárseles “Pacto de corruptos”, como una definición del esfuerzo que realiza la ‘clase política’ para que no avance más la lucha contra la corrupción y la impunidad que libran el MP y la CICIG.

La batalla ahora se libra para la elección de la Junta Directiva del Congreso. En diciembre se dio un fallido intento, no por falta de voluntad del grupo que suscribió con su firma aquel “Pacto de corruptos”, sino porque no hubo acuerdo en la forma de repartir el pastel –cuotas de poder– y porque la ambición de algunos es tal, que esperan sacar más de su voto para la planilla oficialista, apoyada, por supuesto, desde Casa Presidencial.

Mientras la sociedad guatemalteca celebraba su tradicional Año Nuevo, esas fuerzas oscuras que libran esta batalla decisiva para el país, se reagrupaban y han preparado una nueva planilla con el beneplácito oficialista. Por supuesto, encabezada por uno de los rostros más prominentes de aquel fallido intento de autoprotección del 13 de septiembre, el diputado Manuel Conde, quien ahora se presenta como paladín a favor del buen legislar, de la responsabilidad y los intereses nacionales.

El “Pacto de corruptos” está vigente. Muchas batallas están por venir y la primera de ellas será, precisamente, la elección de la Junta Directiva, que parecen en capacidad de ganar. Luego vendrá una aún más determinante: la elección del nuevo Fiscal General.

En esta, entrarán otros jugadores en acción, cuando se integre la comisión de postulación, formada principalmente por la academia, ya que serán los decanos de las universidades de derecho las piezas fundamentales. Las presiones desde afuera serán intensas y ojalá la lista de los seis candidatos sea lo más transparente y positiva que se pueda lograr, para que el presidente Jimmy Morales no tenga margen de escoger a “su” Fiscal General.

En cada batalla que se libre a partir de ahora, se medirán las fuerzas entre corruptos y quienes desean que los intereses nacionales prevalezcan.

 

 

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