Gonzalo Marroquín Godoy
Desde hace meses, el presidente Jimmy Morales sueña con la posibilidad de deshacerse del comisionado de la CICIG, Iván Velásquez –y estoy seguro que también de la Fiscal General Thelma Aldana– y, aunque repite y repite en sus discursos que apoya la lucha contra la corrupción, se pone del lado de quienes desean que el país siga a la deriva y la podredumbre nos vuelva a asfixiar.
Solo por un momento pensemos en lo que sucedería en Guatemala si la ONU accediera a quitar los dientes a la CICIG y despedir a Velásquez. Podemos recrear la imaginación a partir de los hallazgos realizados por los entes investigadores, los cuáles no han hecho más que confirmar algo que se sabía y que la prensa –la más independiente– ha publicado. Esto es una síntesis de lo que sucedería, sin entrar en muchos detalles, por supuesto.
Difícil entender como un Presidente que dice apoyar la lucha anti corrupción la emprende contra el Comisionado y la Fiscal General.
Para principiar, los más de 20 o 30 casos que se ventilan en tribunales en este momento, se verían retrasados en sus procesos y finalmente la mayoría de ellos terminaría con sentencias ridículas para los implicados, que saldrían libres pronto. Además:
- Jueces y magistrados volverían a las andadas y imperaría sin cortapisas el marco de impunidad. Se ha reducido algo por el temor que se tiene, a las acciones de la CICIG y del MP, que escapa del control de la clase política.
- Los diputados volverían a nombrar sus plazas y seguir cobrando por levantar la mano cuando haya intereses económicos de por medio. Volverían al reparto descarado de obras y contrataciones por cuotas.
- Podrán nombrar como Fiscal General a alguien coludido con mafias o grupos políticos y que sirva a fines oscuros.
- Los contratistas del Estado podrían volver a sus prácticas de soborno y entrega de trabajos y servicios de la peor calidad para hacer más rentables sus negocios.
- Casos como los que hemos visto del Agua mágica de Amatitlán, La Línea, Coperacha, Cooptación del Estado, podrían repetirse, pues no habría ningún ente investigador capaz e independiente.
- Los partidos políticos seguirían tan campantes recibiendo financiamiento ilícito para sus campañas. La podredumbre del sistema político aumentaría como parte del círculo vicioso que está en proceso de romperse, aunque falta mucho por hacer
- Los funcionarios perderían el miedo que ahora muestra y que, se supone, ha logrado que algo de corrupción disminuya.
- Seguramente la familia de Arnoldo Medrano volvería a tomar el control de la Municipalidad de Chinautla.
- El contrabando, que es un flagelo en la actualidad, florecería nuevamente con estructuras que podrían llamarse La Línea 1, 2, 3, …
- El tráfico de influencias volvería a ser práctica común en el Congreso y en todos los estratos de la administración pública.
- Los canales de televisión abierta volverían a ser los grandes manipuladores –y distorsionadores– de los procesos electorales.
En resumen volverían al 100% –y quizás más– las prácticas de la vieja política, misma que mantiene al país sumido en la pobreza y sin visos –aun con la CICIG– de que ello vaya a mejorar, aunque si puede empeorar.
No quiero decir que la CICIG ha resulto todos los problemas nacionales. ¡Imposible!, pero Velásquez y su equipo, juntamente con Aldana, han logrado recuperar un poco la esperanza.
¿Tontería o acto de mala fe de parte de Jimmy Morales? Creo que ambos. Es una tontería o error político gigantesco, no solo porque no puede tener éxito en lograrlo, sino porque somete al país a una nueva polémica, incertidumbre y confrontación. Y actúa de mala fe, porque lo hace por sus intereses muy particulares y oscuros.
¡Ni corrupto ni ladrón! Fue su mensaje de campaña. Lo único claro es que está en contra de la lucha contra la corrupción… eso no habla de transparencia ni honestidad.