Gonzalo Marroquín Godoy
¿Qué se podría mejorar en un hospital o escuela con Q1 millón?. ¡Mucho! Ahora pensemos en diez, mil o quince mil millones, que es el estimado de lo que pierde Guatemala cada año a causa de la corrupción. Tendríamos un país totalmente diferente, con servicio públicos eficientes, la pobreza se habría contrarrestado y, sobre todo, podría haber más oportunidades para los guatemaltecos.
El efecto de la corrupción es la pobreza. El costo de la corrupción es la pobreza. Esto no es ningún descubrimiento, pero cuando sucede en un país como Guatemala llora sangre: Guatemala tiene varios de los peores índices de desarrollo humano de Latinoamérica.
Ahora son las carreteras, pero lo mismo pasa con las medicinas, libros y compra de alimentos, entre otros!!!
En estos días se ha destapado algo que ha sido objeto de muchos comentarios y fueron noticia antes, aunque la prensa no logra siempre obtener las pruebas como lo sí lo hacen ahora el MP y la CICIG. Recuerdo claramente que hace varios años, cuando Luis Rabbé llegó al ministerio de Comunicaciones, se comentaba entre periodistas que había “rumores bien fundamentados” que en a cartera se había incrementado la exigencia de soborno –comisión le llamaban– en un 5% –de 10 a 15% en aquel entonces–.
El tema de los contratos de carreteras y trabajos para limpiar ríos y hasta el mar cercano a las portuarias, ha sido siempre objeto de señalamientos y dudas. Cada vez un kilómetro de carretera cuesta más y su vida –en la práctica– es menor. Se ha llegado al extremo de agregar un 10% a cada tramo carretero para que otra empresa “supervise la obra”. Es como poner al lobo a cuidar ovejas. Por supuesto que si hoy me supervisas a mi, y yo mañana superviso, lo mejor es ponernos de acuerdo. Total, que ese dinero se convierte en un verdadero regalo… que seguramente una parte va a parar a los bolsillos de los funcionarios.
Ahora hay testimonios de lo que sucedía durante el gobierno del PP, pero en realidad es una vieja práctica. Las “comisiones” –¡SOBORNOS!– han estado a la orden del día, tanto en el gobierno central como en las municipalidades y entidades descentralizadas.
La compra de las medicinas ha sido un feudo bastante parecido, del que mucho se ha hablado y del que nadie duda que ha estado corrompido por gobiernos sucesivos. ¿Y qué decir de la comida para presidios y seguramente también los famosos comedores solidarios o seguros?.
Nada ha escapado de esta práctica que ahora queda no solo clara, sino está siendo documentada. Para no confundirnos, hay que ser directos en el sentido de que los testimonios de los empresarios de la construcción son fiel reflejo de lo que ha venido sucediendo por largo tiempo.
Algunos ponen a los empresarios como “victimas” de funcionarios como Alejandro Sinibaldi, quienes condicionaban dar contratos y su pago a los sobornos. Eso es parcialmente cierto, pero la verdad es que se había convertido en una práctica en la que todo el mundo se sentía cómodo.
Corrupción en la construcción no solo ha significado los sobornos, sino que construcciones de carreteras pésimas. Lo mismo ha sucedido con las medicinas, que por hacer negocio, se han dado casos de compras innecesarias o de productos de mala calidad… por supuesto, todos sobrevalorados, lo mismo que ha ocurrido con las comidas que compra el estado, los libros que produce y tantas otras compras y contrataciones.
Lo de las carreteras del PP y Sinibaldi no es más que la punta de un iceberg gigantesco. Si pudiéramos sumergirnos, encontraríamos tanto dinero perdido por el país en el fondo, como para tener carreteras de primer mundo, mejores aeropuertos, escuelas funcionales, hospitales adecuados, menos desnutrición y mortandad infantil y, en general, una Guatemala mejor.