Gonzalo Marroquín Godoy
La payasada de box entre el 3Kiebres y Neto Bran denigra la ya desprestigiada actividad política; el problema es la tolerancia a la mediocridad y el abuso. ¡Vulgar populismo!
Patético show montaron el pasado sábado los alcaldes de Mixco, Neto Bran, y de Ipala, el 3Kiebres –cuyo nombre completo es Esduin Jerson Javier Javier–. No me refiero solo a la cachimbeada que recibió en menos de dos minutos el mixqueño, sino a todo lo que rodeó a esta pelea, largamente promocionada de manera populista, como si se tratara de algo normal dentro del quehacer de un jefe municipal.
Lo que sí es cierto, es que es una demostración más de la forma en que se ha venido deteriorando la actividad política en el país, venida a menos en la medida en que ha ido en aumento –constantemente– la mediocridad, la corrupción y la desfachatez de quienes participan como servidores públicos, sin el menor respeto hacia la honra que el cargo merece. Lo peor de todo, los dos políticos-payasos presentan el hecho como gran logro, y mucha gente así lo toma.
La política es una actividad seria. Ser alcalde demanda el 100 por ciento de atención y dedicación, algo que ambos personajes no tuvieron durante los últimos meses, en los que se presentaban en sus redes sociales preparándose ardorosamente para subir al ring, como no se les ha visto trabajando para la vecinos de sus respectivas comunidades.
Ya tuvimos como presidente a un cómico –Jimmy Morales, que resultó un desastre–, y ahora se puede agregar a la lista de pintorescos y vergonzosos personajes políticos a estos dos egocéntricos populistas, que optaron por dar circo a un pueblo que, lastimosamente, se ha vuelto poco critico ante los constantes fracasos que se observan en el gobierno central, el Congreso y las municipalidades.
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Si bien es cierto que mucho de lo que se ha dicho de manera favorable en las redes sociales proviene de los net centers de ambos –seguramente pagados con recursos municipales–, la verdad es que la ciudadanía debe ser más crítica ante este tipo de bochornos. Todo fue una gran farsa que, por supuesto, se quiso presentar como un evento especial, llegando al extremo de catalogarlo de pelea del siglo, cuando en realidad ni siquiera se trató de una pelea, sino de dos personajes en un ring, uno poniendo la cara para recibir trompadas, y el otro, feliz porque su rival no le atinó ni a subir los brazos para defenderse.
La televisión que transmitió el evento intentó presentarlo como si fuera algo deportivo. Nada más engañoso. Fue una actividad política con la que uno y otro pretendían mejorar su imagen pública. Tanto es así, que al poco tiempo había ya videos en los que se presentaba a Neto Bran como futuro candidato presidencial. ¡Por favor!.
Ipala es una comunidad de Chiquimula con baja escolaridad, lo que justifica –en parte–, la forma burda en que se engaña a los vecinos. Los mixqueños en cambio debieran exigir a su autoridad principal que deje todas sus payasadas –hay que recordar que constantemente presenta videos enseñando sus pectorales, promociona su marca de ropa o se muestra disfrasado de Iron Man– y que se dedique a hacer lo que corresponde al cargo para el que fue electo. Bueno, eso deben hacer ambos, en vez de estar pensando en este tipo de shows que tratan de convertir en algo mediático.
Mejor haría el alcalde de Mixco en instruirse sobre temas como el aerometro que pretende desarrollar en conjunto con la municipalidad capitalina. Ese sistema de canastas voladoras no resuelve el problema de transporte público y, en cambio, sí tendrá consecuencias negativas para lograr soluciones de movilidad en el futuro.
Hasta donde tengo entendido, será una concesión por 25 años, muy al estilo de las famosas privatizaciones y/o concesiones que se dieron durante la administración de Álvaro Arzú como presidente. Es decir, garantizar enormes beneficios económicos para las empresas que, seguramente dan, bajo la mesa, acciones, moridas o cualquier dádiva sustancial.
Pero volviendo a la actitud ciudadana, este tipo de cosas debieran disparar las expresiones de malestar y que estos politiqueros entiendan, de una vez por todas, que son servidores públicos, y que el cargo que desempeñan debe ir acompañado de honra, es decir, que lo que se haga debe causar satisfacción y orgullo a los vecinos.
El populismo es una forma de embaucar a la gente. Hay populismos de todo tipo e ideologías, pero siempre terminan siendo un mal para la democracia. Guatemala ha visto que la clase política se deteriora y corrompe cada vez más. Esa clase política es la que nos tiene en la situación en que nos encontramos como país. Hay un refrán popular que dice que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. Me parece que es parcialmente cierto. Los guatemaltecos permitimos que nos engañen con espejitos estos políticos marrulleros. Unos, porque se presentan con traje y cuello blanco –engañoso–, y otros, porque se suben al ring, dizque porque son valientes o sacrificados, y terminan baboseando a los más ingenuos. Si no abrimos los ojos, nos toca esta clase de politiqueros…