ENFOQUE: Servirse con la cuchara grande…

Gonzalo Marroquín Godoy

Hasta el caballo más penco se sale del establo si se dejan las trancas abiertas.  Algo peor pasa cuando los políticos se pueden servir negocios a manos llenas.

Allá por el lejano año de 1996 y siendo director de Prensa Libre, se acercó a mi oficina un ministro de la administración de Álvaro Arzú, con quien he tenido amistad de larga data.  Llegaba para pedir que les diera el beneficio de la duda, como equipo de trabajo, porque estaba integrado por personas honestas.  Tenían grandes planes, pero decían que la prensa era incómoda y no dejaba trabajar.

Yo le explique que una de nuestras funciones era la de la fiscalización. Platicamos largamente sobre los peligros de la corrupción.  Me insistía en la honorabilidad de aquel equipo.  Se me vino una analogía que me pareció interesante.  Le dije que cuando se metía una manada de caballos dentro de un establo, si se dejaban las trancas abiertas –las puertas–, hasta el caballo más penco terminaría saliendo y aprovechando la libertad que se le daba.

Yo veía que si se abrían las trancas y se dejaba de fiscalizar, los funcionarios terminarían saliendo a robar. ¿Qué ha sucedido desde entonces?  La corrupción se ha generalizado.  En aquel Gobierno se promovió el uso de ONG para acelerar contrataciones y obras.  Se crearon fideicomisos con el mismo fin. Se desató la corrupción de cuello blanco y desde entonces no ha cesado el asalto a las arcas del Estado, desde el gobierno central, las municipalidades y demás instituciones del Estado.

Ahora el presidente Alejandro Giammattei quiere que el Congreso le apruebe una liberación casi total para compras y contrataciones.  Quiere que se puedan hacer con pocas restricciones hasta por Q2 millones, algo que ahora se hace hasta Q90 mil –más o menos, porque el proyecto de ley es complejo y se conoce poco–.  Lo divertido es que con el límite de Q90 mil, los funcionarios hacen micos y pericos, imagínense lo que harán con compras directas de hasta Q2 millones!!!.

Y peor aún, hay que ver el tipo de aliados que se busca Mr. Giammattei: nada menos que los alcaldes, cuando todo el mundo sabe que las corporaciones municipales se han convertido en fuente de riqueza para alcaldes y miembros de sus concejos municipales.  Basta hacer un recorrido y ver las casas de los alcaldes o exalcaldes. Cambian de vida en 4 años y luego tratan de perpetuarse en el cargo para seguir enriqueciéndose a costillas de las pobres comunidades.

En este momento particular, cuando hemos visto noticias de compras absurdas de millones de mascarillas sobre valuadas –por ejemplo–  por municipalidades, cuando se sabe que aprovechando el despiste de la pandemia, varios concejos municipales y alcaldes se encaramaron las dietas que cobran por cada sesión y cuando los negocios turbios pululan por toda la administración pública, mientras la población se muere, en este momento, digo, el gobernante sale con su pretendida reforma a la ley de compras y contrataciones.

El presidente busca aliados en los alcaldes para presionar al Congreso en la aprobación de esta ley.  Recuerdo muy bien el chiste que hacíamos en las redacciones de los periódicos cuando el gobierno del FRG y del pillo Portillo mostraban el logo con los tres dedos de la mano.  Ellos decían que significaba no robo, no miento y no abuso, cuando en realidad hacían todo lo contrario.  Los periodistas decíamos que esa manita era la forma en que metían los tres dedos al erario nacional para sacar los billetes!!!

Giammattei debiera concentrar sus esfuerzos en cosas positivas.  Está caminando como pato y está regándola como pato, en un momento en el que el país necesita que las cosas mejoren, en el que el país requiere un gran líder nacional que marque un nuevo rumbo.  Pero no, el rumbo es el mismo.  Si en el gobierno de Arzú se quitaron trancas –que luego tibiamente se han querido volver a colocar para frenar la corrupción–, ahora Giammattei quiere ir más allá y darles potestad a funcionarios y alcaldes para que hagan compras a manos llenas.

Yo no creo –tristemente– en la honestidad de los servidores públicos actuales –alguna excepción hay ¡sin duda!–. ¡Viva la pepa!, dirán los alcaldes que, no me cabe duda, apoyarán al presidente en su afán. ¿Y a usted, le gusta la idea?

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