Gonzalo Marroquín Godoy
En últimos meses he tenido la grata oportunidad de visitar en tres ocasiones el pintoresco pueblo de San Juan la Laguna, en las faldas del imponente volcán San Pedro a orillas del lago de Atitlán. Es un municipio de Sololá, habitado principalmente por tz’utuiles, aguerridos como sus ancestros, pero sobre todo, organizados muchos de ellos en pujantes cooperativas en las que aportan su talento para tejer, pintar, cultivar o simplemente trabajar.
Ese municipio es parte de Guatemala, un lugar que impresiona a los cientos de turistas que llegan a diario para apreciar verdaderas obras de arte en sus galerías o aprender sobre los procesos que siguen las hábiles tejedoras para producir sofisticadas piezas de vestir –bufandas, güipiles faldas, pantalones, etcétera–, o comprobar como producen miel de óptima calidad con sus derivados medicinales, o siembran y procesan magistralmente el cacao.
A orillas del bello lago de Atitlán se encuentra este pueblo luchador que derrocha talento y fuerza de voluntad.
¿Y que piensa Mr. Donad Trump de nosotros –y de otros países vecinos–?, pues que somos “países de mierda”. Si, una frase vulgar y ofensiva pronunciada nada menos que por el presidente del país más poderoso del mundo, un empresario convertido a político que ha demostrado respetar poco a las mujeres, a los indios estadounidenses, al medio ambiente y, en general, a las personas que no tienen “su nivel” de magnate prepotente y abusivo.
Por eso es comprensible que el escritor Paul Auster lo califique de “sicópata maníaco, peligroso para los Estados Unidos y para el mundo”, o que en el libro “Fuego y furia” –el cual intentó censurar impidiendo que vendiera–, el periodista Michael Wolff sostenga que los colaboradores cercanos que trabajan con Mr. Trump “dudan sobre su capacidad para gobernar”, y lo muestra como un hombre “inestable”.
Sus posturas políticas, más esa personalidad repulsiva y sus adicción al Twitter le han generado enemistades y el enfriamiento de relaciones con países amigos y hasta “aliados”, como ha sucedido prácticamente con toda la Unión Europea, cuando llevó a Estados Unidos a ser el único país dentro de los más industrializados, en rechazar el Acuerdo de París, que trata de proteger el medio ambiente del Planeta.
Su postura ante los migrantes es intolerable. Se olvida que quienes llegan provenientes de “países de mierda” –como nos considera–, son parte del motor de la economía de su país. Ya antes trató despectivamente a los mexicanos. Los hispanos en EEUU son la minoría más importante y juegan un papel político significativo, al extremo que ya numerosos legisladores son de raíces hispanas, incluyendo una guatemalteca, Norma Torres. También es originario de esos “países de mierda” el embajador estadounidense, Luis Arreaga, a quien no tengo el gusto de conocer, aunque estudiamos en el mismo colegio, el Liceo Guatemala.
A San Juan la Laguna llegan miles de turistas de EEUU –como también a Tikal, Antigua Guatemala y demás destinos turísticos–. A ellos les podría preguntar Mr. Trump si creen que somos un “país de mierda”.
Siento mucho haber tenido que dedicar tanto espacio para abordar el tema de Trump, cuando lo que quería era referirme a los artesanos y artistas de San Juan, pero en el poco espacio que me resta quiero compartir con los lectores todo lo valioso que son esas cooperativas, que impresionan fundamentalmente porque la mayoría de ellas han sido organizadas por mujeres, especialmente las que se dedican a los textiles.
Aprender sobre los procesos, ver como se tiñen los hilos y luego se hacen los tejidos, es una experiencia enriquecedora para cualquiera. También lo es aprender sobre los apiarios y producción de miel con todas sus derivaciones medicinales, así como ver el enorme talento de los pintores del lugar.
Por cierto, hoy sábado habrá una exposición de pinturas de aristas de San Juan en el centro comercial Plaza Fontabella, en la zona 10, por lo que están todos invitados. Pueden preguntar por Domitila y ellas les mostrará obras de artistas de talla mundial, incluyendo cuadros de una niña de 14 años que tiene una talento extraordinario.
Termino expresando mi orgullo por Guatemala, del que San Juan la Laguna es solo un buen ejemplo. Si bien se puede decir que –como pasa en todos los países del mundo– hay muchas cosas que suceden que pueden calificarse de “mierda”, no es la forma de expresarse de ninguna nación. Por cierto, otra causa de orgullo nacional son los migrantes que con su trabajo y esfuerzo contribuyen con la economía del país que les acoge.